24/11/20

Estancamiento secular o Depresión monopolista

 

Keynes: “El desempleo, debo repetir, existe porque los empresarios han sido privados de beneficios. La caída de los beneficios puede deberse a todo tipo de causas. Pero, excepto en el caso de vayamos al comunismo, no existen medios posibles de disminuir el desempleo como no sea restaurando un margen de beneficios suficiente para los empresarios.” 

 

La economía global se contraerá al menos entre un 4,3 y un 4,5 %. - 1/5 del comercio mundial en 2020. Los flujos de inversión exterior caerán un 40% por lo menos. Más de 100 millones de puestos de trabajo han desaparecido y más de 400 millones andan en la cuerda floja. La pobreza extrema está avanzando hacia los países del norte. Estamos en Depresión.

Teorías sobre la depresión

 

 Neoliberales


John Kenneth Galbraith (2004) “El término “capitalismo monopolista”, que una vez fue de uso común, ha sido desterrado del lexicón académico y político”

Para los ideólogos neoliberales, el poder económico no es algo relevante o digno de estudio. Es decir, el poder monopolista no existe o no tiene importancia para el funcionamiento del sistema. Cuando se menciona la terrible palabra “monopolios”, contestan con la supuesta evidencia de un verdadero oxímoron: “la competencia monopolista” (un supuesto mercado competitivo caracterizado por marcas que intentan fidelizar la clientela mediante el marketing y patentes que defienden su permanencia, pero cuyas ventajas desaparecen más pronto que tarde absorbidas por nuevos protagonistas más eficientes). En cuanto a la Depresión no hay teorías, puesto que para los economistas neoliberales la Depresión es simplemente imposible. 

Keynesianos

Paul Krugman (2013) “Hay indicios claros de que el problema de mantener una demanda agregada adecuada va a persistir por mucho tiempo. Estamos frente a algo parecido al “estancamiento secular” que muchos economistas temían tras la 2ª G.M.”

Martin Wolf: “La economía mundial ha venido generando más ahorro del que los negocios desean usar, incluso a tipos de interés muy bajos” 

Tras la crisis de 2008 algunos neokeynesianos hablan de “estancamiento secular”. Eluden el término “Depresión”.

Para los keynesianos se trata de hacer que el capitalismo trabaje efectivamente para todos, no solo para los capitalistas. El capitalismo hay que dirigirlo con medidas macroeconómicas. Las crisis en el sistema se deben al atesoramiento en lugar de la inversión del dinero (teoría de la preferencia por la liquidez). Para salir de las crisis hay que gobernarlas mediante el análisis macroeconómico. Pero las teorías y políticas keynesianas estaban en pleno vigor durante la recesión global de 1974-75 y menos durante la crisis de 1980-82, causadas por la caída de los beneficios en la mayoría de los sectores, y no funcionaron para salir del marasmo.

Para los keynesianos, la depresión se produce por la caída de la demanda efectiva. Es decir, de la disminución de la demanda de los consumidores y del aumento del atesoramiento combinado con una falta de demanda de inversión. Mucho atesoramiento y falta de demanda de préstamos para inversión implica la famosa trampa de la liquidez: tipos de interés reales bajos que no acaban de animar a los inversores en la economía real.

Reconocen que la causa de la depresión actual, ya iniciada antes de la pandemia, es la caída de la demanda efectiva a causa de los bajos salarios consecuencia de las políticas neoliberales, la falta de inversión productiva que ahora va a la pura especulación financiera y las políticas de austeridad para reducir el gasto público.

¿Que proponen actualmente los keynesianos para salir de la depresión?

Planes de grandes inversiones en medidas para combatir el cambio climático. Poner en marcha una mezcla de medidas fiscales y estructurales (renta básica universal, subir impuestos a los ricos, etc.) dejando de lado por un tiempo las medidas de estabilización que hasta ahora han sido la regla.

Algunos proponen también reducir la concentración monopolista. Más regulación para los monopolios y los bancos (renovar las desfasadas leyes anti monopolios y antitrust y regulación y supervisión internacional sobre los grandes mastodontes financieros y sus agencias de rating).

También proponen corregir los términos desiguales de intercambio comercial y modificar la actual división internacional del trabajo. Los mercados han de ser intervenidos y regulados.

Pero todo esto implica intervención estatal en la economía. Pero mientras el capital circule libremente por el globo, mientras no se expropie a los monopolios, mientras los mercados financieros sigan siendo ejerciendo de matones de seguridad del sistema, el estado que muestre tan siquiera tímidos signos de intentar salir del consenso (corsé) neoliberal sufrirá todo el peso de las leyes del mercado.

Así pues, toda esta verborrea neokeynesiana, es más un aviso a navegantes, unas vagas recomendaciones dirigidas al club de Davos para que suavicen la deriva neoliberal ante el temor de una avalancha social.

El discurso neoliberal, a pesar de todos los esfuerzos mediáticos para sostenerlo, está quedando obsoleto. La ideología neoliberal hace aguas por doquier. En Chile, la cuna del sistema, los neoliberales se esconden como apestados. El capitalismo global monopolista robotizado claramente no está proporcionando empleos suficientes, sino precariedad y miseria por doquier y que se extiende ya a las principales economías centrales del sistema.

El Foro de Davos parece que ha tomado en serio el aviso. Propone un New Deal Digital, en el que la estrella es la Renta básica, como única forma de prevenir la catástrofe social y política que se avecina. Una renta o ingreso básico universal, como proponen Mark Zuckerberg y Elon Musk, o un impuesto sobre los robots, como propone Bill Gates, para financiarla. Renta básica, ingresos no salariales garantizados, un impuesto negativo sobre la renta, etc.

. Teorías desde el ámbito marxista


En una economía capitalista son los beneficios y la posibilidad de beneficios, es decir la rentabilidad, lo que dirigen la inversión. Cuando ambos menguan la inversión se contrae, disminuye el empleo y los salaries y la demanda agregada se contrae.

La teoría de la disminución de la tasa de plusvalía de Marx plantea que los capitalistas compiten entre sí disminuyendo precios para aumentar su cuota del mercado. Esto lo consiguen introduciendo innovaciones y maquinaria (capital constante) que aumentan la productividad de los asalariados.

Según Marx, la plusvalía, es decir, los beneficios empresariales, solo provienen de la explotación de trabajo asalariado. Las máquinas no pueden crear plusvalía por si solas sin la participación de la fuerza de trabajo. Por lo tanto, si cada vez predomina más y más la proporción de la maquinaria en el total de la inversión capitalista, el margen de beneficio en relación al total de la inversión cae.

Marx plantea que a medida que la rentabilidad media del capital disminuye, los capitalistas lo compensan aumentando la inversión y la producción para aumentar la masa total de los beneficios. Pero llega un momento en que la caída de la rentabilidad es tan acusada que por más que se invierta y se expanda la producción la masa total de beneficio ya no puede aumentar, sino que empieza a disminuir. Es el punto de inflexión que lleva a la huelga de la inversión y a la crisis, una especie de lockout o vacaciones de la inversión en espera de que los asalariados acepten más recortes.

Si el margen de beneficios cae por debajo de los costes financieros de la inversión, el capitalista no invierte, sino que atesora con lo que los tipos de interés bajan. La única inversión que se produce entonces es en activos financieros. 

¿Hacia una tasa cerode beneficios?

Así, durante las dos décadas de 1970s y 1980s, la tasa de beneficios del capital cayó en picado en la zona centro del capitalismo. A partir de entonces la recuperación de la tasa de beneficios se consiguió a costa de los salarios, mediante las políticas neoliberales y la globalización (trasladando la producción industrial a los países pobre con bajos salarios, a los que se sumarían el Este de Europa a partir de 1991.



