I see the bad moon arising.
i see trouble on the way.
i see earthquakes and lightnin'.
i see bad times today.
i see trouble on the way.
i see earthquakes and lightnin'.
i see bad times today.
2009: Christina D. Romer: “Estamos haciendo todo lo que podemos para que la palabra “gran” nunca se aplique a la recesión actual”… “Lección clave de la Gran Depresión: abstenerse de reducir los estímulos antes de tiempo.”
2009 Paul Krugman: " This is half a Great Depression"... “La Gran Depresión concluyó gracias a un tipo de programa de obras públicas que incluso los conservadores están dispuestos a defender: una guerra”
2011 Financial Times: "Estamos haciendo todo lo que podemos para evitar que la palabra “Depresión” sustituya a “Recesión”
J. Galbraith: “No puede haber remedio para la depresión si ésta se halla excluida por la teoría. Ningún médico, por más prestigio que tenga, puede tratar una enfermedad inexistente”.
Estamos inmersos en la crisis más seria en la historia del capitalismo. Las contradicciones del sistema se han ido haciendo más intratables a medida que el sistema ha ido envejeciendo. Las crisis constituyen el violento mecanismo mediante el cual el sistema se "autoregula". La causa principal de las crisis es la misma concentración y centralización del capital (ver el artículo sobre monopolios en este blog), concentración que aumenta con cada crisis. Durante el boom todo bicho prospera pero sobrevenido el crac, sólo los más fuertes sobreviven. Pero con el tiempo las crisis tienden a ser cada vez más amplias, generalizadas y peligrosas puesto que además, las víctimas son mucho más grandes y su caída se convierte en un alud imparable.
Hasta la crisis 1873-1896 (la Larga Depresión) las crisis se habían ido sucediendo sin poner en demasiado peligro al sistema. Pero a partir de entonces las crisis dejaron adoptar la forma cíclica para convertirse en espirales sin fondo como la Gran Depresión de los 30 que para remontar (destrucción de la sobrecapacidad existente) requirió el estallido de la 2ªG.M.
Desde entonces se han sucedido una serie de fase:
1ª Fase: Época dorada
Tras la 2ª GM el sistema capitalista se recuperó, al menos hasta los años 70. La caída de la tasa de beneficio se compensaba con el crecimiento absoluto de los beneficios gracias a la expansión del sistema, cada vez más cerca de la globalización. Además, la destrucción de la gran guerra había acabado con la sobrecapacidad que había precipitado la Gran Depresión. Fuero 20 años de crecimiento continuado en un marco de capitalismo “moderado”, con fuerte intervención estatal, suculentos beneficios, altas tasas de inversión, pleno empleo, crecimiento de los salarios reales y avance del estado del bienestar.
2ª Fase: Estanflación
Desde mediados de los 70, la concentración capitalista se manifiesta en el avance de los monopolios multinacionales y en la caída de la tasa de beneficios. Los empresarios lo compensan reduciendo los salarios reales. Como consecuencia cae la demanda global y la sobreproducción y la sobrecapacidad reaparecen en el escenario, con la consiguiente disminución de la inversión y el crecimiento. Los estados, aún dotados del instrumental anticíclico keynesiano, incurren en déficits y endeudamiento crecientes para reanimar la demanda, pero el multiplicador de los estímulos ya no multiplica lo suficiente y el estancamiento persiste junto a la inflación. La monetización del déficit y la inflación recortan los niveles reales de endeudamiento y los salarios reales.
3ª Fase: El casino global
La internacionalización y concentración acelerada de los monopolios, sobretodo en el sector financiero, la proliferación de los paraísos fiscales y centros financieros offshore, fomentan la desregulación, el apalancamiento, la financiarización, …, y se abren oportunidades de super-beneficios financieros muy superiores a los de la renqueante economía real. Los estímulos estatales son substituidos por el estímulo de las burbujas y el crédito privado (keynesianismo privatizado). Pan para hoy, hambre para mañana. La demanda de reanima a partir de salarios y rentas futuras. Déficits, endeudamiento público e inflación disminuyen y ceden el paso a un irracional incremento del crédito privado desregulado y burbujista.
La explosión crediticia y la expansión monopolista transnacional y transectorial (el monopolio ocupa ya todos los resquicios de la economía: grandes superficies (monopsonios), mensajería, suministro de agua, telecomunicaciones, auditoría, cadenas hoteleras, parques temáticos, cadenas de restaurantes y coffe shops, casinos, ventas por Internet, …) actúan como una pinza: la monopolización reduce más y más los salarios reales (con lo que los beneficios empresariales parecen recuperarse), mientras que la financiarización proporciona poder adquisitivo (basado en futuras rentas cada vez más irreales). El colapso del casino financiero se traduce, de golpe, en una descomunal sobrecapacidad global.
