8/6/13

La Tercera Revolución Industrial: Desempleo, Exclusión y Precarización


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Another english translation

Todo aumento de la productividad, todo invento o avance para reducir el trabajo necesario, se convierte en un peligro para la humanidad. La “destrucción creativa” se ha convertido de hecho en “creación destructiva”

Entrevista a Robert Kurz (2 de septiembre de 2012)

¿Que es lo que diferencia la presente crisis respecto a las precedentes?

 "El capitalismo no es un eterno círculo sino un proceso histórico. Cada gran crisis acontece en un determinado nivel de acumulación y de productividad superiores a los de la crisis anterior" ... "Las crisis anteriores se superaron porque el capitalismo no había alcanzado todavía su máxima expansión. Un espacio interior quedaba aún disponible para el desarrollo del sistema" ... "Sin embargo, tras la 3ª revolución industrial, al capitalismo ya no le queda espacio para una nueva fase real de acumulación"

Según usted, el capitalismo se está acercando a su fin. ¿Estamos, por primera vez en la historia confrontados a la posibilidad de superar el capitalismo?

"Una intervención apropiada podría haber permitido parar la marcha del capitalismo en cada uno de los estadios de su evolución. La socialización de la producción hubiera tenido una forma sobre la cual no podemos decir nada porque nunca tuvo lugar. Enfrentar al capitalismo no es una cuestión de necesidad objetiva, sino de conciencia crítica. Ni las revoluciones del siglo XVIII y principios del XIX, ni tampoco el viejo movimiento obrero, ni los movimientos sociales de las últimas décadas, han sido capaces de engendrar dicha conciencia. Por el contrario, la forma capitalista se ha internalizado más y más en la sociedad. La situación es la que es y sería inútil deplorar las batallas perdidas del pasado. Si el capitalismo se enfrenta en la actualidad a su límite histórico absoluto, esto no significa que, dada la falta de conciencia crítica, la emancipación no pueda fallar también esta vez. Pero el resultado ya no va a ser una ulterior etapa de acumulación sino, como Marx apuntó, la caída generalizada en la barbarie".

Revoluciones industriales


Entre los economistas historiadores es habitual hablar de tres revoluciones industriales. La primera 1760-1830, en la que se desarrolló la energía de vapor y los ferrocarriles. La segunda, desde los 1860s hasta la 1ªGM, en que se desarrolló y generalizó el uso de la electricidad, la combustión interna, el agua corriente, los cuartos de baño interiores, las comunicaciones, el entretenimiento, los productos químicos y los derivados del petróleo. La tercera que se inició en los años 1970s, la de la micro-electrónica y la digitalización, y en la que se introdujo el uso generalizado de las computadoras en todos los sectores económicos y en los hogares, la Internet, la robotización y los teléfonos móviles... Algunos analistas que relaciona las revoluciones industriales a los desastres ecológicos vinculadas a ellas, subrayan también la industrialización de China como un elemento sustantivo de la 3ª Revolución Industrial.

La revoluciones industriales y las crisis de sobroproducción


En capitalismo, las innovaciones, los inventos, las mejoras técnicas que disminuyen el tiempo de trabajo, la aparición de nuevas máquinas domésticas que prometen hacer más fácil la vida, …, acaban complicándonos más la vida, aumentando más el tiempo de trabajo, reduciendo aún más los salarios, y, lo peor de todo: desempleando y excluyendo a muchos y amenazando de desempleo y exclusión al resto.

En todos los casos, la introducción y proliferación de innovaciones técnicas revolucionarias significaron un aumento cualitativo de la productividad del trabajo y la consecuente caída de los precios de los productos. El aumento de la productividad redujo los puestos de trabajo necesarios para un mismo nivel productivo. En un corto lapso de tiempo, muchas plantas industriales e incluso sectores enteros quedaron obsoletos y quebraron. El aumento del desempleo deprimió los salarios con lo que la demanda se colapsó y se entró en una espiral de crisis de sobreproducción. Las primeras revoluciones industriales generaron las mayores olas de emigración de la historia. Millones de trabajadores expulsados de los núcleos industriales y agrarios europeos se vieron en la necesidad de emigrar a otros continentes para sobrevivir.