Así, tal como van las cosas con la robotización y la inteligencia artificial, la tasa general de beneficio de las principales economías podría caer a niveles cercanos al cero muy pronto. Quizás a mediados del presente siglo. Sería la Gran Gran Depresión.



Pero, el caso es que, excepto para los monopolistas y a causa de los monopolistas, la gran mayoría del sector no monopolista ya experimenta una tasa de beneficios cercana al cero y estamos de lleno metidos en la gran gran depresión, irreversible y permanente, la gran depresión monopolista.

Pero en condiciones de predominio absoluto de los monopolistas, la inversión monopolista no decrece. Los monopolistas mantienen unos enormes márgenes de beneficios. Mantener las posiciones de monopolio exige continuamente grandes inversiones (adquisiciones de posibles futuros competidores (startups) antes de adquieran una masa crítica peligrosa, o para mantener altos niveles de sobrecapacidad como barrera de entrada adicional.

Por otro lado, los subcontratistas (Foxcon, etc.) son sometidos a una enorme presión de costes de forma que para mantener su escaso margen se lanzan a una loca carrera de inversión saltando de país en país en busca del dorado de la explotación más absoluta. O sea, que, aunque las márgenes de beneficio sean muy estrechos, en estos casos la inversión se convierte en una cuestión de vida o muerte y alcanza ritmos de locura.

Richard Wolff (Contending Economic Theories): “El capitalismo ha oscilado siempre entre economías con más o menos mercados competitivos (más o menos monopolios), entre economías con más empresas privadas que públicas y economías con más sectores en manos estatales, y entre economías con sistemas políticos más democráticos y sistemas más autocráticos.”

Algunas veces los empresarios cooperan o se fusionan para evadir los riesgos o los costes de la competencia. A veces la competencia elimina rudamente a todos los competidores excepto a uno o a unos pocos. De esta forma la competencia se autodestruye dando lugar a cárteles, oligopolios o monopolios. Cuando estos usan su poder de mercado para subir precios, provocan la oposición de aquellos que tienen que pagarlos. Estos oponentes pueden, y a menudo lo hacen, contraatacar consiguiendo que los gobiernos rompan los monopolios (reventar los trusts) en empresas más pequeñas y de nuevo competitivas empresas. Además, los altos beneficios de los cárteles y monopolios pueden atraer a nuevos entrantes que reintroducen la competencia. El péndulo así oscila entre competencia y monopolio en muchas industrias y así entre más y menos competitivo capitalismo.”

Muchos marxistas plantean que su análisis del sistema puede prescindir de la existencia y la actuación de los monopolios, los cuales no tendrían ningún papel especial en la ocurrencia de las depresiones. El sistema funcionaría de forma parecida con o sin monopolios y que en realidad esto no es nada nuevo en la historia del capitalismo (ferrocarriles, petróleo, automóviles, bancos, telecomunicaciones, etc.).

Así, según Richard Wolff, no existe un solo tipo de capitalismo sino una variada gama de ellos. Habla incluso de “capitalismos” que se han ido sucediendo de forma más o menos aleatoria, o basculante, a lo largo de la historia. Capitalismos con mercados menos competitivos (monopolios), capitalismos con más empresas privadas que públicas, capitalismos con sistemas políticos más democráticos, capitalismos con sistemas políticos autocráticos, etc. Es decir, no existe ninguna tendencia secular al dominio de los monopolios como se defiende en este blog. La actual globalización monopolista sería una variante aleatoria y perfectamente reversible según las circunstancias.

Aunque la concentración y la centralización del capital es algo inherente al sistema, aducen que la competencia no desaparece entre los monopolistas (¿¿competencia monopolista??). Además, la sustitución de viejos productos por otros nuevos, acaba, a la larga, reduciendo o eliminando la ventaja monopolista.

Tampoco creen que los márgenes de beneficios que obtienen los monopolios sean exagerados. Michael Roberts constata, por ejemplo, que, en 1911, cuando la Standard Oil fue disgregada en 34 compañías por orden del congreso, la suma combinada de los beneficios de las 34 “pequeñas” compañías resultó superior a la de la Standard Oil original. Algo parecido ocurrió con el monopolio de telecomunicaciones AT&T, que en 1984 fue dividido en 7 compañías regionales. Todas ellas siguieron obteniendo parecidos beneficios, lo cual sugiere la poca o nula significación de la existencia de monopolios.

Paul M. Sweezy y Paul. A. Baran (los únicos marxistas en plantear una fase monopolista nueva en el capitalismo)

Paul M. Sweezy: “La típica unidad de producción en el capitalismo actual es una corporación gigante, un conglomerado operando en muchas industrias y una multinacional operando en muchos países

Según la teoría del capital monopolista de Paul M. Sweezy y Paul. A. Baran el capital monopolista tiene una contradicción dinámica. El sistema muestra una inhabilidad crónica para absorber las enormes plusvalías que es capaz de producir. Gracias a sus posiciones de monopolio obtienen plusvalías en exceso que invierten en capacidad adicional. El problema es que la demanda agregada no sigue y la capacidad productiva se convierte en sobrecapacidad con lo que futuras inversiones no van a generar más beneficios. ¿Para qué aumentar las inversiones si los beneficios siguen fluyendo con la capacidad actual instalada?

Y mientras la especulación financiera prometa tasas de beneficios superiores a las de la inversión real, los capitalistas seguirán huyendo de la inversión productiva.

Así pues, según estos marxistas, el capitalismo monopolista muere a causa de su propio éxito. “De ello sigue que el estado normal de la economía en el capitalismo monopolista es el estancamiento”.

En lo que parecen estar también todos de acuerdo, keynesianos y marxistas, es en que la gran depresión no interesa solamente a quienes la padecen (trabajadores y clases medias) sino que tampoco interesa a los capitalistas en general (los keynesianos insisten particularmente en ello) y en este punto se equivocan. Por el contrario, hay un grupo de capitalistas, los más poderosos, a los que puede interesar la depresión. Se trata de las grandes corporaciones monopolistas transnacionales.

Depresiones sin monopolios y depresión con monopolios


El problema de muchas de estas explicaciones (excepto Baran y Sweezy) es que no incorporan el fenómeno de la pertinaz monopolización creciente y global de la economía.

Las crisis sin depresión en el capitalismo juvenil

En los inicios del capitalismo no había empresas con capacidad de control significativo sobre el mercado. Había muchas empresas en cada sector que no podían influir sobre unos precios que venían dictados por el mercado.

Las crisis de sobreproducción reventaban los precios con lo que los beneficios desaparecían y con ellos las ganas de invertir. A pesar de los ridículos salarios de las depresiones muchas familias aguantaban porque los precios habían bajado en proporciones parecidas. Las crisis deprimían los salarios, pero también los precios de las mercancías y los beneficios. Las crisis eran deflacionistas en todos los sentidos.

Todo el mercado quedaba para las empresas que se las ingeniaron para sobrevivir (destrucción creativa). Con sus cotas de mercado ampliadas, los beneficios volvían a sus cuentas y de nuevo se animaban a invertir. El sistema parecía tener un mecanismo automático de recuperación.

Las depresiones en el capitalismo con monopolios nacionales

Eric Hobsawm: "La existencia de una "aristocracia obrera" se explica por los super-beneficios monopolistas, que permiten a los capitalistas dedicar una parte a sobornar a sus propios obreros, creándose una especie de alianza entre trabajadores de una determinada nación y sus capitalistas contra otros países".

El capitalismo monopolista empezó a manifestarse durante el último tercio del s. XIX y sobre todo con la Larga Depresión de 1870-1896.