4ª Fase: Depresión Permanente
Las enormes proporciones del crac del 2008 y su rápida propagación y amplitud implican que estamos ante una depresión de una magnitud superior a la de los años 30. Se dan preocupantes semejanzas, pero las diferencias son aún más peligrosas.
En 1929 el capitalismo aun no estaba globalizado, la sobrecapacidad afectaba básicamente al sector manufacturero y no se trataba aún de una sobrecapacidad global. El proteccionismo, a la vez que agravaba la situación, era también la expresión de la existencia de un cierto margen. En cambio, en 2008 la capacidad inutilizada afectaba a todos los países y a todos los sectores. Se trata de una depresión "global", una trampa global de la que ningún país podrá escapar.
1929 vs 2008
Ambas crisis se originaron en los EEUU y las causas también parece que fueron similares. Sobrecapacidad, expansión crediticia (desregulación y fuerte apalancamiento), agresiva ingeniería financiera (titulación, futuros, …), especulación inmobiliaria, especulación en la bolsa, (una fase 3ª avant la lettre).
En ambos casos, antes del crac financiero, la depresión salarial había ido debilitando la demanda de la economía real. La inversión industrial no podía absorber el excedente capitalista con lo que éste se fue desviando hacia la especulación (la deuda global creció cerca de un 50% durante los años 20). En ambos casos el tamaño alcanzado por las grandes corporaciones y entidades financieras convirtió la crisis económica en espiral depresiva.
Estancamiento de los salarios y consumo a base de crédito desregulado, fueron fenómenos que se repitieron en ambos casos. Al menos en los EEUU, la adquisición de viviendas y el consumo de bienes duraderos (automóviles, radios, neveras, …), que experimentó un crecimiento explosivo durante la década de 1920, vino ligado a la obtención de créditos fáciles.
El crack especulativo-financiero provocó una enorme desvalorización de los activos, cambió las expectativas y hundió la demanda agregada. La inversión privada desapareció de la escena y la trampa de la liquidez (al dinero no le apetece estar invertido en una economía real sin buenas expectativas) sorprendía a los economistas haciendo inservible la política monetaria.
La Gran Depresión de los 30, al igual que la del siglo XXI, se transmitió internacionalmente a través de los flujos comerciales, los flujos de capital y el precio de las mercancías y materias primas. La caída en el comercio internacional, la producción industrial y las bolsas, en los 12 meses siguientes al crac, fue de similar magnitud.
Sin embargo, en 2008 los registros del crac fueron bastante más profundos que en 1929. En 2008 el desplome del comercio internacional fue mucho más pronunciado y rápido que en los primeros años 30 (y sin proteccionismo). La propagación fue más rápida que la de 1929. La de 2008 fue una crisis “global”. Afectó a casi todos los países con una dureza parecida. En cambio en los años 30 la crisis afectó de manera diferente (en la magnitud y en el tiempo del contagio) a los distintos países. A nivel global la bolsas colapsaron más rápida y profundamente que durante los primeros estadios de la Gran Depresión.
Pero si observamos los antecedentes, es decir, las causas estructurales y profundas en la gestación de la crisis, la crisis de1929 comparada con la de 2008 fue un juego de niños. El capitalismo ocupa ya todos los entresijos del planeta. Ya no queda más margen para ampliar sus operaciones. Crear un simple puesto de trabajo significa un esfuerzo en capital fijo que pocos inversores están dispuestos a desembolsar. Sin puestos de trabajo adicionales, los parados fuerzan más y más los salarios a la baja. Esto mantiene los beneficios del sector monopolizado (rentas de monopolio) pero contrae más y más la demanda global.
Desde finales de los años 80 el sistema sólo funcionaba a base de burbujas especulativas (economía de la burbuja crónica). En 2001, el pinchazo de las punto.com (y con ellas del resto de la bolsa), dejó al sistema en caída libre como en 1929. La reacción fue la de "provocar" conscientemente la burbuja más bestial de la historia.