Aunque las revoluciones industriales provocaban graves trastornos socioeconómicos, reforzaban por otra parte la capacidad de expansión del sistema. Las formaciones capitalistas avanzaban sobre los raíles del ferrocarril y los tendidos de las nuevas líneas eléctricas hasta los más recónditos confines del planeta, y tras ellas, los emigrantes volvían a encontrar empleo, cobrar salarios, establecer sus familias, y a participar de nuevo, como consumidores, en el sistema. La ampliación de los mercados compensaba las funestas consecuencias de las revoluciones industriales que, al final, y a pesar de los trompicones, acababan figurando como hitos del progreso de la humanidad en los libros de historia.

Las paradojas de la tercera revolución industrial


Como en el caso de las otras revoluciones precedentes, la brillante ilusión posmoderna que despertó la Tercera Revolución Industrial respecto a nuevas formas de "trabajo inmaterial" en una nueva “sociedad de la información” basada en nuevas relaciones entre el capital y el trabajo, con una mayor "autodeterminación" de los trabajadores, etc., se acabó traduciendo, como era de esperar en capitalismo, en una oscura realidad de desempleo masivo, subempleo, auto-explotación y precariedad generalizada.

La Tercera Revolución Industrial, por la naturaleza de su alta mecanización y robotización, significa que una proporción cada vez mayor de la población va resultando excluida del proceso de producción, mientras que los que se quedan trabajando, aceptan una remuneración cada vez menor ante el temor de resultar también ellos excluidos. La Tercera Revolución Industrial ha generado una progresiva irrelevancia del costo de mano de obra en los costos finales de producción (un iPad de primera generación de 500 $  incluye apenas  33 $ de mano de obra de fabricación, de los cuales el ensamblaje final en China representa sólo  8 $).

Al igual que las fábricas de algodón aplastaron a los telares manuales y el modelo Ford T dejó sin trabajo a todo el sector de transporte de tiro animal, las tecnologías digitales han sacudido el sector de medios de comunicación, han liquidado los negocios de intermediación y de venta al por menor, han vaciado de administrativos las oficinas y diezmado las fábricas, sembrando desempleo y exclusión por doquier.

A diferencia de las revoluciones anteriores, esta tercera revolución acontece en un momento en que una expansión adicional del sistema resulta ya imposible. El sistema se enfrenta a dos barreras totalmente infranqueables: Una interna puesto que es imposible expandirse más allá de la misma “globalización” y otra externa ante el  agotamiento de los recursos, graves problemas de polución y catástrofes biológicas y medioambientales.

Tecno-utopías y monopolios

Sin embargo, las tecno-utopías y el ilusionismo posmoderno de la 3r Revolución Industrial no parece que pierdan fuelle: “Las fábricas del futuro ya no van a estar llenas de máquinas y trabajadores con mono azul. Muchas serán absolutamente limpias y permanecerán casi desiertas. Como ocurre ya en muchos casos (plantas hidroeléctricas, ...) la mayoría de los puestos de trabajo ya no estarán en la planta de la fábrica, sino en las oficinas cercanas, que estará llenas de diseñadores, ingenieros, informáticos, expertos en logística, personal de marketing y otros profesionales. Los trabajos de fabricación del futuro requerirán más habilidades. Muchas de las tareas repetitivas aburridas quedarán obsoletas.”

Estos brillantes análisis huyen de una contradicción interna cada vez más evidente para todos. Si la entrada de mano de obra humana es cada vez menos significativa en la producción de mercancías, y los salarios representan cantidades cada vez más pequeñas respecto a los capitales destinados a la producción (la amenaza de exclusión fuerza los salarios a la baja, incluidos los de los famosos “diseñadores, ingenieros, informáticos, expertos en logística, personal de marketing,...”), ¿quién exactamente va a comprar estos productos y con qué salario? ¿Cómo va la gente a subsistir en un capitalismo sin trabajo?