En un principio se trataba de monopolios “nacionales”. En Alemania y en Estados Unidos aparecieron poderosas asociaciones de productores como los konzern alemanes (Krupp, Thyssen, etc.) y los trusts americanos (Morgan, Carnegie y Moore que en 1901 se fusionaron en la U.S. Steel Corporation).

Los gobiernos fueron soporte de la concentración del capital puesto que los monopolios “nacionales” precisaban de la palanca del poder estatal.

Existía una especie de "contrato social" por el cual parte de los beneficios de las grandes corporaciones monopolistas repercutía en los estados y ciudadanos que las hospedaban. A los monopolistas “nacionales” les interesaba reforzar el nacionalismo y las estructuras públicas y militares de sus estados base para utilizarlas contra otros estados imperialistas. Los monopolios “nacionales” utilizaban la fuerza de sus estados matrices para expandir y controlar sus mercados y asegurarse suministros de materias primas.

El reforzamiento del Estado incluía que parte de los beneficios de las grandes corporaciones monopolistas repercutieran en los contribuyentes. Sindicatos y partidos de izquierdas (aristocracia del trabajo) apoyaron repetidamente las aventuras coloniales de sus respectivos imperialismos. Cecil Rhodes reconocía que para frenar la conflictividad social en Inglaterra los británicos tenían que ser imperialistas.

Pero con monopolios nacionales la destrucción del tejido empresarial a causa de las crisis ya no resultaba tan “creativa”. La criba ocurría generalmente solo en el sector no monopolista, y si algún monopolio nacional caía a causa de la competencia internacional, difícilmente podía ser reemplazado sin más.

Por otra parte, los monopolios que quedaban en pie impedían la caída de los precios de los sectores que controlaban con lo que la demanda no remontaba. De pronto se advirtió que las crisis dejaban de lado su carácter cíclico para convertirse en espirales depresivas. Remontar la Gran Depresión 1929-39 significó el nazismo, la guerra mundial y dos bombas atómicas.

La Gran Depresión Monopolista permanente



Nadie puede negar que la economía actual está dominada por unos pocos monopolios transnacionales. Según el Instituto Suizo de Tecnología solamente 147 firmas controlan el 40% del capital global a través de sus participaciones cruzadas, y un total de 737 firmas controlan el 80% del capital mundial.

Biflación monopolista

En las crisis sin monopolios, quien no bajaba los precios no colocaba sus productos o servicios. En este caso los consumidores con pocos recursos encontraban productos a precios reventados gracias a la deflación generalizada. En la actual depresión monopolista esto ocurre sólo en el sector aun no monopolizado (lampistas, tenderos, bares, panaderías, ferias, mercados populares, limpieza, servicios personales, locales comerciales, artesanía, pequeño comercio, etc.) bajan los precios sometidos a una competencia suicida.

Los monopolios privados, por el contrario, pueden compensar con creces la caída de la demanda deprimida subiendo sus precios, aunque esto implique la exclusión y la marginación de muchos consumidores. En los sectores monopolizados, como el de las corporaciones energéticas, farmacéuticas, telecomunicaciones, servicios públicos privatizados, etc., los precios resisten e incluso suben durante la crisis y los beneficios aumentan a cargo de los clientes que, a falta de suministradores alternativos, sólo pueden optar entre pagar el recibo, reduciendo en consecuencia sus gastos en el sector no monopolista – y por lo tanto profundizando aún más en la Depresión - o quedar desconectados (excluidos).

Pero, ¿se puede hablar de una tasa general de beneficios?

 

La caída en los beneficios no afecta a todos por igual. Los monopolios mantienen sus tasas de beneficio durante las crisis e incluso las aumentan concentrándose más y absorbiendo más y más cota de mercado.

En la realidad hay que hablar de dos segmentos con respecto a la tasa de beneficios. Hay que desagregar los beneficios del sector monopolista (normalmente muy inelástico) de los beneficios del sector no monopolista. Es el caso escandalosos beneficios de las FAANGS en épocas de pandemia y recesión generalizada, con un crecimiento de los beneficios de los cuatro grandes (Amazon, Google, Apple y Facebook) durante el segundo cuatrimestre de 2020 de 34 mil millones de dólares. El precio de sus acciones en bolsa se disparó y su valor combinado alcanzó 5 billones de dólares, el 25% del PIB de EEUU. George Bezos vio incrementada su fortuna en un solo día en 13.000 millones (13.000.000.000 dólares)


Además, la reacción frente a la tasa de beneficios es distinta en el sector monopolista respecto a la reacción en el sector no monopolista.

La inversión en el sector no monopolista reacciona de forma directa a la tasa de beneficios presente y esperada. En cambio, la reacción en el sector monopolista a los beneficios no es en absoluto directamente proporcional. Puede no haber reacción alguna e incluso puede haber una relación inversa. A más beneficios menos inversión (en eso Sweezy Baran tenían razón)

Los monopolistas resisten muy bien los periodos de crisis. Puede incluso apreciarse que, paradójicamente, más bien prosperan cuando al resto les va fatal. Su proporción de la renta total aumenta contracíclicamente. A más depresión mayor desigualdad puesto que aumenta la proporción de la renta que se apropian. El tremendo aumento de la desigualdad a medida que se prolonga y profundiza la depresión refleja esta paradoja.


La explicación de esta aparente paradoja es el resultado de la alocada competencia en el sector no monopolista (proveedores, subcontratados, trabajadores, etc.) que conlleva la caída de sus precios, rentas y beneficios (deflación), caída que se traduce en disminución de costes para el sector monopolista y por tanto en aumento de sus rentas de monopolio. Es decir que la caída de las rentas y beneficios de unos, la gran mayoría, aumenta los beneficios de la minoría monopolista.

Con la crisis y la depresión los únicos que mantienen sus beneficios son las corporaciones con mayor grado de monopolio. Las tasas de beneficio de las grandes corporaciones monopolistas se mantienen e incluso aumentan, mientras que la tasa de beneficios del sector no monopolista se desploma arrastrada por la caída en picado de la demanda global.

Otro agujero de la teoría convencional es que da por hecho que la sobrecapacidad a causa de la Depresión es un mal para la economía y es mala para todos los capitalistas. Pero resulta que el monopolista tiene un cierto interés en el mantenimiento de la sobrecapacidad puesto que ésta constituye una buena barrera de entrada con respecto a sus acotados mercados. Wal-Mart mantiene en funcionamiento en ciertas zonas enormes superficies comerciales, totalmente superfluas, para disuadir posibles contrincantes.


Con la Depresión los monopolios acaparan cuotas cada vez mayores de los mercados donde operan aniquilando virtualmente a la competencia. Mientras las grandes superficies (WalMart, Carrefour, etc.) destruyeron buena parte del tejido comercial urbano, Amazon ha aplastado el pequeño (y mediano) comercio no solo de las ciudades sino de las más recónditas zonas rurales del planeta. Amazon constituye una verdadera pandemia global que en simbiosis con los coronavirus está acaparando el comercio al detalle de todo el planeta.

Pero es que, además, nadie sabe cuáles son los beneficios reales. Declaran lo que quieren donde quieren. Sus declaraciones de beneficios forman parte de su "contabilidad creativa" para captar nuevas aportaciones de capital o simplemente de su política de relaciones públicas. De ahí la pertinaz asimetría según la cual los beneficios sólo aparecen en el lado bueno de la cadena de valor que suele estar situado en algún paraíso fiscal.