La nueva burbuja del siglo XXI tenía dos patas (burbuja crediticia y burbuja inmobiliaria) y sería la verdadera madre de todas las burbujas. El dinero barato no fue a la economía real sino al negocio financiero. En condiciones de sobreproducción las empresas no necesitaban más créditos (más bien los devolvían) así que los bancos enfocaron su negocio al crédito inmobiliario. Cuando el mercado inmobiliario quedó saturado los mismos bancos "crearon" mercado a base de colocar préstamos subprime. Los precios del inmobiliario se dispararon con lo que se "creó" más mercado aún, ahora ya puramente especulativo. Como la riqueza inmobiliaria está más distribuida que la de los valores de bolsa, el efecto riqueza sobre el consumo fue mucho mayor y la recuperación parecía más sólida.
El fenómeno alcanzó proporciones dantescas y universales gracias a Wall Street, sede de la ingeniería financiera, que colocaría, según la máxima de"originate to distribute" (dispersión del riesgo a base de titulizar las hipotecas), ingentes cantidades de hipotecas basura gracias a sofisticados y opacos productos financieros (CMOs, CDOs, CDSs) cualificados con triple A por las agencias de rating.
A medida que se expandía la burbuja, la enorme abundancia de crédito rebajaba drásticamente los intereses a largo plazo (los nuevos CDOs pagaban cada vez menos intereses) por lo que los innovadores banqueros de Wall Street, para mantener y aumentar los márgenes, empezaron a crear nuevos productos hiper-apalancados - CDOs al cuadrado - (CDOs de CDOs), e incluso CDOs al cubo (CDOs de CDOs de CDOs), con un suculento contenido subprime elevado al cuadrado o al cubo (eso si, "asegurados" con CDSs).
Las hipotecas basura constituían la materia prima a centrifugar por la nueva industria financiera pero, dada la magnitud de las operaciones en marcha, los bancos acarreaban (temporalmente decían) ingentes cantidades de esta basura, eso si, en cuentas fuera de balance - "conduits"- (oscuras entidades separadas, sin capital propio, que se financiaban a corto). Tampoco pudieron resistir la tentación de constituir otro tipo de opacas entidades fuera de balance, fuertemente apalancadas, (SIVs) para adquirir ellos mismos los peores tramos de CDOs, entidades que se financiaban con letras a corto plazo en el mercado monetario. Es decir, la codiciosa financiarización, en lugar de repartir el riesgo lo concentraba más y más. Cerca de 2 billones de dólares se habían acumulado en estos "vehículos" fuera de balance en 2007. El brebaje estaba servido y a punto para una crisis sistémica nunca jamás imaginada.
Años 30. Depresión, contagio, descoordinación, nacionalismos y 2ª G.M.
El crack de 1929 ocurrió en un contexto económico poco globalizado (en términos actuales). La mayoría de los bancos no eran gigantones "sistémicos". Las grandes corporaciones privadas aun no habían alcanzado el estadio de “multinacionales” y no abarcaban básicamente más que el sector manufacturero. Estaban radicadas en un solo país y utilizaban a sus aparatos estatales (imperialismo) para conservar y/o ampliar sus mercados y fuentes de materias primas. Los sistemas coloniales eran la expresión política de este estadio. Los monopolios privados se habían desarrollado casi exclusivamente en los extensos EEUU y en Alemania y el sistema financiero, aunque ya bastante interconectado, movía cantidades, entre las plazas financieras internacionales de la época, que hoy parecerían insignificantes.
En 1929 la producción industrial estaba concentrada en Europa y Norteamérica. Fue precisamente en el norte industrializado donde la producción y el empleo colapsaron. En Latinoamérica, Asia y el resto del mundo, donde la agricultura y el sector primario predominaban, el contagio depresivo fue más tardío. El comercio en alimentos y primeras materias cayó mucho más lentamente que el de los productos industriales. La transmisión de la crisis operó vía caída de los precios de las materias primas y alimentos.
En los años 30 el sistema monetario internacional se apoyaba en el oro como reserva y base monetaria (no había tipos de cambio flexibles). Alemania, Japón y los EEUU aumentaron sus tipos de interés en 1931-32 en un intento de defender sus monedas. En general se temía que los estímulos fiscales se tradujeran en más importaciones y pérdida de divisas.
Sólo el abandono del patrón oro permitió implementar políticas fiscales y monetarias anticíclicas que mejoraron la situación de los países que las desarrollaron.
Las medidas anticrisis fueron, en general, poco o nada coordinadas. La imposibilidad de mantenerlas por mucho tiempo condujo al armamentismo y finalmente a la mayor conflagración armada de la historia.
