27/2/08

Ruanda y el Congo, el origen de la violencia


La historia que estudiaban los niños de Ruanda y Burundi la escribió el capitalismo colonial
 

Siguiendo el modelo imperial británico, pulcro y perfeccionado a expensas de la población asiática, el capital colonial se dedicó a exacerbar las diferencias y los conflictos entre los nativos para aprovecharse (divide y vencerás), constituyendo ejércitos sobre bases étnicas, tribales o religiosas, que colaboraron con los intereses coloniales: ejército, policía, cuerpos de capataces y de administradores para supervisar el trabajo forzado, ... Dónde tales diferencias no existían, el capitalismo se preocupó de crearlas. Tal es el trágico caso de Ruanda y Burundi.

Cuando los alemanes se apoderaron del país a finales del siglo pasado, la organización sociopolítica de los nativos era una especie de monarquía feudal. Los dirigentes, poseedores del ganado, se los denominaba "tutsis" y los dirigidos, agricultores en general, "hutus”. Todo el mundo hablaba y habla la misma lengua, el Kinyaruanda, todos pertenecían (y pertenecen) a la misma etnia y sus concepciones religiosas y su percepción sobre la vida era la misma. Durante generaciones tutsis y hutus conformaron una sociedad en la que los matrimonios 'mixtos' eran más la regla que la excepción.

Un "hutu” podía escalar socialmente y convertirse así en un "tutsi” y al revés, un “tutsi" podía caer en la escala social y pasar a ser “un hutu”; Estas estructuras políticas y sociales, se habían mantenido estables durante siglos.

Los últimos estudios sobre las migraciones en África han revelado que las teorías sobre la diferencia racial entre los hutu y los tutsi son cuestionables (René Lemarchand: Selective Genocide in Burundi, Minority Rights Group). Los hutu habrían llegado al territorio de los Grandes Lagos aproximadamente en el siglo I a. C. La cultura hutu que encontraron los tutsi era ya el resultado de una mezcla previa con los twas - 1% de la población -. (Liisa H. Malkki: Purity and exile: Violence, memory and nacional cosmology among Hutu refugees in Tanzania, Chicago University Press, 1995)

Una teoría racista alemana para la historia de Ruanda

Los alemanes trasladaron sus prácticos prejuicios raciales a la colonia. Identificaron a los tutsi, (a los cuales encuadraron en el ejército, la policía y los capataces, que facilitaban la explotación capitalista del resto de la población -los hutus- ), como una hipotética etnia de origen camita, es decir, aria (más altos, con facciones más europeas: los famosos "batutsi" de las películas). Los tutsis, al llegar al país, habrían sometido rápidamente a la mayoría hutu, de origen sudanés, (más bajitos, más negroides, y, por lo tanto, menos inteligentes) e inferiores. Esta teoría, racista aplicada a la Europa medieval habría diferenciado la nobleza y el pueblo como dos etnias bien diferenciadas por su estatura y fisonomía pues seguro que vestían y se alimentaban de forma diferente. Tutsi y hutu se convirtieron en etiquetas políticas; la 'etnicidad', tal como estaba definida, asumió gran relevancia, hasta el punto de determinar las posibilidades de vida de la persona y las relaciones con las autoridades.

La versión racista la heredó y profundizó el capital belga que sustituyó al alemán (tras la primera guerra mundial) en la explotación del país y de su gente. En 1933 introdujo el documento étnico de identidad obligatorio.

Pero esta versión es la que convenía que aprendieran los mismos nativos con tal de dominarlos y explotarlos, y es esta versión interesada y promovida por el capital la que han aprendido como propia los ruandeses y está llevando a este pueblo a aniquilarse mutuamente.

Independencia de Ruanda

Mientras los ingleses exacerbaban la división entre las comunidades religiosas en la India, que llevaría a una de las mayores matanzas y desplazamiento de población de la historia, en Ruanda, en 1945, previendo la transición política de la colonia a la independencia, el gobierno belga se encontró en la disyuntiva de elegir entre una élite tutsi cada vez más poderosa que comenzaba amenazar al régimen colonial o una mayoría hutu que parecía más manejable. Por sorpresa, la metrópolis dio un giro en su política a favor de los hutu (los ingleses harían lo mismo en la India a favor de la comunidad musulmana) mientras intensificaba la rivalidad entre los dos grupos. De hecho, la revolución hutu de 1959, en la que fue derrotado el último monarca tutsi, fue promovida por el ejército belga.

El capital belga actuaba sin prejuicios según la tradición colonialista europea. En Kenia los británicos habían concedido deliberadamente ciertos privilegios a algunas tribus en detrimento de otras. Los gobernantes europeos cristianos dividieron toda África, alentando e intensificando las divisiones tribales. Seguidamente introdujeron un rígido sistema de clasificación de los "nativos" según sus orígenes tribales o reales imaginarios. Incluso inventaron tribus inexistentes con este propósito, como los kalenjins, cuya existencia como tribu separada se remonta a los años cuarenta del siglo XX.