22/10/20

Depresión "Monopolista" Permanente

 

 

En sept de 2015 publiqué un artículo en este bloc titulado así. La relación entre la actual depresión y los monopolios parece que escapa a los analistas. Introduje en el buscador Google "Depresión Monopolista" y las únicas entradas en la red vinculándolos siguen siendo las de este bloc. Ni una sola referencia en ninguna otra parte. Chocante. Lo probé en ingles "Monopolistic Depression" y al parecer se trata de una rara variedad depresiva mental. Ni una referencia a la economía. Probé con "Monopoly Depression" y las únicas entradas (a parte del blog en inglés Exit Capitalism ) hacen referencia al juego del Monopoly y, de nuevo al desarreglo mental. Lo probé finalmente con "Economic Monopolist Depression" y en este caso solo seis resultados, todos referidos a Exit Capitalism. Más chocante aún. 

 Pues bien, querámoslo o no, existe una fuerte relación que vincula estrechamente ambos fenómenos. Las grandes depresiones sientan bien al capital monopolista. . Con la depresión los monopolistas ganan cuota de mercado a costa del sector no monopolista. . Con la depresión se mantienen e incluso aumentan los beneficios del sector monopolista que es capaz de mantener e incluso aumentar sus precios en depresión. . Según la doctrina del shock (Naomi Klein), el capital monopolista aprovecha los desastres, la conmoción y la confusión, generados por la gran depresión para introducir regulaciones neoliberales que aseguren sus negocios y sus rentas de monopolio. . La gran depresión genera sustanciosas oportunidades para la concentración capitalista: el endeudamiento de los estados facilita la privatización de las empresas públicas y de los servicios públicos. . Con la depresión, la alocada competencia en el sector no monopolista (proveedores, subcontratados, trabajadores, etc) conlleva la caída de sus precios, rentas y beneficios (deflación), caída que se traduce en disminución de costes para el sector monopolista y por tanto en aumento de sus rentas de monopolio. Es decir que la caída de las rentas y beneficios de unos, la gran mayoría, aumenta los beneficios de la minoría monopolista. El sector monopolista aumenta su participación en la renta global en detrimento de la disminución de la cuota de renta de todos los demás. La depresión monopolista significa la redistribución de la renta y de la riqueza en favor de los más ricos. Pero tal redistribución es la otra cara de la proletarización. El capital monopolista es la verdadera esencia del capitalismo y la máquina perfecta de apropiación o destrucción total de los medios de producción que todavía no están en sus manos. La depresión monopolista significa proletarización en gran escala.

Las grandes depresiones, sin embargo pueden resultar peligrosas para el capital monopolista si los pueblos o los estados reaccionan en contra de sus intereses (nacionalismo económico, controles sobre los movimientos de capital, renacionalizaciones, socializaciones, regulaciones anti-monopolios, etc.) De ahí el ahínco en la introducción de regulaciones (tratados bilaterales de libre comercio, Tratado de Maastricht, Tratado TLCAN o NAFTA,TTIP, TPP, etc.) que aseguren la depresión a perpetuidad constitucionalizando la incapacidad democrática de los pueblos y de los estados para reaccionar frente a la depresión monopolista. El TTIP, TPP y similares constitucionalizan la Gran Depresión. 

El comentario de Antonio en aquel post es muy claro al respecto. No se trata de una hipótesis de análisis, és la misma realidad que va tomando cuerpo día a día. Estamos ya inmersos, sin ningún género de duda, en la Gran Depresión Monopolista Permanente.

22/3/20

NEW DEAL DIGITAL


Jack London, La Plaga Escarlata 1912: "2012, este fue el año en que Morgan V fue elegido Presidente de los EEUU por el Board of Magnates. Debió ser una de las últimas monedas acuñadas, porque la Muerte Escarlata vino en 2013.” … “El censo de 2010 contabilizó 8.000 millones “ … ”Nuestros trabajadores eran llamadas freemen. Esto era una broma. Nosotros, los de la clase dirigente poseíamos toda la tierra, todas las máquinas, todo, en definitiva. Nos apropiábamos de todo lo que producían y les dejábamos lo mínimo para que pudieran comer y trabajar para nosotros.”... “Mi hermano me recomendó que permaneciera en mi casa y esperara si me había contagiado o no; acordé pues quedarme en casa y por primera vez en mi vida intentar cocinar.”... “La gente huyó de la ciudad, al principio los ricos en sus coches y dirigibles, y luego la gran masa de la población a pié llevando la plaga con ellos.

El Confidencial (22-3-2020): “El Gobierno debate la posibilidad de ampliar las restricciones del estado de alarma y nuevas medidas económicas y sociales que incluyen la posibilidad de instaurar una renta básica, según fuentes del Ejecutivo.”

Una vez entró un ratón en mi despensa. Estuvo comiendo nueces a placer durante semanas. Un día me di cuenta de sus andanzas. Localicé por donde entraba y cerré el agujero. El ratón se quedó en casa, pero esta vez su dieta se redujo a hojas de libros de mi biblioteca. Cuando localicé su escondite corrió por el pasillo y volvió a desaparecer. A los pocos días, una noche oí un ruido delatador en una cajonera donde guardaba periódicos antiguos. Localicé el cajón y lo saqué inmediatamente de casa. La noche era oscura y apenas se oía algún aleteo de murciélagos. Pensé que el ratón buscaría la libertad, pero en lugar de escapar salió de cajón y se lanzó en rápida carrera hacia la puerta iluminada de la entrada.

Algo parecido nos ocurre a los humanos. Nos acostumbramos a vivir en la explotación, la miseria y las privaciones, en la inseguridad, la precariedad, la polución, la enfermedad, la mentira, la manipulación, la vigilancia y la monitorización perpetua, en un medio cada vez más hostil. Aunque veamos la salida nos da miedo cruzar el umbral.

La cuestión de la información en el capitalismo o en el socialismo


En 1920 Ludwig von Mises publicó “Cálculo Económico en Régimen Socialista”. Para él, los dispositivos de planificación socialista no son capaces de determinar qué producir, en que cantidad y cuando. Para que planificar si toda la información necesaria está disponible a través del mecanismo de la oferta y la demanda del mercado. Pero el mercado solo encuentra un precio óptimo si existen muchos compradores y vendedores no monopolistas. Además, muchas industrias son monopolios naturales (incluso los economistas clásicos reconocen que los mercados no son perfectos y que del resultado de la negociación del precio entre dos partes una tercera queda afectada por las llamadas “externalidades” negativas, sin quererlo ni saberlo; o que existen “bienes públicos” que no pueden ser sometidos a las leyes del mercado.

Pero el mercado solo encuentra un precio óptimo si existen muchos compradores y vendedores no monopolistas. Además, muchas industrias son monopolios naturales (incluso los economistas clásicos reconocen que los mercados no son perfectos y que del resultado de la negociación del precio entre dos partes una tercera, queda afectada por las llamadas “externalidades” negativas, sin quererlo ni saberlo; o que existen “bienes públicos” que no pueden ser sometidos a las leyes del mercado.

Pero no hay duda que con el enorme desarrollo de la capacidad computacional y de la Inteligencia Artificial, monitorizar la adecuada alocación de los recursos no debería significar ningún problema en la actualidad.

En 1975 Walmart adquirió un ordenador IBM 370/135 para coordinar el control de stocks interconectando electrónicamente sus inventarios. Esto frenó en seco los problemas de falta de stocks o de excedentes en las cadenas. Walmart fue la primera en introducir el sistema de código de barras universales para sus decenas de miles de proveedores. La circulación de la información en tiempo real permite a todos efectuar con rapidez los ajustes necesarios. Los proveedores, aunque forzados a rebajar sus precios, tienen menos gastos de inventarios, de logística y de transportes y, de hecho, en cuanto al sistema de planificación, podrían considerarse como formando parte de la misma Walmart.

En la década de 1980 y antes, Sears era el minorista más grande de los Estados Unidos. A diferencia de la planificación centralizada de Walmart Sears optó por seguir las recomendaciones de Von Mises y puso en competición entre sí a sus diversas filiales y divisiones. La competencia intra firma fue feroz pero el resultado fue un cementerio corporativo. Su empresa matriz se declaró en bancarrota el 15 de octubre de 2018.