Los tecno-utópicos también tienen la respuesta para esto. La situación del capitalismo actual es susceptible de reconducirse:

Internet ha propiciado la desintermediación comercial y la aparición de redes sociales de distribución.. Ello, combinado con el perfeccionamiento de la impresión 3D y la posibilidad de la libre fabricación modular, ¿podría representar una oportunidad para los excluidos a partir de un retorno a las formas de la pequeña producción mercantil y el trabajo artesanal, donde los trabajadores volverían a poseer los medios de producción? ¿Una manufacturación modular, peer-to-peer, de código abierto y fácilmente replicable, de sólidos que se producirían en base local y en respuesta a las necesidades de una comunidad específica, y que podría extenderse a otras muchas otras áreas como la fabricación de automóviles, de muebles o de ropa? Con la propagación de estas nuevas tecnologías modulares los empleos deslocalizados volverían al suelo patrio. La economía colaborativa, los trabajadores pasando a ser empresarios de si mismos, las cadenas de suministro abandonando el marco cerrado de la gran corporación para volver un mercado libre lleno de nuevos emprendedores. 


Pero en estas altisonantes disertaciones hay un factor clave y determinante que nunca aparece: los monopolios, criaturas que ganan peso con las revoluciones industriales y sobre todo con las crisis de sobreproducción que aquellas generan. La Tercera Revolución Industrial y sus crisis asociadas, han propiciado la transnacionalización y la hipertrofia monopolista a escala global, de forma que apenas queda ningún resquicio que pueda escapar a su penetración y control. A diferencia de las computadoras, el "reinicio" no funciona para el capitalismo.

Como ha ocurrido con la producción y comercialización de alimentos orgánico-ecológicos "alternativos" (las grandes superficies monopolistas ya tienen operativas sus respectivas secciones para capturar este particular segmento del mercado global), estas tecno-utopías acaban siendo capturadas rápidamente por un sector en auge en el que el monopolio constituye su misma esencia y razón de ser. Se trata de las "compañías plataforma". Compañías que crean "plataformas de mercado" donde cualquiera puede intercambiar bienes y servicios. Amazon, eBay, Google, Facebok, Uber, WorkFusion, etc., acaban conformando un nuevo sistema de subcontratación y auto-explotación tipo “putting out system” (como en el caso del género de punto en el área de Módena), destrozando, de paso, lo poco que queda en pie del pequeño comercio arrasado por las grandes superficies. En la práctica se trata de una variante del sector informal en auge, variante en la que son las "plataformas" monopolistas las que cobran los impuestos que dejan de cobrar las administraciones públicas. Hace tiempo que las escuelas de negocios han puesto el ojo en la base de la pirámide, donde va a parar la gran mayoría de la población del planeta. Allí también es posible hacer negocio (microcréditos, etc.) 

Marx o Schumpeter


La dura realidad de las revoluciones industriales ya fue observada por Marx. Fue él, y no Schumpeter, quien señaló por primera vez el fenómeno de la "destrucción creativa" de la sociedad industrial, observando que en el censo británico de 1861 las nuevas industrias de la Segunda Revolución Industrial eran, en términos de empleo, comparativamente menores que sus antecesoras de la Primera Revolución Industrial. Marx estudió los casos de las fábricas de gas, telegrafía, la fotografía, la navegación a vapor y los ferrocarriles. En todos los casos los avances en mecanización y automatización de estas industrias habría reducido el empleo desde 1.000.000 a no más de 100.000 trabajadores.

Posteriormente Marx señaló que las industrias de la Segunda Revolución Industrial en Inglaterra no habían absorbido casi nada del trabajo expulsado. De ahí sus expectativas respecto a una trayectoria secular de disminución de la demanda de fuerza de trabajo. El paro forzaba la caída de salarios y la demanda con las consecuentes crisis de sobreproducción.

Las revoluciones industriales aumentan la productividad y la capacidad productiva. Esta hipercapacidad se enfrenta a la reducida capacidad de consumo de la población (excluidos o con sueldos menores) y genera una crisis de sobreproducción que expulsa y excluye sectores enteros de la población del sistema productivo como material humano obsoleto.

Schumpeter también advirtió el fenómeno, pero argumentó que esta “destrucción creativa” durante las crisis era capaz de compensar la destrucción de puestos de trabajo con la creación de nuevos puestos, gracias a la proliferación de las nuevas industrias. Evidentemente, la teoría de Schumpeter requería de una expansión continuada del sistema.

En las fases anteriores a la actual globalización, el sistema era aún capaz de aprovechar su nueva capacidad técnica para la expansión y la depredación de la periferia (apropiación de tierras, inmuebles, recursos naturales, pesquerías, riqueza forestal, esclavización de la población,...), combinando coerción con violencia, según las circunstancias, arrasando los modos de producción precapitalistas, destruyendo sus economías, sus sistemas sociales y políticos (imperialismo).