El levantamiento masivo de hutus contra tutsis de 1959, con matanzas por ambos bandos, era el resultado de la manipulación colonial. Los hutus atacaron y quemaron las casas, no solamente de los dignatarios tutsis sino de cualquier tutsi, tanto si había, o no, colaborado con los belgas. Los belgas, como buenos estrategas, abandonaron a sus antiguos agentes tutsi (demasiado ansiosos de dirigir la independencia) y se decantaron del lado de la mayoría hutu, dejando la minoría tutsi a merced de la turba. La revolución hutu de 1959 provocó la primera ola de exiliados tutsi; más de 150.000 tutsis salieron de Ruanda y otros 20.000 fueron asesinados.

¿No recuerda esta película el proceso de descolonización en la India? La migración de tutsi, principalmente hacia Burundi, fue masiva, al punto de que se convirtió en un problema de seguridad para los estados vecinos.

Tras la independencia en 1962, el régimen hutu de Ruanda descriminó a los tutsis de forma institucional. En el carnet de identidad debía figurar tutsi o hutu y se tasaban según esta adscripción los porcentajes de acceso a muchos servicios.

En la era postcolonial no remitió la violencia sino al contrario. Francia heredó los intereses belgas que veía amenazados por los británicos bien asentados en los estados vecinos. Los tutsis por su lado se prestaron a los intereses de británicos y norteamericanos a cambio de ayuda militar y logística. En una zona limítrofe con el Congo los intereses de las multinacionales y sus lobbies prevalecerían frente a las débiles estructuras estatales de los nativos.

¿Fue la matanza un acontecimiento inesperado?


En los últimos treinta años las matanzas se habían ido repitiendo cada vez a una escala más dantesca. Una matanza de hutus en Burundi provocaba una matanza de tutsis en Ruanda y así sucesivamente. Las cifras siempre eran decenas o centenares de miles de personas.

Dados los precedentes, la matanza de hutus en Burundi en octubre de 1993, con el presidente (un hutu, salido de unas elecciones promovidas por los occidentales) asesinado, colgado por los brazos y cosido a bayonetazos, por miembros de un ejército constituido por tutsis, parece maquiavélica y tenebrosamente criminal la actitud pasiva y callada de los representantes del capital occidental, a pesar de los avisos continuados por todo tipos de instancias reconocidas (Le Monde Diplomatique, 1993), sobre la más que probable extensión inmediata de las matanzas a Ruanda.

 Habyarimana había dado un golpe de estado en Ruanda en 1973. Desde entonces favoreció a los hutus del norte del país y, en especial, a su clan particular (los Akazu), estableciendo un régimen de partido único - Mouvement Révolutionnaire National pour le Développement (MRND) -, del cual los únicos beneficiarios absolutos era la banda corrupta y criminal de los Akazu.

Pobreza y "ajuste estructural" del FMI


En los años 1980s y 1990s, el empobrecimiento del país (7 millones de habitantes) no hizo más que aumentar. Entre 1986 y 1992, el poder de compra real de las exportaciones ruandesas cayó en un 59%  (el precio del café había caído en un 72%). En 1989, uno de cada 6 ruandeses pasaba hambre y el 25% de los niños estaban malnutridos. En 1990, el 90% de la población estaba en la pobreza extrema.

A primeros de los 1980s hizo su aparición el virus del SIDA, sin tratamiento posible, gentileza del copyright y las patentes de los monopolios farmacéuticos.

Los desequilibrios de la Balanza de Pagos forzaron la intervención del FMI y el Banco Mundial. Las ayudas se condicionaron a un extremo ajuste de reformas y recortes estructurales (escalada de los precios de los alimentos y productos básicos, subida de las tasas para acceder a los servicios de sanidad y educación, disminución del sueldo y del número de funcionarios, ...). A la violencia estructural del país se añadió la violencia estructural del FMI-BM.

La implicación del capital anglosajón

En Uganda, los exiliados tutsis constituyeron  el Frente Patriótico Ruandés (RPF) en 1987, con su brazo armado, el Ejército Patriótico Ruandés (RPA), armados y patrocinados por ingleses y norteamericanos, que se dedicaron a hostigar violentamente a Ruanda (coto privado del capital francés) desde sus protegidas bases fronterizas.

A principios de los 1990s , con la caída en pleno del bloque soviético y dada la avanzada edad del presidente de Zaire, Mobutu, el capital anglosajón empezó a preparar una transición a su favor. Las  enormes riquezas minerales del Congo (sobre todo de la zona Este) merecían afinar la estrategia que consistiría en forzar un cambio de régimen en Ruanda instalando a un gobierno tutsi pro capital anglosajón y aprovechar la desestabilización que crearían los refugiados en el este del Zaire para tomar el control de las minas de la zona. Sin las minas los sucesores de Mobutu deberían plegarse a los intereses extractivos de las multinacionales anglosajonas.