Alemania
Frente al crac de 1929 la respuesta del canciller alemán Brüning fue la de recortar salarios y subir impuestos cuando el paro estaba ya en el 25%. La espiral deflacionista de Brüning desestabilizó completamente la política alemana. Brüning abandonó el cargo y el presidente Hindenburg se vio obligado a nombrar canciller tras canciller: von Papen, Schliecher, y finalmente a Hitler.
Hjalmar Schacht fue presidente del Banco Central del Reich (el Reichbank) de 1923 a 1930 y en agosto de 1934 ministro de economía y ministro plenipotenciario para la economía de guerra desde 1935. Financió el enorme incremento del gasto militar sin aumentar los impuestos ni recurrir a la emisión de papel moneda. Emitió títulos de deuda pública canjeables por el Reichbank (bonos Offa, para financiar la obra pública, y los bonos Mefo, para el rearme) que colocó, entre grandes empresarios de Alemania y de algunos países industrializados, sin informar en ningún caso de la cantidad de bonos emitida (unos 12.000 millones de marcos) consiguiendo así que la gran industria se otorgara créditos a sí misma. La deuda interna se acercaba a los 50.000 millones de marcos en 1938, pero las fábricas de armamento trabajaban y contrataban más y más personal. El milagro económico alemán era el resultado de un gasto público enorme, destinado al crecimiento de la infraestructura y al rearme. En septiembre de 1934, para economizar divisas, se generalizó el control de cambios y el bilateralismo en los intercambios financieros y comerciales.
Las grandes corporaciones (monopolios y oligopolios) del sector químico (IG Farben), siderúrgico (Vestag, Krupp, GHH, Manessmann, Hoesch), eléctrico (RWE) … empezaron a recibir suculentos contratos de un nuevo régimen que generaba pedidos y eliminaba molestos sindicalistas. Los grandes monopolios germanos vieron en Hitler la oportunidad de aplastar a los socialistas y ampliar sus mercados y fuentes de materias primas hacia el Este.
Francia
Francia había crecido a un ritmo del 5% del PIB entre 1924 et 1929. Había menos de 1000 parados en 1929. La Gran Depresión no comenzó hasta el otoño de 1931, cuando como consecuencia de la devaluación de la libra cayeron en picado las exportaciones y empezaron a cerrar fábricas.
La devaluación norteamericana de 1933 agravó la situación. El estímulo monetario no se produjo hasta principios de 1935. Los pasivos del Banco de Francia pasaron de 7.051 millones de francos en julio de 1935 a 17.333 francos en mayo de 1936. En 1936 el PIB francés creció en un 5,8%.
A finales de mayo del 36 Francia abandonó el patrón oro y devaluó el franco (entre el 25 y el 35%). Le siguieron los países del bloque del oro (Holanda en un 22% y Suiza un 30%)
Desde mediados del 38 la evidente amenaza alemana forzó el rearme. En mayo se decidió devaluar de nuevo. El crecimiento del gasto público generó un déficit del 23,7% del PIB que se financió con bonos de la defensa nacional. La economía creció en un 7,2% en 1939.
Japón
En Japón, las políticas deflacionarias de los años 20 en orden a adoptar el patrón oro a la paridad anterior a la 1ª GM fueron decisivamente abandonadas en diciembre de 1931 debido al colapso del gobierno. El nuevo gobierno (el partido Seiyuu colocó en el ministerio de finanzas a Takajashi Korekiyo, keynesiano avant la lettre) abandonó el patrón oro y las políticas anticíclicas se adoptaron inmediatamente.
El Banco de Japón bajo el tipo de interés en los años subsiguientes (del 6,5% al 3,6%). La oferta monetaria y el crédito crecieron mientras que el yen caía en picado (0,5 $/yen a finales de 1932 hasta 0,2 $/yen a principios de 1934). El gobierno pudo gastar más en armamento y en subsidios y ayudas al sector agrícola (el gasto público aumentó de 1.48 millardos de yens en 1931 a 2.25 millardos de yens en 1933) financiando el déficit mediante el ahorro doméstico.
Entre 1931-37 las exportaciones se duplicaron. En 1936 la economía funcionaba con pleno empleo. En 1937 el PNB creció en un 6,2%.
Suecia
En Suecia, el impacto de la crisis se hizo sentir al año siguiente al crac del 29 con una caída drástica de sus exportaciones. En 1932, el desempleo escaló hasta el 25%. La reacción fue bastante rápida. En 1931, la corona sueca se devaluó un 30% respecto al dólar. Se generaron pronto déficit fiscales de la suficiente amplitud y duración para contener la depresión. El "modelo sueco" echaba a andar.