Con la máquina de vapor, el barco de vapor y el ferrocarril, el capitalismo se lanzó al asalto y el saqueo a mano armada del planeta, disfrazado de colonización civilizadora y ayuda al desarrollo. La otra cara de las revoluciones industriales han sido pues las crisis de sobreproducción, la emigración en masa, el colonialismo y el imperialismo.

La destrucción ya no es creativa


Según Shumpeter, la “destrucción creativa” favorece la concentración monopolista y esto es bueno para el capitalismo. La primera revolución industrial favoreció la aparición de monopolios en los sectores más dinámicos de la economía (acero, carbón, siderurgia, …). Con la segunda revolución industrial y la gran depresión de los años 30, el monopolio avanzó copando múltiples sectores que hasta entonces se le habían resistido. Con la 3ª revolución industrial la concentración monopolista se ha generalizado a todos y cada uno de los sectores de la economía, incluidos sectores (comercio minorista, mensajería, edición de libros/revistas, internet, hostelería, …) que nadie hubiera imaginado hace tan sólo unas décadas.

La hiperconcentración monopolista global significa que el capitalismo ha alcanzado una barrera sistémica interna que ya no puede traspasar. Sin crecimiento, los excluidos por la 3ª revolución industrial ya no van a ser reabsorbidos. La mayoría de la población quedará progresivamente excluida y definitivamente marginada, sin acceso a los revolucionarios logros de la técnica y la productividad.

La misma "destrucción creativa" ha dejado de funcionar.  En las otras revoluciones industriales, las crisis de sobrecapacidad forzaban la desaparición de los menos competitivos, dejando el campo libre para las iniciativas más productivas, modernas y agresivas. Una especie de rejuvenecimiento que favorecía una ulterior expansión del sistema.

En la actualidad, dado el alto nivel de monopolización, la "destrucción" necesaria para el rejuvenecimiento del sistema ya no tiene lugar. Cuando en un determinado sector está repartido entre dos corporaciones (duopolio), no existen firmas marginales susceptibles de destrucción. Cuando ruge la recesión, el duopolio sencillamente deja de invertir, despide obreros y mantiene la sobrecapacidad esperando tiempos mejores.

En estas condiciones, cualquier atisbo de recuperación choca con una infranqueable barrera interna, puesto que "todo" está ya globalizado. La globalización monopolista significa que la expansión ulterior del sistema ya no es posible. Los ferrocarriles derrumbaron el sector del transporte animal, pero esta destrucción se compensó con la inclusión generada por la expansión planetaria del sistema de ferrocarriles. Con la revolución digital y la robotización ya no ocurre lo mismo. Ya no quedan zonas geográficas o sectores vírgenes susceptibles de una ulterior expansión capitalista. La destrucción ya no es creativa, es destrucción a secas, destrucción pura y dura, y las personas excluidas ya no encuentran ni encontrarán colocación dentro de un sistema que ya es global. Incluso los famosos protagonistas de las tecno-utopías, “diseñadores, ingenieros, informáticos, expertos en logística, personal de marketing… ”, acaban también de patitas en la calle.

El capitalismo tiene que expandirse eternamente y en su irracional fuga hacia adelante, además de intentar apoderarse por todos los medios de los últimos recursos gratuitos de la naturaleza, se abalanza sobre los servicios e infraestructuras hasta ahora administradas por los estados en una vorágine imparable de auto- metabolización caníbal. 

Los carteles “se vende” o “se alquila” se eternizarán, para siempre, en la mayoría de los espacios urbanos y polígonos industriales del planeta. Todo aumento de la productividad, todo invento o avance para reducir el trabajo necesario, se convierte en un peligro para la humanidad. La “destrucción creativa” se ha convertido de hecho en “creación destructiva”.

La ilusión de los “nuevos emprendedores” y el fin de las pymes


En todos los casos, las revoluciones industriales crearon la “ilusión” de un mundo mejor, un mundo más fácil y cómodo, en el que el trabajo se iría reduciendo gracias a las mejoras en la productividad.

Con la 3ª revolución industrial, la ilusión consistía en que la informática implicaría nuevas formas del “trabajo inmaterial”, una “sociedad de la información”, con una mayor “autodeterminación” de los trabajadores.