La red de complicidades en la matanza

Desde 1990 el FPR estuvo hostigando el norte de Ruanda desde sus bases en Uganda. 3 millones de desplazados internos huyeron de la zona para refugiarse en campos alrededor de la capital. El odio entre hutus y tutsis se recrudeció.

En abril de 1994 el FPR  derribó el avión, regalo de F. Mitterrand, en el que viajaban los presidentes Habyarimana de Ruanda y Cyprien Ntaryamira de Burundi. Fue la señal para la invasión de Ruanda. La invasión se convirtió en guerra civil y las matanzas se generalizaron.

Mientras EEUU armaba y entrenaba al FPR, Francia, que era principal proveedor de armamento del gobierno hutu de Habyarimana, siguió embarcando material bélico hacia Ruanda durante el doble genocidio. El suministro se hacía de manera directa o a través de terceros. Observadores de Human Rights Watch dieron testimonio de que Egipto, Zaire y Sudáfrica, sirvieron como enlace para cargamentos de armas, cuyo destino era Ruanda.

Los asesores norteamericanos y los militares franceses estaban plenamente al corriente de lo que se estaba cociendo. Quizás nadie imaginó que la matanza alcanzara tales proporciones, pero se trataba de planear y organizar matanzas, era lo habitual y era en este entorno en el que las multinacionales  y sus proxis militares estaban acostumbrados a operar. (François-Xavier Verschave y Philippe Hauser: Au mépris des peuples. Le néo-colonialisme franco-africain. Editions La fabrique, 2004)

El exterminio generalizado apareció en los programas de televisión y las fuerzas de la ONU fueron también testigo. Pero a pesar de todo, la ONU no intervino, apelando a su neutralidad.

Los estados miembros de la ONU se cuidaron de no declarar, tanto como fue posible, que en Ruanda se estaba cometiendo un genocidio, debido a que admitir tal cosa implicaría comprometer al Consejo de Seguridad a tomar acciones, en atención a la resolución 260A (III) que dio origen a la Convención para Prevenir y Castigar el Crimen de Genocidio que rige desde 1951.

Nadie veía la conveniencia de involucrarse en un 'conflicto tribal' que implicaría invertir recursos para atender una situación que no arrojaba ganancia alguna y que en definitiva acabaría generando grandes beneficios para el capital siempre dispuesto a transigir o pactar.

Es sospechoso como los grandes medios de comunicación insistían en la versión racista, alemana :- El diario El País –, que en 1987 hablaba de las "tribus' hutus y tutsis, precisó aun más su apreciación y en 1994 hablaba ya de "etnias diferentes, alturas diferentes, facciones diferentes, orígenes diferentes". Esta insistencia no es inocente. Atribuir a las desavenencias tribales o étnicas el exterminio y el genocidio africano es una manera de eludir las responsabilidades del capitalismo que se limpia las manos atribuyendo los males africanos a la pervivencia de un hipotético pasado étnico o tribal anterior a su dominación.

Misión de rescate "solo para blancos"


El espectáculo del envío de una fuerza de protección "sólo para blancos" y el cubrimiento por parte de los medios de información, "sólo" de esta operación, con total desprecio por la suerte de los nativos, dice mucho de la suerte que el capital ha deparado al continente.

Dos millones de ruandeses abandonaron el país en solo dos semana, la mayoría hacia el Zaire.

El papel del RPF

El genocidio empezó en abril de 1994. En mayo de 1994, el RPF se había hecho con el control absoluto del país. Su estrategia militar durante el genocidio priorizó la victoria militar sobre la protección de sus conciudadanos tutsis.

Ruanda (7 millones de habitantes), tras el genocidio, era un país devastado. Al menos 800.000 ruandeses habían sido masacrados; 2 millones habían huido a campos de refugiados fuera del país; 1 millón habían sido desplazados en el interior del país. Con el RPF 500.000 tutsis volvieron a Ruanda desde el exilio. Las infraestructuras estaban destrozadas, los bancos, negocios y comercios habían sido asaltados, buena parte del ganado y las cosechas habían sido destruidas.

El RPF aprovechó para masacrar a decenas de miles tras la toma del poder. En julio se constituyó el nuevo gobierno "de unidad nacional" para la reconstrucción (15 de los ministros eran hutus y sólo 6 eran tutsis). En realidad se trataba de pura fachada. En abril de 1995, tropas gubernamentales masacraron a millares de hutus en un campo de refugiados internos al sur del país. El ministro del interior, Sendashonga, un hutu, protestó. En agosto fue despedido y, aunque huyó del país, fue asesinado en Kenia por agentes del RPF en 1998.