Italia
En Italia Mussolini instrumentó un fuerte estímulo fiscal entre los años 1936-37 a causa de la guerra en Etiopía (1/2 del gasto público), registrando un déficit fiscal del 10% durante los dos años. Los italianos construyeron carreteras y edificios públicos para consolidar la ocupación. La demanda militar estimuló la producción industrial. El comercio se reorientó hacia las nuevas colonias (25% de las exportaciones). Los bonos de esta deuda se colocaron, en parte, de forma compulsiva. También se nacionalizaron inversiones extranjeras y se organizó una colecta – el "día de las alianzas" – de oro entre la población. Como consecuencia, el PIB de 1936 a 1939 creció a una media del 7% anual recuperando el pleno empleo.
Australia y Nueva Zelanda
El banco público Commonwealth Bank, que ya había financiado el esfuerzo guerrero australiano, salvó al país de la Gran Depresión financiando la construcción de viviendas, prestando a los gobiernos locales para la construcción de carreteras, tranvías, puertos, gaseoductos y plantas de producción de energía eléctrica.
En el caso neozelandés, el gobierno también respondió a la Gran Depresión con un enorme programa de infraestructuras financiado con un crédito nacional sin intereses concedido por el nacionalizado banco central del país.
USA
En EEUU, a pesar del considerable estímulo federal promovido por Roosevelt, las políticas de contención del gasto de las administraciones estatales contrarrestaron sus medidas expansionistas de forma que la expansión fiscal total en los años treinta fue en realidad muy pequeña.
En EEUU, en cambio, parece que lo que resultó eficaz como estímulo a la recuperación fue la expansión monetaria. El PIB creció un 8% anual en el período 1933-37 tras el momentáneo desenganche respecto al oro y la subsiguiente devaluación de 1933. Cuando se volvió al oro los propietarios de oro extranjeros obtenían muchos más dólares que antes así que el Tesoro norteamericano empezó a ingresar fuertes cantidades de oro provenientes del extranjero. A partir de 1935 estos movimientos aumentaron debido a las tensiones políticas en Europa. El Tesoro monetizaba sus reservas emitiendo certificados oro que podían cambiarse por títulos de la Reserva Federal. El resultado fue que la oferta monetaria aumentó en un 17% anual entre 1933 y 1936, contribuyendo así a romper las expectativas deflacionarias y al aumento del crédito.
R.U.
La economía liberal de la era victoriana se hundió entre las dos guerras mundiales. La caída en los sectores tradicionales (tejidos de algodón, carbón, acero, astilleros) y el paro habían devastado regiones enteras de G.B. En realidad el declive industrial británico de entreguerras representaba el declive del mundo liberal decimonónico frente al capitalismo monopolista. En 1914, el R.U. era la menos concentrada de las grandes economías industriales.
En Inglaterra no existió ningún “boom” en los años 20. La vuelta, en 1925, a la antigua paridad oro de antes de la guerra había sumido al país en el estancamiento, con un paro superior al millón de trabajadores. En tales circunstancias la economía británica no experimentó una “gran depresión” como en el caso de EEUU entre 1929-32. En el caso norteamericano la caída del PIB a lo largo del período fue del 26,6% (1929-32) mientras que en el RU fue del 5,4% (1929-31).
Al principio el gobierno instituyó medidas deflacionarias con recortes draconianos en los presupuestos y los salarios públicos, subida del tipo de interés, … no consiguiendo más que empeorar las cosas (3 millones de parados).
A finales del verano de 1931, Inglaterra abandonó el patrón oro (devaluación del 25%). A partir de entonces, y con el abandono del libre comercio (arancel), el aumentó el gasto público y la bajada del tipo de interés (del 6 al 1%), la economía se estabilizó.
En 1937, el PIB del RU había superado al de 1929 en un 16,4%. El desempleo, que se había elevado al 15,6% en 1932 cayó hasta el 7,8% en 1937. Sin embargo, el pleno empleo no volvería más que con la economía de guerra frente a la amenaza germana.
4ª fase: Depresión Permanente.
Capítulo I: Contención del impacto inicial. Socialización de pérdidas, déficits y endeudamiento público y estímulos monetarios
A diferencia de los años 30 del siglo pasado, los acontecimientos económico-financieros de 2008 se interpretaron inmediatamente como el posible inicio de una gran depresión.