El proyecto Cibersyn. Las máqionas del comunismo


Stafford Beer: “El 11 de septiembre de 1973, Salvador Allende murió en un sangriento episodio las consecuencias del cual para la humanidad son incalculables hoy en día. Os digo solemnemente que Chile y la humanidad entera han sufrido un mazazo.”

En el 22 Congreso del PC de la URSS en 1961, Jrushchov declaró que era imperativo acelerar la aplicación de la tecnología digital a la economía planificada (Dirección económica cibernética). Incluso de popularizó en la prensa soviética la idea de los ordenadores como las “máquinas del comunismo”. Viktor M. Glushkov, el director del Centro de Computación de la Academia de Ciencias de Ucrania, junto a Anatoliy I. Kitov ,estaban trabajando en 1964 en un Sistema Nacional de Computación Automática de la Información para digitalizar la planificación económica y la misma CIA consideraba entonces que la URSS podía estar en el camino de construir una “red unificada de información”, una internet soviética. En 1970 el PIB de la URSS era de 0,8 billones de dólares. El negocio del leviatán Walmart en 2017 alcanzó 0,485 billones.

Pero la nomenclatura vio en esta deriva una amenaza a sus privilegios en cuanto que manipuladores del plan en todos sus niveles. Cuando Jrushchov fue apartado Leónidas Breznev se decantó por estimular la eficiencia dando más autonomía a los dirigentes empresariales, en línea con las tesis de Evsej G. Liberman de adaptación de las técnicas de empresa capitalistas y en beneficio de los intereses de dicha nomenclatura que de ninguna manera aceptaban que sus actividades fueran grabadas y supervisadas digitalmente por el planificador central.

Stafford Beer:El 11 de septiembre de 1973, Salvador Allende murió en un sangriento episodio las consecuencias del cual para la humanidad son incalculables hoy en día. Os digo solemnemente que Chile y la humanidad entera han sufrido un mazazo.”

Un aspecto fascinante del experimento socialista chileno fue el proyecto Cybsersyn, un proyecto que ligaba la cibernética, la transición política y la teoría de la organización, un sistema que pretendía regular la transición económica chilena de manera coherente con los principios socialistas de la presidencia de Allende. Un grupo de especialistas chilenos dirigido por Fernando Flores, un directivo del CORFU, se puso en contacto con Strafford Beer, que había estudiado los trabajos Glushkov y Kitov, para que los aconsejara sobre cómo aplicar los principios cibernéticos a la gestión de las empresas nacionalizadas. En noviembre de 1971 Beer arribó a Santiago y se entrevistó con Allende.

Una vez que Allende se familiarizó con la mecánica del modelo de Beer, comenzó a reforzar los aspectos políticos del proyecto e insistió en que el sistema se comportara de manera “descentralizada, con participación de los trabajadores y de manera antiburocrática”. 
 
El Project Cybersyn (Synco, en español) fue una red de ordenadores desarrollada para regular el creciente sector estatal de la economía y dirigir y gestionar la transición de la economía chilena desde el capitalismo al socialismo. Se diseñaron modelos cibernéticos que conectaban los ordenadores ubicados en los centros de producción y un ordenador central situado en la sede del gobierno en Santiago, permitiendo al gobierno tener una idea clara y en tiempo real del curso de la producción y de la situación económica para poder responder con rapidez y precisión. 
 
La red funcionaba a partir de una red de télex previamente usada para el seguimiento de satélites. Igual que la futura internet, dicha red de terminales télex (solo podían transmitir caracteres ASCII) estaba concebida con la idea de crear una red de alta velocidad para el intercambio de información. Los informáticos diseñaron un conjunto de programas de ordenador escritos para recolectar, procesar y distribuir hacia o desde cualquiera de las factorías estatales. 
 
Se diseñaron gráficos de flujos cuantitativos de actividad para cada empresa para destacar todas las actividades más importantes, incluido uno bajo el epígrafe de “inquietud social”. El software usaba métodos estadísticos para detectar tendencias de producción basados en datos históricos, para prevenir problemas antes de que se produjeran. Si alguna variable se salía del rango especificado por el programa el sistema emitía un aviso. 
 
Pero el experimento cibernético socialista chileno duró escasamente 1000 días. No hubo tiempo para más. .

La ideología neoliberalcontra las cuerdas


 Robert Reich, exsecretario de trabajo de Bill Clinton: “Pronto llegaremos a un punto en el que la tecnología está desplazando tantos empleos, no solo trabajos de baja categoría, sino también trabajos profesionales, que tendremos que tomarnos en serio la noción de un ingreso básico universal ".

Cáncer capitalista (3º Revolución industrial): "A diferencia de las revoluciones anteriores, esta tercera revolución acontece en un momento en que una expansión adicional del sistema resulta ya imposible. El sistema se enfrenta a dos barreras totalmente infranqueables: Una interna puesto que es imposible expandirse más allá de la misma “globalización” y otra externa ante el agotamiento de los recursos, graves problemas de polución y catástrofes biológicas y medioambientales."

Con el coronavirus el neoliberalismo ha entrado definitivamente en estado de shock. Tras impartir duras terapias de shock a diestro y siniestro durante su abominable existencia es ahora el mismo sistema global el que precisa de una terapia drástica y radical para limitar en lo posible las terribles consecuencias su deriva irracional.

Los líderes del capitalismo globalizado tienen miedo. Advierten el peligro. La globalización neoliberal cada día que pasa evidencia más desocupación, más precariedad y peores condiciones de vida para la inmensa mayoría de la humanidad. Y cada día que pasa los polucionados precarios, los desplazados, los parados y los excluidos son más y protestan con más virulencia.

Reconocen que la tercera revolución industrial de Jeremy Rifkin (la de las punto.com) ha resultado fallida. Las nuevas empresas y sectores digitalizados que habían de crecer y multiplicarse para sustituir a las desaparecidas reliquias de la segunda revolución industrial han fallado estrepitosamente. La economía colaborativa se ha convertido en mercantilización de lo impensable e indispensable (tu casa, tu coche, tu bicicleta, tu escaso descanso, tus relaciones sociales, etc.), autoexplotación, precariedad, vuelta al putting out system (trabajo a destajo desde casa) y millones de repartidores bicicleteando las polucionadas ciudades globalizadas..

Pero la robotización no solo expulsa trabajadores de las empresas, sino que constituye una apisonadora que aplasta sectores enteros de la economía que desaparecen de la noche a la mañana engullidos por los monopolios que convierten en parias a los que antes se ganaban allí el sustento. El discurso neoliberal, a pesar de todos los esfuerzos mediáticos para sostenerlo, está quedando obsoleto. La ideología neoliberal hace aguas por doquier. En Chile, la cuna del sistema, los neoliberales se esconden como apestados. El capitalismo global monopolista robotizado claramente no está proporcionando empleos suficientes, sino precariedad y miseria por doquier y que se extiende ya a las principales economías centrales del sistema. Con una alicaída demanda a causa de la enorme polarización de la riqueza los monopolistas no invierten, no contratan y la capacidad de negociación de los precarios es cada vez menor.

Robots en crecimiento exponencial (millones de unidades)

 New Deal Digital


La automación conlleva los bajos salarios o el paro para los trabajadores menos formados. Los más formados se especializan en tareas complementarias a la automación, tales como el diseño y el mantenimiento de robots, la supervisión o la dirección de empresas robotizadas. Pero cada vez más la precariedad amenaza a más y más sectores. Hay ordenadores capaces de escribir sinfonías que emocionan a la audiencia, o que están aprendiendo a identificar el cáncer, son capaces de diseñar y producir piezas personalizadas o implantes médicos usando tecnologías de impresión en 3D, o que diseñan mejor que cualquier financiero las estrategias para los fondos de inversión,… es decir que esta vez, no solo está en peligro el trabajo manual o el trabajo industrial sino también el empleo de cuello blanco, el empleo de muchos especialistas, lo cual significa un caldo de cultivo cada vez más explosivo para los levantamientos y las insurrecciones antisistema.