En realidad, desde 1994, el dirigente de facto de Ruanda era Paul Kagame, el lider del RPF, que "ganó" sucesivamente las elecciones en 2003 y 2010.



Con la "pacificación" y la sustitución del capital francés por el capital anglosajón como "aliados" de los nuevos dirigentes, la economía de Ruanda mejoró rápidamente. Kagame se convirtió en la proxi norteamericana para organizar el robo de las grandes riquezas minerales del Zaire y la explotación inmisericorde de la población congoleña. De forma extraordinaria, Ruanda, un país situado sobre fértiles tierras volcánicas, se convertiría sorprendentemente y de la noche a la mañana, en el primer exportador mundial de coltan y uno de los principales productores de casiterita, volframio, oro, diamantes, etc.



Con unos de los mayores efectivos militares de África (más de 1/4 de millón) Ruanda se ha convertido en el gendarme del gran capital multinacional en África.

Pero los beneficiarios siguen siendo una pequeña élite que vive en grandes villas en Kigali. El 90% de los ruandeses siguen en la miseria más extrema y sometidos a un régimen de terror.

El Congo



Un caso similar al de Ruanda, el Congo, empezó como "propiedad particular" de Leopoldo II de Bélgica en 1884.

El Congo no sólo es el país más grande de África subsahariana, que abarca casi un millón de kilómetros cuadrados, y con una población estimada en 67 millones es el tercer país más poblado. La capital Kinshasa es una mega-ciudad con una población estimada entre 7 y 9 millones de almas.


Las instituciones que estructuraban la colonia belga eran el Estado (10.000 administradores blancos), la Iglesia, el Ejército (oficiales blancos y reclutas pertenecientes a la etnia Bangala _una supuesta etnia ribereña creada desde la nada por los mismos belgas_), y las grandes corporaciones. Las empresas que dominaban la economía fueron predominantemente de propiedad belga, pero el capital británico también jugóun papel importante. Junto a las plantaciones de aceite de palma de Unilever, la británica Tanganyka Concession Limited (TCL) poseía una participación del 16 por ciento de la belga Union Minière de Haut Katanga (UMHK), el enorme y sorprendentemente rentable complejo de minas de cobalto y cobre en el sur-este del país (Katanga) . Las iglesias, sobre todo la Iglesia católica, fueron los responsables de la educación (ideología) y la atención sanitaria.

Independencia


En 1960 conseguía la independencia con 19 licenciados universitarios de una población de 16 millones. En el momento de la independencia el Congo se había convertido, después de Sudáfrica, el país más industrializado de África subsahariana, con un 35 por ciento de su población adulta enrolada en el trabajo asalariado. Algo del estado del bienestar se había contagiado en el Congo con el establecimiento de un salario mínimo, sistema de pensiones, ayudas a la infancia, educación y un sistema de sanidad pública que era considerado el más avanzado del Trópico.

Para ser viable, el nuevo Estado un mejor contrato respecto a las minas de cobre y cobalto en Kananga (propiedad de belgas británicos). Con los altos precios mundiales del cobre los occidentales estaban nerviosos acerca de cualquier sugerencia de nacionalismo económico. La sensación de alarma se acentuó ante el ascenso de Lubumba. La rentabilidad media de las inversiones industriales en el Congo belga durante los años previos a la independencia había sido del 12 por ciento.

La corporación Union Minière de Haut Katanga apoyó al gobernador de Katanga, Moise Tshombe, que aprovechó el motín del Ejército para declarar la independencia de la provincia en julio de 1960, La UMHK inmediatamente prestó al nuevo estado independiente 1250 millones de francos belgas y comenzó a pagar directamente sus impuestos a Moise Tshombe. Con los fondos de la UMHK y rodeado de asesores belgas, el gobierno de Katanga reclutó una fuerza de mercenarios blancos que cometieron una larga serie de atrocidades.

El líder nacionalista (Mouvement National Congolais), Patrice Lumumba (que simplemente abogaba por la nacionalización de los recursos naturales del país), 1r ministro elegido democráticamente, fue desalojado por el golpe militar, en septiembre de 1960, 3 meses después de las ceremonias de la independencia. Lumumba sería torturado y asesinado en enero de 1961 en Katanga por los belgas y la CIA (deseando deshacerse de su cuerpo, lo desmembraron con una motosierra, lo disolvieron en ácido sulfúrico y dispersaron sus huesos). Con Mobutu en el poder, la secesión de Katanga ya no tenía sentido y los EEUU y la ONU forzaron la reunificación del país.
La dictadura de Mobutu rapiñó el Congo sistemáticamente durante 32 años. Creado y sostenido por Washington, el FMI - BM y la colaboración de París.

Protegido por Washington en la época de la guerra fría, Mobutu creía estar por encima de los mortales, y a mediados de los 60 promovió la nacionalización parcial de tierras e industrias (zairización).