En los años 30 “la Gran Depresión” hubo de descubrirse (se ha dicho que Keynes fue uno de sus descubridores) y la reacción fue tardía, débil, y en general descoordinada. La magnitud de lo que estaba sucediendo se escapaba a la experiencia y conocimientos de la época y, dependiendo del grado de contagio o de las circunstancias políticas del momento, las respuestas fueron distintas y en absoluto coordinadas.
En 2008 pronto se advirtió que el mundo enfrentaba una crisis similar a la de 1929. La reacción anticíclica (política fiscal y monetaria fuertemente expansionistas) fue rápida, potente y bastante coordinada, evitando el colapso inicial. Inmediatamente se pusieron en práctica planes de estímulo monetario y fiscal (en USA el estímulo fiscal fue cercano al 3% del PIB en cada uno de los dos años siguientes y los tipos de interés quasi cero). Tanto las economías avanzadas como las emergentes reaccionaron, al unísono, de igual forma. Se trató del mayor estímulo fiscal y monetario "global" de la historia humana.
El plan combinado debería tirar de la demanda hasta que la inversión se recuperara y economía global volviera al carril del crecimiento orgánico.
En principio, en 2008 los gobiernos estaban mejor preparados para reaccionar de forma anticíclica gracias al instrumental y al adiestramiento keynesiano. Los programas de asistencia social, la seguridad social y los subsidios por desempleo (casi inexistentes en los años 30) actuaron inmediatamente como estabilizadores automáticos anticíclicos, frenando la caída en picado de la demanda y retrasando los impagos de los créditos (hipotecas, …).
El colapso financiero se evitó gracias a ingentes rescates bancarios a cargo de los presupuestos públicos (1 billón de dólares en el caso USA). Pero la re-regulación financiera no avanzó con la excusa de no recortar los canales habituales del crédito tan necesario para la recuperación, y seguramente para na sacar a la luz el enorme grado de corrupción y fraude involucrados (según la ley Dodd-Frank el mercado de derivados debía dejar su ámbito desregulado y oculto -Over the Counter- a mediados de 2011, pero la fecha se ha ido retrasando sine die). Poco después de los rescates los bancos volvían a las andadas especulando en divisas, CDSs, deuda pública y materias primas.
Para prevenir el colapso, la administración norteamericana no tuvo más opción que la de perpetuar la expansión crediticia. El rescate bancario de 2008 representó 1 billón de dólares. Luego, la Reserva Federal implementó una expansión monetaria (Qe1) de 1,75 billones de dólares entre marzo de 2009 y marzo de 2010, para librar a la banca de los activos tóxicos.
Una vez que la expansión monetaria se detuvo volvió a flojear la economía. Así pues, se lanzó otra nueva oleada monetaria de de 0,6 billones de dólares (Qe2) (helicópteros monetarios) que la banca utilizó para adquirir deuda publica.
Una política parecida, aunque a menor escala, fue seguida por el BCE y el Banco de Inglaterra.
Frente al colapso de las exportaciones, China, el único país con una economía dirigida y con una amplia base industrial alimentada por la progresiva deslocalización, implementó un descomunal plan de estímulo crediticio y de inversión, para mantener el empleo y evitar la creciente desestabilización social.
A la relativa recuperación de la demanda agregada y del comercio internacional se añadió una burbuja especulativa en los mercados de materias primas y alimentos, una recuperación de la actividad especulativa financiera (divisas y deuda pública) y una cierta recuperación de las bolsas.
La codicia depredadora los monopolio
En 2008, con una economía globalizada por y para los intereses de los grandes monopolios, las medidas frente a la crisis han sido más coordinadas que en los años 30. Pero se trata de una coordinación perniciosa, viciada y en beneficio exclusivo de las élites de las grandes corporaciones y bancos, que han aprovechado para:
- Aumentar más aún la concentración del capital a base de más fusiones y adquisiciones. El aumento generalizado de las exportaciones es un indicador de la exponencial transnacionalización y concentración del capital.
- Aumentar su dominio sobre las instituciones democráticas imponiendo "su" política económica a través de organismos a-democráticos bajo su control (Davos, FMI, BM, Comisión Europea, …)
- Aprovechar la coyuntura de crisis para el saqueo y apropiación del sector público según el modelo de las terapias de choque estudiadas por Naomi Klein.
- Desregular más (o regular a su favor), si cabe, el entorno económico globalizado, forzando más desregulación en el mercado laboral, más desregulación medioambiental y más desregulación social (ataque a la yugular del sistema de jubilación, pensiones y subsidios de desempleo) para compensar la caída de beneficios a costa de los salarios.