Tesla ya produce con "luces apagadas", con procesos totalmente automatizados que pueden ejecutarse totalmente a oscuras, sin embargo, ya nadie cree que la automación significará más tiempo libre y mejores condiciones de vida sino todo lo contrario. El sueño de Keynes de un futuro capitalista con 15 horas de trabajo a la semana era una quimera. Frente al capitalismo, los luditas, los destructores de máquinas de la primera revolución industrial capitalista, tenían toda la razón.

El capitalismo necesita una regeneración. La respuesta es pura magia. El New Deal digital
 
Alicia se encontrará con un nuevo país de las maravillas. Con la digitalización surgirán miles de nuevas empresas (creación de plataformas digitales, algoritmos, aplicaciones e interconexiones, etc. Un futuro automatizado en el que la inteligencia artificial, la energía solar, la edición de genes, la minería de asteroides y la carne cultivada en laboratorio generan un verdadero paraíso digital.

Extraño “paraíso” en el que los monopolios del Silicon Valley (GAFAM) siguen ofreciendo sus inestimables servicios a las petroleras para que sigan perforando y extrayendo a menor coste. Microsoft trabaja con Chevron, BP, Equinor y Exxon, para aumentar la eficacia de la detección y explotación hidrocarburos a partir de la inteligencia artificial y cloud computing. Microsoft acumula y analiza los tera octetos de datos captados en tiempo real de los pozos petroleros cubiertos de miríadas de sensores (la internet de las cosas) al mismo tiempo que ofrece en el mismo paquete sofisticados sistemas de espionaje para detectar algorítmicamente los comportamientos sospechosos de sus trabajadores o analizar sus e-mails personales. Amazon ha creado el servicio en la nube AWS Oil and Gas Solutions, que recluta expertos en IA especializados en su aplicación en el sector de la energía. Google además de haber creado la división Oil Gas and Energy en el seno de Google Cloud, tiene acuerdos de partenariado con Total, Anadarko y Nine Energy Service ofreciéndoles servicios de almacenamiento y tratamiento de datos, así como soluciones de aprendizaje automático (machine learning)

 

¿4ª Revolución industrial?

Pero el Foro Económico Mundial insiste en argumentar que esta próxima revolución es de alguna manera más nueva, más diferente y “más amenazante” que cualquiera que hayamos experimentado anteriormente.

Se propone un nuevo capitalismo, el capitalismo renovado de la 4ª Revolución Industrial. Pero de nuevo estamos ante una Fake revolution, un falso discurso futurista para achacar los desmanes sociales del capitalismo monopolista al avatar aséptico de la tecnología.




1º La culpa es de los robots. Echar la culpa del estancamiento, el paro, la precariedad, el empeoramiento de las condiciones de vida y el imparable desastre medioambiental no a la codicia sin par del capitalismo monopolista sino a los robots y la automatización. Son ellos y no la globalización monopolista los que detraen capacidad negociadora a los trabajadores. El mago nos dirige la mirada a la mano falsa.

2º Un bello futuro del capitalismo digital. Las nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial, la robótica y el blockchain ofrecen grandes posibilidades para un futuro mejor lleno de aparatitos inteligentes (que alimentarán permanentemente las enormes bases de datos de los monopolistas digitales y sus variopintas agencias de inteligencia y secuaces del espionaje) y en el que se da por supuesto que la responsabilidad empresarial jugará un gran papel para reducir las externalidades que están haciendo sucumbir al planeta.

3º La Renta básica, éste es el elemento clave del nuevo New Deal. La única forma de prevenir la catástrofe social y política causada por los robots del capitalismo es una renta o ingreso básico universal (el as en la manga), como proponen Mark Zuckerberg y Elon Musk, o un impuesto sobre los robots, como propone Bill Gates, para financiarla. Renta básica, ingresos no salariales garantizados, un impuesto negativo sobre la renta, etc. 

La renta básica tiene dos objetivos claros: reanimar la exangüe demanda agregada y evitar la sublevación generalizada contra el sistema. Pero se mantendrá lo suficientemente baja como para que no desaparezca el incentivo para trabajar. Es decir, será muy, pero que muy baja.

4º Un nuevo sistema de asignación de los recursos en los mercados monopolistas. En este renovado capitalismo digital el mismo sistema de precios ya no es un indicador fiable para los mercados. Von Mises, el paladín de neoliberalismo frente a la planificación, andaba algo descarriado. Con los avances de la computación (a coste marginal cero) y de la digitalización, los operadores del mercado confiarán más en los datos que en los precios para ordenar y coordinar mejor sus actividades haciendo más eficientes los mercados.

Los mercados digitales, a diferencia de los analógicos, permiten a las partes de una transacción especificar y manejar múltiples criterios que van más allá del precio. Los algoritmos de coincidencia pueden procesar grandes cantidades de datos utilizando criterios finamente detallados. Sistemas de inteligencia artificial pueden inferir nuestras preferencias a través de la observación y la correlación. Nuevas aplicaciones en nuestro smartphone escanearan en tiempo real nuestro completo perfil de datos para localizar online los productos, los servicios y los comerciantes o proveedores que más nos convienen y negociar automáticamente con ellos el precio a convenir y el pago correspondiente, todo con unas simples pulsaciones. A medida que los mercados se digitalizan se irá haciendo menos necesaria la utilización del dinero.

Todo esto con el fin de hacer más digerible la deriva suicida monopolista del capitalismo tardío. La concentración y el poder seguirá residiendo en el Club de Davos, los monopolios privados seguirán creciendo, la globalización suicida continuará destruyendo los ecosistemas.

Socialismo o barbarie digital

 
Así pues, frente al coronavirus, frente a la crisis ecológica, frente a la Gran Depresión Monopolista, un nuevo (sic!) sistema social en ciernes, el capitalismo de los datos, el capitalismo de la vigilancia y el espionaje total, la edad del conocimiento post-capitalista, la 4ª RI, etc. Una nueva especie de barbarie en la que gracias al terapéutico poder de los datos y la información los achaques del neoliberalismo monopolista serian superados y se restauraría la triste eficiencia de los mercados. Una distopía neofascista de la vieja idea medioambientalista de la Nave Tierra, una versión corporativa donde seremos simples pasajeros de una nave dirigida sin derecho a discutir, votar, elegir y decidir o, … Socialismo.

16/3/20

Crisis 2008 vs crisis 2020. Semejanzas y diferencias



Si la década de los 90 fue la de la crisis de la deuda latinoamericana, la década que empezamos será la de la crisis de la deuda a nivel global. El endeudamiento masivo a raíz de la pandemia, tanto privado como público, alcanzará niveles nunca registrados, y los defaults se producirán en cadena. Una buena parte de los actores de los mercados financieros (incluidos fondos soberanos, fondos de pensiones, etc.) experimentaran una mutación generalizada llenando los cielos financieros de espesas nubes de fondos buitre haciendo cola en los juzgados estadounidenses para destripar a sus víctimas.



Comentarista: “Los capitalistas siempre piensan en el futuro, siempre planean. Usan la ofuscación, las mentiras y la propaganda para decirnos que están tratando de "salvarnos" cuando en realidad están tratando de salvarse a sí mismos”. 

Steve Mnuchin, secretario del Tesoro norteamericano, 13 de marzo 2020: “Hay montones de liquidez y esto no es como la crisis financiera”.

