El dólar y la deuda pública norteamericana
Hay un diferencia notable entre la deuda exterior argentina, griega, islandesa o lituana y la deuda norteamericana. A EEUU le prestan en su propia moneda. El gobierno USA no tendría porqué tener problemas de solvencia. En principio sólo precisa emitir más dólares para pagar los intereses o amortizar los préstamos. Como el gobierno tiene la posibilidad de endeudarse sin límite se ha autoimpuesto un freno en la figura del presidente del Banco Central (la FED) como salvaguardia del sistema monetario. Si se aboliera la FED el gobierno podría emitir todos los dólares necesarios para pagar todos sus compromisos, sin ningún tipo de restricciones, y amortizar todo su endeudamiento. Incluso, aunque no se aboliera la FED, bastaría con que el gobierno obligara a la FED a comprar y mantener en sus balances sus emisiones de bonos del Tesoro (los intereses ingresados por la FED volverían, según rezan sus estatutos, descontados los gastos de administración, al gobierno.)
En teoría, el mecanismo de control que representa la FED está para evitar la inflación. La inflación se produce cuando la demanda (gente con dinero que va de compras) excede a la oferta (bienes y servicios). Si ocurre lo contrario se produce deflación. Así pues, si no fuera por los intereses de Wall Street, y sin peligro alguno de inflación, las imprentas del Tesoro tendrían que estar sacando humo para suministrar los dólares necesarios para revitalizar la economía real.
De quien es el dólar. ¿De EEUU o de los financieros y multinacionales?
Evidentemente proceder de esta manera amenazaría seriamente la posición del dólar como divisa de referencia mundial y liquidaría de cuajo todo el negocio de los banqueros de Wall Street (entre otras cosas están sacando pingües beneficios colocando el dinero que obtienen de la FED a 0% de interés en bonos del tesoro al 4.5%).
Así pues hay una fuerte contradicción entre los intereses de la economía real norteamericana y los intereses de los financieros de Wall Street (algo parecido a la contradicción entre la City londinense y la industria inglesa en el siglo XIX). Los financieros precisan un dólar fuerte para su negocio global y se benefician directamente del endeudamiento público. Por el contrario consideran insolvente a la economía real norteamericana y se niegan a prestarle dinero y a que el estado la estimule con subsidios.
Por su parte las multinacionales globalizadas se han convertido en exportadoras netas hacia EEUU y por tanto les interesa un dólar fuerte para que los hiperendeudados consumidores sigan comprando lo que producen sus factorías deslocalizadas.
China y el dólar
El déficit público USA puede financiarse a base de préstamos de la banca privada. Cuando China, Japón y los países árabes compran deuda del Tesoro, el déficit público USA es financiado por el exterior. Si la deuda pública USA no se pudiera colocar en China, Japón, la OPEP, ..., o entre los propios bancos privados USA, la Reserva Federal procedería a adquirirla, lo cual equivale a monetizarla (quantitative easing).
Hasta los 70, los EEUU eran un potencia industrial que prestaba al resto del mundo para que le compraran sus exportaciones. En la actualidad es China la que presta a unos hiper-endeudados y desindustrializados EEUU para que sigan comprando sus productos.
China compra deuda pública norteamericana a largo plazo como colocación a sus enormes excedentes comerciales. Si dejara de hacerlo las montañas de divisas acumuladas forzarían la subida del tipo de cambio del yuan respecto al dólar. Así pues comprando deuda pública USA, China está subvencionando a su sector exportador y con ello los beneficios de las multinacionales instaladas en su territorio (muchas de capital USA). Además, mantiene el valor del dólar.
El fantasma de "la amenaza China" que manejan la derecha ultramontana norteamericana es que si China dejara de comprar su deuda entonces los EEUU se verían obligados a monetizarla y ello podría generar una inflación a la Mugabe. El argumento de la "amenaza China" es una falacia destinada a justificar políticas de contención del gasto social en unos EEUU amenazados por la depresión.
Tanto la FED como el Banco Central Chino constituyen bombas de inyección de liquidez comprando activos a largo y corto plazo (privados y públicos). Desde que estallara la crisis financiera han adquirido ingentes cantidades de títulos hipotecarios y bonos del Tesoro. La derecha argumenta que si la bomba china deja de funcionar los intereses en USA se dispararán ahogando la recuperación. El argumento es falso puesto que la FED adquiriría los bonos que quedaran sin colocación dejando los tipos en su nivel habitual.