En realidad, la “era de la información” conlleva el desempleo en masa, el subempleo y a la precariedad de las relaciones laborales. La supuesta “autodeterminación” ha conducido a una compulsiva “autoexplotación” en la más pura tradición del “putting out system” (Bimbo convirtiendo a sus transportistas en “empresarios” autónomos). Los supuestos “nuevos emprendedores”, “empresarios autónomos de su fuerza de trabajo”, o “gestores de su propio capital humano”, son en realidad agresivas formas de flexi-explotación que dejan a los trabajadores completamente a merced de las condiciones del capitalismo en crisis.

En la práctica, la esperanza ludópata de la mayoría de los “nuevos emprendedores” es la de descubrir o desarrollar algún recóndito nuevo "nicho de valor”, para abandonar rápidamente la "plataforma del mercado" y  venderlo cuanto antes, por una buena tajada, al monopolista de turno.


¿Nuevas plataformas para las pymes? En un medio dominado por los monopolios, parece que tiene sentido buscarse la vida como suministrador de dichos monopolios montando pymes. Pero suministrar a un único comprador (monopsonio) capaz de dictar precios y condiciones, significa la precarización, la miseria o el cierre, para la mayoría de las pequeñas y medianas empresas cogidas en la trampa. Los mismos monopsonios recomiendan a sus proveedores la fusión y consolidación (economías de escala) para reducir ad libitum sus costes. En lo que respecta a las pymes que pretendan actuar en sectores aún no monopolizados, estos sectores se están reduciendo por momentos, incluso en las más recónditas zonas geográficas y ámbitos más insospechados. La figura del pulpo, con la que los norteamericanos del Oeste denunciaban al monopolio del ferrocarril, se corresponde perfectamente con esta habilidad monopolista de aprovechar y explotar cualquier nicho o recoveco,  perfeccionada por la 3ª revolución industrial.

La terciarización tercermundista


La doctrina económica tradicional vincula el desarrollo de los tres sectores (primario, secundario y terciario) con el desarrollo de las sucesivas olas de avance de la productividad, las revoluciones industriales.

Es evidente que, desde el punto de vista técnico y material, la productividad resultante de la tercera revolución industrial permitiría que la humanidad pasase tan sólo una pequeña de su tiempo en la producción agraria o industrial para ocuparse sobre todo de la formación, educación, asistencia, medicina, cultura, etc.

Las tecno-utopías neoliberales encandilaban con una supuesta terciarización progresista. Las mejoras en productividad se iban a traducir en una “sociedad de la cultura, la educación, de la asistencia y del ocio”, en una sociedad igualitaria que generaría multitud de nuevos “servicios” y nuevos empleos para mejorar la salud, la educación, el medio ambiente, la asistencia a los ancianos y discapacitados, etc.

En la práctica, la primera parte del argumento se está llevando a cabo de forma implacable: cada vez hay menos gente ocupada en los sectores primario y secundario. Pero, el capitalismo nunca va ha permitir que la segunda parte del programa se haga realidad.

En realidad lo que se está imponiendo en el primer mundo es la conocida terciarización de la miseria, habitual en el Tercer Mundo. Un puñado de ejecutivos high-tech, viviendo en barriadas exclusivas, montando en autos y yates de última generación, rodeados de multitudes de sirvientes, guardaespaldas, abogados, cocineros, sastres y criados aduladores, mientras que los trabajadores expulsados del sector industrial y agrícola, han de buscarse la vida en otros sectores cada vez más precarizados o renunciar, sucumbiendo en la exclusión. La polarización social genera una extensa gama de subempleos precarios en los que los expulsados pasan a “servir” a los ricos o a los que aún mantienen sus precarios puestos de trabajo; precarios sirviendo a precarios (criados, chicas de servicio, chóferes, camareros/as, damas de compañía, prostitutos/as, camellos, siervos domésticos, …), según el modelo de la terciarización tercermundista.

Los apóstoles de la terciarización plantean que estos servicios terciarios son portadores del futuro crecimiento del sistema. Pero, en la práctica, la demanda de consumo que puedan pagar estos servicios es cada vez más pequeña, ya que en la 3ª revolución industrial está acabando con la clase media. Las multitudes que fracasan, son excluidas del sistema por los apropiadores cada vez más exclusivos de las ganancias de la productividad. Para miles de millones de seres humanos ya no existe ningún futuro capitalista.