- Forzar políticas de "austeridad" para conseguir que los trabajadores empleados trabajen más por menos y aumentar así los beneficios corporativos. Todo lo que pueda ayudar a mantener un nivel salarial digno ha de ser sometido a acoso y derribo: sindicación, convenios colectivos, seguro de desempleo, indemnización por despido, ...
- Conseguir una "recuperación" de sus beneficios (los beneficios corporativos en los EEUU se han doblado desde 2008 y la misma tónica se ha producido en el resto del planeta) con cargo al impuesto de sociedades, las cuotas de la seguridad social y la disminución de los salarios, beneficios que no reinvierten en la economía real (sobrecapacidad) sino en la especulativa.
- Los únicos que mantienen sus beneficios son las corporaciones con mayor grado de monopolio, mientras que la tasa global de beneficios de desploma arrastrada por la caída en picado de la demanda global.
- Para los monopolios, la sobrecapacidad constituye una barrera adicional de entrada que refuerza sus posiciones y favorece su expansión. Por lo que la sobrecapacidad se convierte en una característica intrínseca y permanente de la Depresión, generando más y más desempleo y más y más exclusión.
Capítulo II: “Solidaridad de mercado”.Consolidación fiscal, fin de los estímulos y recortes. Agotamiento del tirón chino.
Monopolistas y financieros han impuesto una especie de “solidaridad de mercado”. En ausencia de proteccionismo, y con la mayoría de las industrias deslocalizadas, los estímulos en unos países acaban beneficiando las exportaciones de otros.
Por otra parte, algunas economías, despojadas de instrumentos de política monetaria, tipos de cambio y política fiscal, en cuyas cabinas de mando se han colado instituciones a-democráticas como son el FMI y la Comisión Europea, deben ser sacrificadas a base de recortes, consolidación fiscal y estímulos negativos, para taponar las vías de agua del desregulado sistema financiero internacional y permitir que otras economías (EEUU, Alemania, … ) puedan mantener los estímulos para una hipotética recuperación.
Pero los desequilibrios sistémicos acumulados en el presente siglo son de una magnitud incomparablemente mayor que los que precipitaron la Gran Depresión de los años 30. La posibilidad de una gran depresión no se ha considerado seriamente. Nadie está preparándose para el enorme socavón que se avecina. Bancos y corporaciones han aprovechado la crisis y los estímulos para concentrar más aún sus negocios. La polarización de la renta y la riqueza ha seguido avanzando a un ritmo mayor y la sobreproducción, que en 2008 se concentraba básicamente en el sector industrial, amenaza ya a todos los sectores ante la caída en picado del consumo y la inversión.
Los economistas pro-sistema, después de negar la posibilidad de una nueva depresión, defienden que, de todas formas, si se presentaba tal eventualidad, con estímulos monetarios (los helicópteros monetarios de Friedman y Bernanke) bastaría para evitar el colapso bancario y volver al negocio de la forma habitual.
Christina D. Romer, especialista en la política fiscal y monetaria de los años treinta, apuntó que una lección clave de la Gran Depresión de los 30, era la del peligro que implicaba reducir los estímulos antes de tiempo. Pero mientras nos acercamos al 5º año de la Depresión, las finanzas públicas han quedado desballestadas en la mayoría de los países y los signos de la depresión, levemente velados por los altisonantes discursos sobre brotes verdes y los estímulos anticíclicos de los países que han podido permitírselos, vuelven a manifestarse con toda su acritud. El sector financiero, recién rescatado, y más concentrado y sistémico que nunca, vuelve a necesitar del suero público.
Agotamiento del tirón chino
China, el motor de la especulación en materias primas y divisas, que consiguió desacoplar de la crisis a un pelotón de países “emergentes” exportadores de materias primas, empieza a dar signos de agotamiento.
Gillem Tulloch “China está consumiendo más acero, hierro y cemento per cápita que ninguna otra nación industrial en la historia. Todo va a ferrocarriles que nunca harán dinero, carreteras en las que nadie conduce o ciudades donde nadie vive.”
Durante los primeros ¾ de 2009, la inversión en activos fijos (fabricas, ferrocarril, …) fue la responsable del 95% del crecimiento chino y del 45% del PIB. Un hito histórico sin ninguna posibilidad de mantenerlo por mucho tiempo. Un bosque de edificios de oficinas vacíos, grandes almacenes, barriadas residenciales, autopistas, puertos, aeropuertos, trenes, … todo vació, por todo el país. En la industria del acero, en la que china tenía un exceso de capacidad de 200 mill. de tn. en 2008, el programa de estímulo promovió la construcción de nuevas factorías que añadieron una sobrecapacidad de 58 millones de toneladas adicionales.