Mark Zandi, economista de Moody’s Analytics: “2020 es realmente un punto de inflexión.”

La crisis del 2020 ya está aquí


El índice de volatilidad Vix, conocido como el indicador de miedo de Wall Street, que mide los movimientos extremos futuros esperados en los mercados financieros, alcanzó los niveles más altos desde el colapso de 2008.

Los inversores se han lanzado a comprar activos considerados como refugios seguros en tiempos de crisis, incluidos los bonos del gobierno del Reino Unido, Estados Unidos y Alemania, lo que está reduciendo los intereses a los niveles más bajos nunca registrados. El precio de los bonos del Tesoro de los Estados Unidos a 10 años ha escalado a niveles no vistos en 10 años, mientras que el rendimiento, que se mueve en la dirección opuesta, cayó por debajo del 1% por primera vez en la historia para los bonos a 30 años. El costo para el gobierno del Reino Unido de pedir prestado durante un período de dos años se volvió negativo por primera vez, lo que significa que los inversores se ven obligados a pagar para poseer estos bonos. El precio del oro subió a su nivel más alto desde 2013.



Evolución del Dow Jones (23% en 2019)

En el crack del 2008 el Dow Jones perdió el 21,4% de su valor un mes después de la caída de Lehman Brothers, después que Merrill Lynch fuera adquirido por Bank of America, y después que el gobierno nacionalizara AIG.

En el reciente crack del 13 de marzo la bolsa cayó un 21,5%. La Reserva Federal ha ofrecido préstamos a casi nulo interés por valor de 1,5 billones de dólares a las corporaciones que cotizan en Wall Street (con absoluto secreto de quienes son los destinatarios). Se trata de una expansión dramática y sin precedentes del balance de la Reserva Federal. El capital social de los bancos se ha fundido y todos están con el gota a gota de la Reserva Federal. En otras palabras, la Fed ha lanzado oficialmente su segundo rescate de Wall Street desde 2008.

Antes de la epidemia estaba produciéndose una desaceleración muy marcada de la producción industrial. En septiembre de 2019 la FED ya estaba facilitando préstamos a interés ridículo que a primeros de marzo de 2020 ya sumaban 9 billones. En lo más duro de la crisis de 2007-08, durante los 31 meses que van desde diciembre de 2007 a julio de 2010, la FED inyectó 16,1 billones.

Semejanzas con 2008


En ambos episodios el trasfondo de la crisis financiera es la sobrepoducción o subconsumo. La polarización de la renta y la riqueza (baja de impuestos, baja de cotizaciones, paraísos fiscales, etc.) acumula los medios de pago en unas pocas manos que según los defensores del sistema, deberían ser los agentes de la inversión y el empleo. Pero, sin demanda suficiente caen las ventas y la tasa de beneficio del sector no financiero que deja de ser rentable. Microsoft, Berkshire Hathaway, Google, Apple, Facebook, Amazon y otros grandes monopolios, tienen cajeros rebosando con más de 800 mil millones de dólares en efectivo sin invertirse.

La situación que llevó a la crisis de 2008 ya se debía a la excesiva financiarización y monopolización del sistema. Pero las crisis no resuelven los problemas sino que los agravan más. La depresión facilita el avance de la monopolización (los monopolios crecen a costa de las empresas fallidas o con dificultades, los bancos se fusionan, etc.) y la acción de las agencias monetarias para superarlas aumentan la financiarización, el combustible explosivo de la concentración del capital y por lo tanto la polarización de la riqueza. Un verdadero círculo vicioso. La gran depresión monopolista. A la minoría de los rentistas dueños de propiedades físicas, financieras e intelectuales les favorece la estrucura monopolista mientras que la inmensa mayoría cae en una precariedad económica crónica..

La situación era tan explosiva que El Club de Davos recomendaba hace unos meses la generalización de la renta básica para todos, sin distinción entre ricos y pobres, para estimular el consumo (evidentemente la culpa de la falta de inversión y empleo no sería el capitalismo monopolista sino una supuesta 4ª revolución industrial automatizadora que expulsa trabajadores como una centrifugadora).

Las dislocaciones de la crisis de 2008 no condujeron a reformas fundamentales, sino a esfuerzos concertados para restaurar el status quo ante. Los bancos y las empresas no financieras han recibido en los últimos años grandes cantidades de dinero. Pero en la mayoría de los casos los bancos lo usaron para cubrir sus activos “enfermos” y muchas corporaciones simplemente para mantenerse a flote. Si la deuda es más barata, es posible endeudarse más pagando en total menos intereses. Poco de este dinero ha ido a inversión productiva.


Así pues, si la crisis de 2008 fue una crisis de deuda especulativa (hipotecas,etc. ), el Armagedón en ciernes es una nueva crisis de deuda, pero esta vez de deuda corporativa y de deuda soberana sin precedentes.


Endeudamiento de las economías domésticas antes de la crisis de 2008


La gran diferencia entre 2008 y 2020

Deuda soberana

 Una diferencia crucial sin embargo es que en 2007-08 las naciones no estaban tan endeudas como hoy (verde). Entre 2000 y 2010, el hecho es que todas las naciones europeas, excepto Portugal, estaban reduciendo su nivel de deuda respecto al PIB o manteniéndolo a raya. La mayor parte de Europa (con excepción de Italia y Grecia) estaba reduciendo la deuda pública a niveles bastante manejables e históricamente bajos. La deuda de Irlanda era muy baja (27%). Incluso en España se estaba generando más ingreso público que gasto.


 Con el rescate bancario de 2008-2009 todo esto cambió. Hoy la mayoría de países tienen ratios de deuda pública con respecto al PIB cercanas o superiores al 100%. Los altos niveles de endeudamiento soberano son tales que una leve subida de la prima de riesgo puede desestabilizar por completo todo el sistema. De ahí la enorme inyección de los bancos centrales para mantener bajos los tipos de interés. En el caso de España, a diferencia de Italia o Japón, donde son sus ciudadanos los prestamistas, la deuda total (pública y privada) con el exterior es de 2.125 billones de euros (el 172% del PIB) la segunda más alta del planeta.

 Deuda pública española

En cuento a los países pobres, antes de la crisis de 2008 mantenían en general unos niveles de endeudamiento bajo, con superávits como norma en sus cuentas públicas. Pero en 2019 los déficits públicos de estos países se habían disparado en todo el planeta. Con la pandemia los déficits y el aumento de la deuda soberana se multiplicarán por doquier superando en mucho y en la mayoría de los casos el 100% del PIB.

La mayor parte de dicha deuda soberana es en dólares, moneda refugio en alza en épocas de crisis, con lo cual su devolución se encarece cada día que pasa a medida que se deprecian las monedas de dichos países.

Para intentar impedir una cadena de quiebras el G20 ha aprobado una moratoria para 2020 mientras que el FMI prepara un fondo de emergencia (Catastrophe Containment and Relief Trust) para socorrer a los países más afectados, pero con el aviso de la necesidad de “consolidación fiscal” (más austeridad) para reducir las cargas de la deuda una vez la pandemia haya pasado. El Banco Mundial se niega a cancelar bajo ningún concepto cualquier tramo de deuda y lo mismo ocurre con la deuda soberana en manos de los grandes grupos financieros.

Si la década de los 90 fue la de la crisis de la deuda latinoamericana, la década que empezamos será la de la crisis de la deuda a nivel global. El endeudamiento masivo a raíz de la pandemia, tanto privado como público, alcanzará niveles nunca registrados, y los defaults se producirán en cadena. Una buena parte de los actores de los mercados financieros (incluidos fondos soberanos, fondos de pensiones, etc.) experimentaran una mutación generalizada llenando los cielos financieros de espesas nubes de fondos buitre haciendo cola en los juzgados estadounidenses para destripar a a conciencia a sus víctimas. 