La nacionalización de la gran corporación belga UMHK-posteriormente llamada Gécamines- en 1966 dio un brillo de legitimidad popular a la política económica del régimen, aunque el acuerdo era una estafa: a la empresa matriz de UMHK, la Société Générale de Belgique, se le concedió un lucrativo contrato para administrar la nueva empresa estatal reservándose la comercialización del cobre de Gécamines con un fuerte recargo mientras que las corporaciones extranjeras seguían cosechando cuantiosos beneficios por el procesamiento de los minerales del Zaire.

Revestido con el vocabulario del nacionalismo económico, el programa de 'zairización' de la década de 1970 representó poco más que un robo caótico de las empresas y activos de tamaño medio a favor de la corte de Mobutu, mientras que las grandes multinacionales continuaban sus negocios sin problemas.

Planes de "ajuste estructural" del FMI


Desde principios de los años 70, cuando los precios del cobre se desplomaron, los préstamos extranjeros se convirtieron en una importante adición a las rentas minerales.

El Dep. De Estado norteamericano animó a Mobutu a usar como aval las riquezas mineras del país para pedir ingentes préstamos que iban en buena parte directamente a las cuentas suizas del dictador. Los préstamos significaban un negocio lucrativo para los centros financieros occidentales, con el dinero a menudo re-transferidos al extranjero en cuentas administradas por los mismos bancos acreedores.

A partir de ahí el FMI lanzó el primer plan de ajuste estructural en 1977 para que la población congolesa pagara las deudas anteriores con sus intereses. Las condiciones impuestas por el equipo de técnicos del FMI desplazados a Kinshasa para dirigir las operaciones, significaron que 250.000 empleados públicos, incluidos personal sanitario y educativo, quedaran en la calle, mientras el resto seguían la estela de su patrón robando lo que quedaba del patrimonio público.

El servicio de la Deuda se comió el 11% del PNB en 1980, el 15% en 1982, el 17% en 1983, el 30% en 1984, el 58% en 1985 y el 56% en 1986.

Segundo plan de ajuste estructural en 1987


Con las infraestructuras oxidadas, semidestruidas, o vandalizadas, el FMI impuso el segundo plan de ajuste estructural en 1987. Se trataba de que el sector informal substituyera la sector formal que el plan de ajuste estructural de 1977 había aniquilado. El Club de París accedió a seguir prestando a Mobutu a cambio de de un retroceso definitivo de lo poco que quedaba de sector público, mayor apertura de los mercados, privatización de cualquier compañía o servicio público, retirada de cualquier control de cambios y aumento de las exportaciones de diamantes. La renta media anual que era de 288 $ en 1960, cayó a 116 $ en 1997 y a 88 $ en 2001.

Los productos extranjeros inundaron Zaire, las industrias autóctonas cerraron y más de 100.000 puestos de trabajo se volatilizaron en Kinshasha. La hiperinflación (1972 1$ = 0.5 Z; en 1997 1$ equivalía a l80.000 Z) liquidó el sistema monetario y financiero, dejando al país en el más absoluto caos y miseria.

Los salarios de los empleados públicos se pagaban a través de la impresión de dinero: una estrategia que, en ausencia de recursos económicos suficientes para respaldarla, acabó con una inflación descomunal. A finales de la década de 1980, la hiperinflación, una serie de escándalos piramidales y el colapso del sistema bancario destruyeron los fundamentos monetarios de la economía de Zaire. Los salarios quedaron reducidos por la inflación a prácticamente nada (el empleo público era valorado no por el salario, sino como una posición para hacer negocios en una economía informal crecientemente dolarizada).

Ya no hay estadísticas que consultar en la actual República Democrática del Congo pues casi toda la economía es informal. Las importaciones y exportaciones son en realidad contrabando y fraude sin registro alguno.

Los juegos de azar, carreras de caballos, loterías, y esquemas piramidales (semejantes a los que arruinarían a los albaneses en 1996-97) controlados por los militares, se generalizaron en la capital o otras ciudades importantes . En total más de la mitad del PNB del país se consumió en juegos de azar. Con buena parte de la población metida en estos artilugios financieros, los efectos del colapso económico inducido por el 2º plan de ajuste fueron desastrosos.

Dos grandes saqueos callejeros barrieron Kinshasa, en la década de 1990. Soldados no remunerados saquearon los bienes de partidarios del régimen y las empresas extranjeras, con la ayuda y colaboración de la población civil de la capital. En septiembre de 1991 los habitantes de los slums, con la connivencia de los militares, se lanzaron al pillaje de las fábricas, comercios y almacenes de la capital. En 1993 Kinshasha fue de nuevo sometida al pillaje, esta vez por la soldadesca.