Por otra parte, si China deja de adquirir deuda USA el yuan se revalorizará y la relación comercial entre ambos países se reequilibraría en cierto grado. Al resultar más caros los productos importados de China podría producirse una subida puntual de los precios en USA, subida que pronto quedaría neutralizada por la tendencia deflacionaria de la depresión. El reequilibrio comercial facilitaría en cambio la relocalización industrial y la recuperación.
Así pues, tanto a la corrupta cleptocracia china como Wall Street y las multinacionales USA les conviene mantener la actual situación de desequilibrio sine die. De lo que se trata es de confundir al ciudadano para desviar todo el coste de la crisis sobre los más desfavorecidos.
Quantitative easing y especulación
En épocas de recesión una manera de estimular la economía es bajar los tipos de interés. Sin embargo si los tipos ya están en cero el Banco central puede recurrir a fabricar dinero directamente comprando la deuda pública (quantitative easing) que el estado emite para financiar planes E. La efectividad de esta medida depende de si los bancos que reciben el nuevo dinero fresco lo prestan a la economía real.
Pero en deflación la economía real no es una buena inversión para la banca casino. Existen destinos mucho más atractivos para estos fondos venidos del cielo. Así es como los nuevos dólares se van a los mercados de commodities (alimentos, materias primas, energía) o al FOREX (especulación en divisas), amplificando la volatilidad de los precios y el paroxismo burbujista en que se ha convertido el capitalismo terminal.
¿Porqué aguanta el dólar?
El dólar a sobrevivido a dos ciclos de apreciación y depreciación en los últimos veinte años mostrando una capacidad sin paralelo en sostenerse a pesar de crecientes déficits exteriores y presupuestarios sin que se haya producido un ataque especulativo significativo contra la moneda.
a. No existe una moneda alternativa. El $ es utilizado por una de las partes en el 86% de las transacciones internacionales ( el € sólo en el 37 %) y alrededor del 66% de las reservas de divisas internacionales están denominadas en dólares (en € sólo el 25%).
b. Pero ha sido el crecimiento hipertrófico del sector financiero de las últimas décadas lo que ha permitido mantener al dólar como pivote del sistema.
La financiarización de la economía internacional ha fortalecido la divisa americana y ha permitido a la economía de EEUU vivir por encima de sus posibilidades. Lo que para un país que no sea EEUU implicaría un correctivo cuando no una terapia de choque - déficit exterior y endeudamiento - , para los norteamericanos se ha convertido en la operativa normal de su economía en la que los ricos no pagan impuestos, las multinacionales obtienen suculentas tajadas de los presupuestos públicos y el pentágono se permite el lujo de embarcarse en costosas guerras interminables.
La deuda externa norteamericana que ha registrado sucesivos aumentos hasta alcanzar el 60% de su PIB absorbiendo alrededor del 60% del total de importaciones de capital del planeta (37% provenientes de países en desarrollo), se ha convertido en el principal generador de liquidez para un sistema financiero en expansión exponencial.
c. La depresión y el colapso del comercio internacional provocará la guerra comercial a base de devaluaciones competitivas y dado que hoy día EEUU ha dejado de ser una potencia exportadora, su moneda puede apreciarse significativamente respecto a las de sus socios comerciales sin demasiadas repercusiones para las propias multinacionales que fabrican en el exterior.
d. Los sucesivos cracks y pánicos financieros de las últimas décadas han fortalecido el dólar como refugio de última instancia para los timoratos capitales.
e. Debilidad del euro. El euro ha mostrado mayor fortaleza que el dólar en términos de tipos de cambio. Su valor de mercado ha escalado desde un mínimo de 0.83$ a mediados del 2002 hasta 1.60 $ a mediados del 2008. Pero lo que realmente importa no es tanto el precio de una divisa sino el uso, como medio de cambio, unidad de cuenta, o reserva de valor por actores situados fuera de la Unión Monetaria Europea. Incluso las actuales turbulencias financieras no han sido suficientes, de momento, para que el € desplace al $ en las preferencias de los usuarios internacionales.