La nueva burbuja al estilo ENRON


La enorme cantidad de fondos inyectada en los mercados financieros para mantener bajos los tipos de interés se ha traducido en una burbuja de deuda dos veces superior a la de 2007-8. Los bancos centrales, intentando evitar el incendio, han estado echando más y más gasolina con compras masivas de bonos basura corporativos y de deuda pública de países al borde del abismo generando una tremenda distorsión en la calidad de las inversiones.

Tendencia descendente de los tipo de interés


Así pues, la burbuja ya no está en el sector hipotecario sino en el sector corporativo (la deuda corporativa supera el 73% del PIB global) y se hace al estilo ENRON
 
Aprovechando los bajos tipos de interés las grandes corporaciones utilizan los préstamos bancarios o las obligaciones emitidas, para comprar sus propias acciones (buybacks). Esto aumenta el valor en bolsa de las acciones (y la riqueza de los dirigentes). Este aumento de valor de las acciones se utiliza como colateral para pedir más préstamos y repetir la operación una y otra vez engrosando el peloteo.

ENRON emitía acciones que compraban unas filiales especiales (no consolidadas en sus balances) llamadas "special purpose entities" sociedades de inversión que utilizaban dichas acciones como garantía para pedir préstamos, dinero que traspasaban a ENRON comprándole activos malos con lo que las SPE se quedaban con las pérdidas y ENRON con las ganancias. 
 
El problema es que al igual que en el caso de ENRON, este arreglo circular funciona hasta que el valor de las acciones cae, que es lo que finalmente desencadenó el colapso de ENRON y va a desencadenar el colapso de las decenas y decenas de ENRON que pueblan los mercados bursátiles.

El BCE está comprando obligaciones tanto públicas como privadas ( BMW, Shell, Total, LMVH, etc. ) por más de un billón de euros. Los fondos de inversión, los bancos y las grandes empresas vuelven a ser los primeros y principales beneficiarios del sostén de los organismos públicos. No es de extrañar las altas dosis de "greenwashing" de estos sectores en los medios de comunicación.

Deuda corporativa basura los CLOs

Elisa Martinuzzi (Que da más miedo, el cambio climático o los CLOs 1.12.2019): "¿Qué produce más miedo, el cambio climático o los CLOs? Lo cierto es que ambos significan un riesgo global y merecen atención, pero la bomba de la deuda corporativa es la amenaza más inminiente"

Alrededor del 40% del endeudamiento corporativo global, unos 19 billones de dólares, está altamente apalancado y podría generar un estallido financiero mucho máyor que la crisis de 2008. 1,2 billones  serían deuda basura que está pagando intereses muy por encima de la media. Pero junto a esta montaña de deuda problemática se estima que existen CLOs (Collaterized Loan Obligations) por valor de 600.000 millones de dólares,  préstamos de alto riesgo, préstamos ninja que son empaquetados y vendidos por tramos como era el caso de los CDOs antes del crack de 2008.


Cambios en el sistema


En los últimos años se ha creado un discurso público implacable, a través los imperios mediáticos, para insistir en la necesidad de 'arreglar 'y proteger el sistema, y el peligro extremo para todos nosotros si el sistema no se salva (nunca se habla explícitamente de "capitalismo" que se ha convertido en un término tabú en todos los medios de desinformación). Se nos ha repetido una y otra vez que cualquier cambio radical en el sistema financiero y político actual es imposible, y si se intenta, solo nos traería un desastre. 
 
Se han realizado enormes esfuerzos para mantener la inercia del sistema global, desde la inmensa violencia de la política imperial y las guerras de cambio de régimen, hasta la violencia más sutil del despojo económico por parte de una élite privilegiada que controla los mecanismos de poder.

La victoria del capital depende de que nadie entienda lo que está sucediendo en todo lugar o momento.

Para evitar nuevas crisis el poder de regular debe ser tomado de las naciones y controlado de manera efectiva por las corporaciones. Debe profesionalizarse la gobernanza. La democracia puede y debe ser neutralizada. Se deben encontrar formas efectivas para convencer a las personas de que el gobierno democrático ya no es suficiente para protegerlas. La alternativa a la democracia debe ser la Regla de Derecho Internacional según lo escrito y controlado por los abogados de las grandes corporaciones monopolistas. Los bancos centrales deben liberarse de las decisiones de los parlamentos. La gente debe esperar sus decisiones incuestionables con resignación y esperanza. Tal esfuerzo ahora está consagrado en los acuerdos comerciales multilaterales que actualmente se acuerdan a puerta cerrada: el TPP, el TTIP con sus correspondientes Investor State Dispute Settlements (ISDS) clausulas y el TISA (Acuerdo sobre el Comercio de Servicios) que pretende eliminar del control nacional a las finanzas.

Esta radical usurpación de la capacidad de regulación de los estados es la que ha permitido la deriva monopolista y la proliferación de ENRONs mucho más gigantescos y sin control alguno. El 28 de diciembre de 2000, las acciones de ENRON alcanzaron la cotización récord de $84.87 – convirtiendo a ENRON en la séptima empresa más valiosa de Estados Unidos. En octubre de 2001 Arthur Andersen comenzó a destruir documentos relacionados a las auditorías realizadas a ENRON. La destrucción continuó hasta noviembre cuando la firma recibió una cédula para comparecer ante la Comisión de Seguridades y de Comercio que inició una investigación formal. La regulación sobre grandes corporaciones aún estaba en manos del estado. El 26 noviembre de 2001 las acciones de ENRON cayeron a $4.01. El 2 de diciembre se declaró la quiebra. El 9 de enero de 2002 el Dep. de Justicia inició la investigación criminal que llevaría al proceso y encarcelamiento de sus dirigentes. Pero la debacle de ENRON no paró la financiarización monopolista. "Hoy somos todos ENRON y somos nosotros los que legislamos"

El coronavirus, un catalizador


El virus es un catalizador que abre un período de colapso generalizado de un sistema en avanzado estado de podredumbre económica, ecológica y social. Las cadenas globalizadas de producción just in time han quedado desarboladas. Pronto veremos cómo los estados, instituciones, prácticas y creencias que alguna vez parecieron elementos permanentes de nuestro mundo serán barridos. Lo que estamos experimentando se ha estado construyendo durante décadas, pero la sinergia de estos procesos causales, sus verdaderos efectos emergentes están a punto de hacerse completamente evidentes.

El virus es una chispa, no la causa, y está rompiendo los últimos anillos de refuerzo que mantienen unido el sistema capitalista global. Los vestigios de fe en el sistema comenzarán a colapsar. Se producirán quiebras en cascada y despidos debido a las presiones deflacionarias masivas en todo lo que no sean bienes esenciales.

Es probable que el cierre de países como Italia o España provoque un gran contagio financiero en la zona euro. La Unión Europea o se romperá en este proceso o se transformará en algo muy diferente de lo que ha sido. El PIB italiano para 2020 puede caer más de un 10%. Algo parecido o peor puede ocurrir en España. El euro perderá fuelle ante el dólar o el franco suizo.. El colapso alcanzará a las materias primas cuyos precios caerán en picado afectando a los países exportadores.

La 2ª Gloabalización monopolista ha entrado en fase de fusión acelerada. Ya nada va a ser como antes. Dudo que el capitalismo sepa volver a reinventarse (¿un neo-fascismo liberal?). El coronavirus  es la derivación estructural de un sistema fallido, el último estertor de un enfermo crónico y posiblemente su capítulo final.



 Pero, al menos, el virus parece que va a dejar por el momento en ridículo todas las cumbres climáticas y planes fake de anti-polución urbana habidos y por haber.