El sistema bancario colapsó definitivamente; la administración pública desapareció casi por completo, las empresas que quedaron recurrieron al trueque para seguir con su actividad y los empleados públicos que quedaban cobraban un salario real 1/8 del de 1988. El sector del transporte quedó en el más absoluto caos y ruina.

Ante la presión de EEUU y la UE, Mobutu ensayó un “proceso de transición” (según la línea de la famosa transición española). De dio libertad a la creación de nuevos partidos.

El saqueo del Congo


En noviembre de 1993 el FMI y el BM “se retiraron” del país.

En 1996 los militares ruandeses entraron en el Zaire con la escusa de perseguir a los "genocidas" hutus refugiados allí. Luego pactaron apoyar la facción congoleña encabezada por Laurent Kabila para desalojar a Mobutu.

Reconociendo que una invasión a gran escala para derrocar a Mobutu necesitaría una cara congoleña, Ruanda y Uganda improvisaron un nuevo movimiento la Alliance des Forces Démocratiques pour la Libération du Congo- (AFDL), que reunió a los líderes de varios grupos rebeldes en buena parte desaparecidos. Las dos figuras más importantes de la nueva alianza fueron André Kisase Ngandu y Laurent Kabila.

Kabila había tomado parte en la rebelión Lumumbista Simba de 1964, y brevemente luchado junto a Che Guevara durante su aventura congoleña. En el momento en que fue sacado de la oscuridad a la cabeza de la AFDL, era más de un hombre de negocios de poca monta que un revolucionario. El gobierno de Kagame, respaldado por EEUU, insistió en que era la AFDL, no el EPR, quien lideraba la lucha contra Mobutu. En mayo de 1997, Mobutu huyó a Togo, a continuación, Rabat, donde moriría unos meses más tarde. Kabila se instaló en Kinshasa, y el Zaire y se convirtió en la República Democrática del Congo.

Tratando de escapar de la dependencia con respecto a Ruanda y Uganda ( y en definitiva del capital multinacional) Kabila despidió a sus asesores de Ruanda y ordenó al EPR a abandonar el territorio congoleño en 1998. Kagame respondió con una ofensiva relámpago en varios frentes, de nuevo con el apoyo de Uganda, con la esperanza de abrumar y decapitar a la administración que habían instalado. La segunda invasión del Congo de Kagame volvió a recibir la luz verde de Washington. El Rassemblement Congolais pour la Démocratie (RCD), creado por Kagame, recibió gran apoyo político y económico por parte de las potencias occidentales. Kabila, por su parte, buscó el apoyo de Angola, Zimbabwe y Namibia y pronto se hizo evidente que no habría victoria rápida para la alianza de Ruanda y Uganda. La guerra se prolongue durante años, con consecuencias nefastas para la población congoleña.



Menos del 5% de los habitantes cobraban un salario regular. No había transporte público y a veces ni un automóvil, a causa de los cortes de carburante que podían durar semanas o meses. El sector formal casi desapareció de la escena económica. 2/3 de la población sufría malnutrición. Las clases medias desaparecieron y uno de cada cinco adultos padecía SIDA con decenas de miles de niños huérfanos en las calles de las ciudades.

La sociedad de Kinshasa (casi 10 millones de hab) se re-ruralizó. Se restableció la agricultura de subsistencia y se recurrió a las tradicionales formas de autoayuda rural. Cualquier metro de terreno vacante, incluidas las medianas de las autopistas, se conviertieron en huertos improvisados. La ciudad quedó sin sistema de alcantarillado.

El pentecostalismo se expandió a velocidad tropical con miles de nuevas sectas instaladas en antiguos fábricas y almacenes abandonados. La desesperación llevó a los kineses a creer literalmente en brujas y a expulsar, atacar e incluso matar a los “niños brujos”de las calles.

Con la destrucción u obsolescencia de las infraestructuras existentes la actividad de las empresa mineras decayó y gran número de congoleños (unos 10 millones) recurrieron a la minería artesanal como medio de vida, convirtiéndose así en mano de obra barata para el capital multinacional.



La minería artesanal había ido en aumento desde mediados de los años 80, pero con la mayor regresión de la economía en la década siguiente, con las infraestructuras desintegradas y los caminos intransitables, se convirtió en la forma predominante de extracción, empleando millones de buscadores que utilizaban técnicas de la era preindustrial. Esta economía estaba controlada por una serie de señores de la guerra violentos y extravagantes, que estaban rodeados por comitivas de las mujeres. Kongulu , un hijo de Mobutu, popularmente conocido como Saddam, fue uno de esos personajes.


Los minerales salían en su inmensa mayoría de contrabando del Congo, via Ruanda y Uganda, engrosando las cuentas de los militares de ambos países y con el beneplácito y sonoro aplauso de los dirigentes anglosajones y de los consejos de administración de las grandes marcas de la electrónica y la aeronáutica que veían con buenos ojos como caía en picado el precio de los minerales estratégicos de sus cadenas de producción.