El sobrecalentamiento de la economía china se tradujo en un aumento de la bolsa del 100% (índice de Censen) durante 2009, mientras que los precios de la vivienda se dispararon entre un 51% y un 68% en las principales ciudades. Los coches, camiones y autobuses también aumentaban sus precios en un 45%.
La demanda china de materias primas, junto a la especulación inducida por Londres-Wall Street, han actuado como la “locomotora” que ha permitido un desacoplo temporal de los países exportadores de materias primas. Esta etapa está a punto de finalizar.
Pero China nunca va a sustituir a EEUU o Europa como locomotora consumista mundial, puesto que ello implicaría mejorar las condiciones sociales de los trabajadores y revaluar el Yuan, y esto no va ha suceder puesto que el gobierno chino es una marioneta de los monopolios multinacionales que han convertido a China en "su" plataforma exportadora.
El estímulo de la inversión pública no se ha traducido en una mejor distribución de la renta y la riqueza (demanda interna) sino más bien al contrario. China es el país con más desigualdad del mundo (después de Nepal). Además, la mayor parte de la nueva capacidad instalada lo ha sido en el sector exportador (controlado por los monopolios multinacionales) en orden a una futura recuperación de la demanda externa mundial que no se va a producir.
China ha sido traicionada por su burocracia y está atrapada al final de la cadena de la división internacional del trabajo. Nunca evolucionará como un nuevo Japón o un nueva Corea del Sur. Si en los 90 parecía que la burocracia controlaba el proceso de abertura al capitalismo, en la siguiente década las multinacionales han tomado definitivamente el control. China está siendo recolonizada y su burocracia va recuperando lo peor de su antiguo papel de corruptela "compradora" al servicio de los intereses extranjeros. El capital extranjero controla ya la mayoría de los sectores industriales del país (60% de las exportaciones y el 80% de las exportaciones del sector de electrónica y maquinaria). La mayoría de las marcas chinas han ido sucumbiendo una tras otra. Las firmas extranjeras ya no sólo controlan el sector exportador sino que están tomando posiciones en el sector de servicios (consultoría, inmobiliario, seguros, auditoría, mensajería, entretenimiento, refrescos, deporte, ... ) e incluso en los servicios públicos del país (suministro de agua potable, alcantarillado, sanidad, educación, ...) .
Los síntomas de la recaída ya son manifiestos. La crisis financiera cabalga de nuevo. De nuevo reuniones maratonianas para evitar o retrasar un desastre difícilmente absorbible por los desballestados presupuestos públicos. Los precios de las materias primas (cobre, cinc, estaño, …) muestran signos de debilidad desde julio 2011 y la recesión ensombrece de nuevo el panorama mundial, y esta vez sin desacoplamientos que valgan. El mundo está al borde del precipicio y la cuerda lanzada por la burocracia china está a punto de romperse.
Capítulo III (Próxima entrega)
links:
Wolfgang Streeck: THE CRISES OF DEMOCRATIC CAPITALISM
Christina D. Romer: Lecciones de la gran depresión
Roger Middleton: Lessons from the great depresion (RU)
Federico Novelo: Las lecciones de la gran depresión
6 comentarios:
Miedo me da la próxima entrega. Bienvenidos al neofeudalismo
Tremendo post e impresionante blog. Los post sobre monopolios y oligopolios, y rentas de monopolio y productividad de CEO'S son antologicos.Contundentes y repletos de conocimiento ecónomico. De obligada lectura en las facultades de economía (neoliberales). Que no decaiga. Saludos,...
Tu blog merece ser leído. Eres muy riguroso y no se te puede cazar en ninguna incoherencia. Es una lástima que no publiques con más frecuencia.
Saludos de un anarquista convencido
Felicidades por el blog. Esperamos impacientes nuevas entradas.
salu2!
Desde hace unos meses sigo tus entradas y mi sincera enhorabuena por su rigurosidad.
Me gustaría sin embargo que publicaras alguna en la que sugirieras posibles actuaciones para paliar la crisis o que tipo de reconversión socio-económica necesita hoy el planeta.
saludos y gracias
Me ha fascinado el blog, realmente tiene un tono purificado y limpio, me refiero a toda esa hojarasca grotesca que pulula en muchos blogs financieros y económicos. Coincido plenamente en muchos puntos, un mundo patas arriba con un régimen precario y deformado en falsa evolución.
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