La terciarización socialista


Los revolucionarios neoliberales, hasta hace poco, entonaban estridentes cánticos a la moderna terciarización a la vuelta de la esquina: los gobiernos reduciendo su campo de acción limitándose a establecer reglas claras y un campo de juego nivelado para facilitar el surgimiento de las nuevas empresas terciarias de todo tipo. Hoy día, el peso fatídico de la evidencia empírica ha secado sus gargantas y han enmudecido.

Sin embargo, en la actualidad, con el extraordinario nivel alcanzado por la productividad, la terciarización constituye la única estructuración socioeconómica factible para la mayoría de la población. La posibilidad de una futura sociedad terciaria precisa de una nueva visión del mundo social, frente a un sistema irracional, cuyo absurdo reduccionismo orgánico y mecánico conducen inexorablemente a la catástrofe social y ecológica.

La sociedad agraria premoderna no se basaba en la producción monetaria de mercancías. Por ello, el cambio a la sociedad industrial representó una ruptura con las formas de dependencia personal que fueron reemplazadas por la forma contractual e impersonal capitalista. De la misma manera, el traspaso de la sociedad industrial a la sociedad de servicios exigirá la ruptura con el sistema de producción capitalista y la formación de un orden cualitativamente nuevo y distinto.

21 comentarios:

Pinch Klub dijo...

Bravo!

Toni Ribes dijo...

Gracias una vez más por sus impresionantes posts

CHINASKY dijo...

Esta sociedad està demasiado aburguesada para luchar por nada. Asistiremos a un derrumbe y ya veremos si de las cenizas nace una nueva raza humana, sana y solidaria.

Felicidàdes por el blog, que me recomendò un colega y como siempre, su gusto es canela fina.

Anónimo dijo...

Sigo siempre tu blog, además de la página de Rebelión.org.

Tus análisis son siempre geniales.

Felicitaciones y sigue así.

Ojalá todo el mundo te leyera.

Anónimo dijo...

Este blog es brillante y no cae en conspiranoias ni contradicciones como otros. A mí me lo recomendaron en otra pàgina, alguien a quien respeto mucho y se posiciona en el socialismo libertario. Superó mis expectativas. Creo que los posts de este blog son magistrales.

A Chinaski: te leia en otros espacios, supongo que ya no participas porque comprendiste que rayan el neofascismo aunque se disfracen de ácratas y atraigan a algunos izquierdistas con cebos. Se quedan ya más solos que la una.

Marcos

antonio dijo...

OK, el capitalimso es un desastre. Ya nos hemos enterado. Perooo... ¿para cuando un renglón, un párrafo, un post, proponiendo un sistema alternativo?. O es que estamos ante otro caso de 'destrucción creativa?¡¡...

CC dijo...

Ahí va un renglón

La cosa ya no es como en la época del capitalismo juvenil, ni como en la época del capitalismo maduro, con monopolios a escala reducida y con base nacional (hasta los años 1970s). En todos los casos, la lucha o resistencia anticapitalista fracasó, seguramente porque al sistema seguía en expansión. La etiqueta “socialista” se utilizó para desorientar y frenar el anticapitalismo. Los socialdemócratas planteando que es posible coexistir con capitalismo. Los “soviéticos” planteando que el capitalismo de estado es socialismo.

El capitalismo que ha sido, hasta ahora, un sistema peligroso para la mayoría de la población y el resto de especies del planeta, en la actualidad se ha vuelto letal. Tener esto claro es la base para la resistencia anticapitalista. También ha de quedar claro que ya no quedan fases ulteriores de crecimiento del sistema. Hemos entrado en una fase nueva en la que la depresión (falta de expansión) se convierte en permanente. Como en el caso de la muerte por inanición, el sistema, en fase de adelgazamiento, irá consumiendo todas sus reservas a base de excluir (eliminar) población sobrante puesto que ya no es capaz de reproducir la fuerza de trabajo. El sistema ha entrado en fase de autofagotización. Todo lo “publico”, todos los servicios públicos, están amenazados de muerte. Infraestructuras, hospitales, colegios, televisiones, radios, periódicos, …, las mismas instituciones estatales, los ordenamientos jurídicos, …. El capitalismo es un cáncer que acaba con el paciente “capitalista”.