El retorno de las multinacionales


La guerra civil desde finales de la década de los 90 hasta 2003 se cobró más de 4 millones de victimas. Laurent Kabila fue asesinado en 2001. Le sucedió su hijo, Joseph Kabila. El primer discurso de J. Kabila ante el parlamento congoleño indicó que estaba dispuesto a llegar a compromisos con todas las partes en el conflicto, y deseaba asegurar una mejor relación con los países donantes. Su oferta fue captada por occidente, y en el corto plazo, se materializó tanto la ayuda como una cierta reprogramación parcial de la deuda. En 2002, los principales partidos se declararon oficialmente fin de las hostilidades. Aunque esto no se vio acompañada por la realidad sobre el terreno, puesto que el saqueo y el desorden continuaron, especialmente en las provincias orientales; pero permitió un cierto grado de consolidación institucional de las élites en Kinshasa, en concierto con los socios internacionales que habían patrocinado el acuerdo de paz.

Mientras que J. Kabila fue consolidando su posición, la economía congoleña comenzó a recuperarse de su caída catastrófica durante la guerra. La mayor parte del crecimiento después de 2003 se concentró en el sector minero, donde se elevó la producción drásticamente aprovechando el auge mundial de materias primas impulsado por China. El gobierno empezó a vender a saco derechos de explotación del subsuelo a las multinacionales. En 2010-11, el Sodimico controlada por el Estado, vendió un lote de licencias mineras-estimo en un valor de $ 1600 millones a empresas vinculadas a Dan Gertler (un amigo de J. Kabila) registradas en Hong Kong y las Islas Vírgenes por sólo $ 60 millones. El gigante anglo-suiza Glencore adquirió una participación mayoritaria en una de las productoras de cobre más importantes de la RDC, Katanga Mining, empleando complejas argucias financieras y sobornos descarados al entorno de J. Kabila. En 2010, se otorgó una importante concesión petrolera en el Lago Alberta a Caprikat y Foxwhelp, dos empresas registradas (de nuevo) en las Islas Vírgenes. Los beneficiarios eran ambos sudafricanos: Khulubuse Zuma, sobrino de Jacob Zuma (presidente de Sudáfrica).

La producción de cobre superó en 2011 su anterior punto máximo a mediados de los años 70. En Kinshasa se produjo un boom especulativo inmobiliario y se establecía una tienda de Zara.

De nuevo volvía a fluir el río de dinero saliendo del país a espuertas hacia las Islas Vírgenes y demás paraísos fiscales de las corruptelas políticas y militares pero especialmente hacia las cuentas de las grandes corporaciones multinacionales.

A diferencia de épocas anteriores, el nuevo auge de la minería a partir de 2002 generó muy poco empleo (Freeport, la mayor empresa del sector, emplea menos de 5.000 trabajadores) desplazando a los millones de congoleños que dependían de la minería artesanal como medio de vida. Las minas fueron vendidas a precios de ganga y la mayor parte de las rentas minerales fluyen al margen de los canales oficiales fuera del país. La fuga de capitales parece haber aumentado desde la caída de Mobutu. Entre 2005 y 2010 casi $ 7 mil millones fueron sacados del país, con un récord de US $ 3 mil millones sólo en 2007. En general, la República Democrática del Congo había perdido cerca de 34.000 $ por la fuga de capitales durante el período de 1970 a 2010-más del 250% de su PIB de 2010.

El pillaje


En la época de Mobutu el capital francés dominaba la extracción de las riquezas minerales. Laurent Kabila consiguió el poder con la ayuda exterior (Uganda y Ruanda, armados por EEUU y GB). Desde entonces, y con el añadido de China, la lucha por el control de los minerales por las multinacionales con apoyos diversos y a veces contradictorios.

Los verdaderos protagonistas del pillaje, que nunca se mencionan, son la sudafricana Metal Processing Congo (MPC) i AngloGold Ashanti, las canadienses Banro, Barrick Gold y Heritage Oil, la francesa Sominki, las sociedades chinas China Railway Group, Sinohydro y Exim Bank.

Actúan bajo la cobertura y la inpunidad de filiales a partir de montajes en paraísos fiscales. Con actividades de lobbying o bien sin ellas - China - consiguen la participación más o menos descarada de sus gobiernos en los conflictos e intervenciones exteriores con tal conservar o mejorar su parte en el valioso pastel.

Un enjambre de fondos especulativos y otros inversores apuestan por ellas en la Bolsa de Toronto donde son cotizadas casi el 60% de las sociedades mineras del planeta atraídas por las ventajas fiscales otorgadas por el gobierno canadiense. El índice TSX Venture - especializado en sociedades mineras de exploración - registró un salto en las transacciones efectuadas desde 800.000 mill en 2001 $ a 4.400 mill.$ en 2004. Una notable coincidencia con el índice de violencia que registraban los habitantes del Congo.