Entonces, que hay que hacer?. Se trata de intentar “sobrevivir al capitalismo”, no “en el capitalismo”. Enfrentarse a la banca, a los desahucios, a la deuda ilegítima, a los monopolios, a los paraísos fiscales, a la desigualdad fiscal, a los privilegios de las multinacionales, a la Troika, a las guerras neo-imperialistas, … Defender los servicios públicos, los monopolios públicos, la prensa, la radio, la televisión, la sanidad, la educación, la Internet, las pensiones, el pequeño comercio, la agricultura sostenible, la limpieza de los ríos, la preservación de las selvas, la redistribución de la riqueza, ..., son , en la actualidad, luchas anticapitalistas puesto que en capitalismo todo esto va a ser eliminado y destruido.

En el capitalismo maduro en crecimiento existía una “aristocracia obrera” que conseguía un cierto “estado del bienestar” dentro del sistema, a cambio de hacer la vista gorda respecto a los desmanes que cometían sus campeones monopolistas nacionales en el resto del planeta. Las mismas luchas que hoy son anticapitalistas, entonces no lo eran puesto que el capitalismo podía aún acomodarlas en su seno. En la actualidad esa “aristocracia obrera” está en fase de extinción. El “estado del bienestar” ya no es posible dentro del sistema. Luchar por su conservación es, en la actualidad, una lucha “anticapitalista” y es importante ser plenamente conscientes de ello.

CC dijo...

Ahí va otro renglón


Lo más importante es “adquirir consciencia” de que lo que hacemos es anticapitalismo. El enemigo no son los inmigrantes, los judíos, los islamistas, los gitanos, los negros, los rumanos, los franceses, los norteamericanos,…, el enemigo está en casa, en el bolsillo, en el periódico, en la televisión, en Internet, …, y tiene nombre y apellidos: Carrefour, Microsoft, Ikea, Montsanto, Pfizer, Zara, Apple, Verizon, Repsol, Telefónica, CocaCola, Nike, Santander, BBVA, Shell, … Son la tropa que quema y entierra con vida a sus empleados en Bangladesh, expulsa a la gente de sus casas, estafa a los ancianos, planea liquidar a los jubilados, destruye las selvas, roba los recursos a los indígenas, las tierras a los agricultores, envenena, nos poluciona, nos enferma y chantajea con sus fármacos patentados, …

La fase final capitalista es la barbarie. El socialismo, como antítesis y “superación” del capitalismo no está, en absoluto, asegurado. Muchos de los daños infringidos por el sistema al planeta y a la especie humana son irreparables. El socialismo, si es que alguna vez se llega a él, más que un sistema revolucionario de la abundancia y el crecimiento ilimitado, será más bien un humilde sistema de supervivencia de la especie humana consciente de unos límites que nunca hubiera tenido que sobrepasar.

antonio dijo...

Parece que puedes ser tan sólido construyendo que.. destruyendo sistemas económicos. Tu exposición de la alternativa al modo de producción capitalista es clara, completa y compacta. Sin fisuras. Poco que diferir. Sólo matices. Uno, capitalismo/socialismo parece la superficie actual de una dialéctica más profunda: economía individual versus economía común. Organismos unicelulares versus pluricelulares. En mi opinión ese debate dejo de existir hace 1.100 millones . Sólo ciertos 'amebas' actuales no son conscientes de ello, y, finalmente, palman. Los organismos o acaban cooperando o se extinguen. La Biología evolutiva (Lynn Margulis, Elisabet Sahtouris,..) dixit. Dos, los límites del crecimiento: o crecemos más o la naturaleza, la materia, nos liquida a día de hoy. La materia está lejos de estar bajo control. Otra cosa, muy distinta, es el ritmo y la vigilancia de ese crecimiento. Tres, para llegar a tu ecosocialismo, esa economía común plena, la clave parece estar en la velocidad de incorporación de esa economía común, colectiva. Variantes aceleradas (tu capitalismo de estado) fracasaron. El modelo nórdico, socialismo democrático, mixto, etc...parecía estar haciéndolo al ritmo y cadencia adecuados. Sin perder de vista, e integrándolos en el bienestar común, los incentivos económicos individuales. La variante lenta hacia una economía social/comunal plena. Olof Palme y compañía. Cuatro, tienes razón, no es una mera recesión. Es un paso atrás casi evolutivo que, vía destrucción de lo público precisamente, amenaza con un flash-back al feudalismo. La caída del Muro de Berlín y la pérdida del miedo al ‘socialismo real’ me parece que tienen bastante que ver. La revolución/revancha de las élites está en marcha. Todas las series de datos económicos lo prueban. Sin duda. Cinco, peor que un Amancio Ortega, que no se oculta y del que sabemos sus intenciones, me parecen un Rajoy (o Zapatero o Blair) que detrás de un televisor de plasma, nos venden su servicios a la sociedad al mismo tiempo que saquean el estado con toda clase de corrupciones. Un proceso por delitos económicos contra la humanidad debiera ser contra clase política, no a Ortega.
Enhorabuena por el blog. Un ejercicio apabullante de economía política. Gracias por tu respuesta.