Los diversos paraísos fiscales son "telas de araña" con, en su centro en centros financieros del norte como Gran Bretaña, los Países Bajos, Suiza o los EE.UU. Las Islas Vírgenes Británicas, que parecen ser el principal destino de gran parte de la reciente fuga de capitales de la República Democrática del Congo, tienen una conexión muy fuerte con la City de Londres..

Los minerales de la violencia


Cuando empezó la 2ª guerra del Congo en 1998, el Coltan valía 20$ la libra. En 2000 había subido a más de 200$/libra debido a la demanda exponencial de la electrónica y la industria aereoespacial. El Coltan se procesa a partir de sus dos componentes minerales, la columbita y la tantalita. La demanda se disparó con el lanzamiento de la Playstation de Sony y luego el boom de la telefonía móvil. El Coltan se usa en los Ipods y los portátiles.
 
 El mayor exportador de coltan en Goma es GBC que también el el principal vendedor de tántalo a H.C.Starck, propiedad de Bayer Group A.G.

Un metal extraordinariamente valioso y raro es el pirocloro. Se trata de un compuesto radioactivo que incluye niobium ligado a una forma de tántalo llamada microlita.

El niobium (también conocido como columbio) se usa para producir aleaciones de acero (usadas en oleoductos) y aleaciones de cristal (usadas en lentes correctoras) resistentes al calor. También se usa en reactores nucleares, resonancias magnéticas y superconductores magnéticos. Combinado con hierro se obtiene la superaleación ferroniobium, usada en motores de aviones y cohetes, hornos, chasis de automóviles, vías ferroviarias, cascos de barco y turbinas.

El tántalo se usa en la fabricación de condensadores electrónicos usados en telefonía móvil, ordenadores, instrumentos quirúrgicos, electrónica del automóvil, óptica fotográfica, aparatos GPS, baterías de litio, implantes quirúrgicos, fibra óptica, ...

Pues bien, existe una mina de Pirocloro en el territorio de Rutshuru. Se trata de la mina de Lueshe, en la concesión de SOMIKIVU, creada en 1982 por una joint venture entre Gesellschaft für Elektrometallurgie (GfE) (subsidiaria de Metalurg Incorporated, con sede en Nueva York), Coffimines (belga), Sobaki (belga) y el gobierno de Mobutu (20%) que ha polucionado con arsénico el suministro de agua a la zona. A finales de los 80, Mobutu anunció la construcción de una línea eléctrica desde Bakuwa a Goma con gran satisfacción de los habitantes de Goma. Finalmente, la línea fue desviada hacia la mina de Lueshe y Goma se quedó sin energía eléctrica.

Cuando Laurent Kabila sustituyó a Joseph Mobutu disolvió SOMIKIVU, pero sus beneficiarios siguieron disfrutando durante cierto tiempo de la concesión pagando por ello al gobierno de oposición apoyado por Ruanda. Desmantelado SOMIKIVU, el nuevo gobierno vendió los derechos de extracción a Edith Krall Métal Congo SCARL (austríaca) en 1999 que ya poseía una planta de cobre/cobalto en Uganda. Desde buen principio la mina ha estado en el centro de las luchas en la zona.

Karl Heinz Albers Holding International (KHA) exporta pirocloro desde Lueshe para ser purificado por la firma británica Alfred Knight Holdings (AKH) que luego lo reexporta a Rotterdam (también reexporta casiterita y coltan)

La ciudad ruandesa de Gisenyi, justo frente a Goma, aloja una planta de tratamiento de casiterita y tántalo operada por la sudafricana Metal Processing Association (MPA) y vende su casiterita refinada a Metmar Trading bajo contrato de Iron and Steel Association of South Africa (ISCOR), sociedad que acabaría en manos de Mittal Steel. Por otro lado MPA tiene acuerdos y contratos con Société Aurifère et Industrielle de Kivu y Maniema (SAKIMA) SARL por 37 concesiones mineras.

MPA es la empresa matriz de Mining Processing Congo (MPC) en Goma, especializada en la compra y exportación de casiterita. Además, MPA tiene una subsidiaria llamada Metal Processing Congo que es el mayor comprador de coltan y casiterita en los Kivus.

Más información sobre la batalla por los minerales del Congo: David Barouski:: "Blood Minerals in the Kivu Provinces of the Democratic Republic of Congo"

1 comentario:

Anónimo dijo...

Para el autor: sospecho que algo no funciona como es debido en el nuevo blog. Primero porque ha desaparecido un artículo acerca de este mismo tema ("Ruanda y el Congo: dos historias mal contadas"), y segundo porque en ese nuevo blog parece que no puedo publicar un comentario.

Muy interesante su blog, por cierto.