CHINASKY dijo...

CC, comparto al 100% tus comentarios. Se trata de "sobrevivir a" no de "sobrevivir en". Ademàs el tèrmino socialimso se ha usado para confundir, estratègicamente, como una maniobra del sistema -la neolengua. Los años me àn vuelto muy individualista, pero el tradicionalmente llamado "socialismo utòpico" lo suscribo apies juntillas.

A ver Marcos, supongo a què blog te refieres, cierto que cae en cotnradicciones muy graves, pero que yo sepa los neofascistas no apoyan la huelga a toda costa ni defienden la libertad de expresiòn. oTRA historia es que se trate de liberales arrepentidos, pero neofascistas, no.

Salutte

Rainjan dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
PROUT alternativa al capitalismo dijo...

Hya un anueva alternativa al capitalismo PROUT Teoria de la Utilizacion Progresiva

http://www.prout.org.ar

Anónimo dijo...

"Normalmente, cuando se cuestiona la creencia generalizada de que el sistema económico y político actual es el único viable, la primera reacción suele ser exigir un minucioso anteproyecto arquitectónico sobre el funcionamiento del sistema alternativo con todo lujo de detalles sobre la naturaleza de sus instrumentos financieros, fuentes de energía y políticas de mantenimiento de alcantarillado. Después, probablemente pedirán un programa detallado que describa cómo llevar dicho sistema a la práctica. Desde una perspectiva histórica, esto es ridículo. ¿Cuándo se ha producido un cambio social siguiendo un diseño predeterminado? Es como si creyéramos que, en la Florencia renacentista, un pequeño círculo de visionarios concibió algo llamado “capitalismo” y planeó al detalle el funcionamiento del mercado bursátil y las fábricas para, a continuación, elaborar un programa con el que hacer de esta visión una realidad. De hecho, la idea es tan absurda que podríamos preguntarnos cómo hemos llegado a la conclusión imaginaria de que todo cambio empieza de esta manera.

Esto no quiere decir que las visiones utópicas, ni los anteproyectos, sean algo malo, sólo que deben mantenerse en su lugar. El teórico Michael Albert ha propuesto un plan detallado sobre cómo funcionaría una economía moderna sin dinero, partiendo de una base democrática y participativa. Me parece un logro importante, no porque crea que este modelo exacto vaya a instituirse tal y cómo lo describe, sino porque hace imposible decir que un proyecto así resulta inconcebible. En cualquier caso, estos modelos son tan sólo experimentos intelectuales. En realidad, no podemos concebir los problemas que surgirán al comenzar a construir una sociedad libre. Puede que los obstáculos que ahora nos parecen más insorteables se queden en nada, mientras que otros que jamás se nos hubieran ocurrido podrían suponer un problema endemoniado. La cantidad de factores imprevisibles es innumerable.

El más evidente es la tecnología. Éste es el motivo por el que es tan absurdo imaginarse a un grupo de activistas en la Italia del Renacimiento diseñando un modelo de mercado bursátil o un entramado industrial. Lo que acabó ocurriendo estuvo basado en una serie de tecnologías que jamás podrían haber anticipado pero que, en parte, sólo emergieron porque la sociedad comenzó a moverse en una dirección determinada. Quizás por ello, muchas de las visiones más convincentes de una sociedad anarquista han sido plasmadas por escritores de ciencia ficción, entre ellos, Ursula K. Le Guin, Starhawk, Kim Stanley Robinson. En un mundo ficticio por lo menos se admite que el aspecto tecnológico es pura especulación."

http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/25351

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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