La internacionalización del euro se ha limitado a los países geográfica o institucionalmente próximos a Europa. Los nuevos miembros de la UE, estados candidatos a la integración, países nórdicos y países africanos. El euro no ha pasado pues del estadio de moneda "regional".
El euro es una moneda compartida por países que en lugar de converger están en proceso de aumentar su divergencia. Desde 1995, cuando las cotizaciones de las monedas quedaron completamente fijas, Alemania ha registrado superávits comerciales crecientes (6,2% del PIB en 2007) a costa de los países del mediterráneo (déficit comercial español 9,2% , déficit griego 14% ) situación que en las circunstancias de ajuste actuales no hará más que agravarse en cuanto que los intereses monetarios del grupo de países en recesión aguda ("PIIGS", por Portugal, Irlanda, Italia,Grecia y Spain) chocan de frente con los países centrales.
Como rival del dólar, la moneda europea tiene notables desventajas estructurales. Se trata de una moneda manejada conjuntamente por más de un estado. La eurozona es una construcción artificial carente de una autoridad única equivalente al gobierno de un estado único soberano.
Aunque se creó una autoridad monetaria europea, el Banco Central Europeo, no existe en cambio una estructura o autoridad fiscal unitaria, ni un presupuesto federal. Se trata de una moneda sin país, el producto de un tratado internacional que depende de la cooperación de los participantes que quizás funcione en tiempos normales pero que muestra alarmantes síntomas de desconexión en épocas de crisis.
Además, el proyecto de Unión Monetaria ha favorecido el crecimiento de los bancos hasta un tamaño demasiado grande para que su estado matriz pueda rescatarlos, y lo ha hecho sin crear ningún instrumento válido para actuar a nivel de eurozona ante una crisis de estas características.
Historia del patrón dólar
Tras la 2ª guerra mundial Inglaterra debía mucho más que lo que el mundo le debía y tenía que reconstruir su país. Los EEUU en cambio, sin daños en su territorio emergía como el principal acreedor del mundo. Los banqueros norteamericanos favorecieron los planes (Plan Marshall) de préstamo y ayuda a la reconstrucción que estimularon un crecimiento sin precedentes de la exportaciones USA y crearon las condiciones para que el dólar sustituyera y ocupara el lugar que había desempeñado hasta entonces la libra.
Los ingleses, con Keynes como negociador, intentaron en Bretton Woods que la remodelación del sistema monetario internacional de la posguerra dejara cierto margen a un resurgimiento de la libra esterlina. Pero a fin de cuentas las instituciones surgidas de la conferencia, el FMI y el BM acabaron metamorfoseándose en agencias de la secretaría del Tesoro de EEUU imponiendo la apertura y la desregulación a los países endeudados para facilitar la penetración de las multinacionales norteamericanas.
El golpe de gracia a la libra esterlina sobrevino con la crisis de la nacionalización del canal de Suez por Naser en 1956. La libra sufrió un ataque especulativo con ventas masivas que amenazó las reservas de dólares de los bancos ingleses. El FMI, a instancia de EEUU, acudió en defensa de la libra suministrando los dólares necesarios a cambio de la retirada inglesa de Egipto. Pero para la libra fue el final. El FMI impuso controles en los movimientos de capital que prohibieron el uso de libras en las transacciones internacionales entre países al margen del imperio británico (Common Wealth) con lo que los banqueros de la City acabaron plegándose al dólar para seguir como centro financiero internacional, ahora prestando dólares en base a sus depósitos en dólares.
El problema para los banqueros estadounidenses era que el dólar estaba ligado al oro de Fort Knox y cuando EEUU empezó ha registrar déficits por cuenta corriente con Europa y Japón en los años 60, con el consiguiente aumento de las reservas en dólar-papel de estos países, se hizo evidente el peligro de una carrera hacia el oro que hubiera desestabilizado por completo el sistema.
Con una guerra del Vietnam a todo gas que añadía un creciente déficit presupuestario al déficit exterior Nixon cerró la ventanilla del oro en 1971 y decretó la flotación del dólar en 1973. Pero el sistema no se derrumbó. No se produjo la temida carrera contra el dólar. Nuevos mecanismos de intermediación financiera se habían estado desarrollando en la década de los 60 que requerían la utilización del dólar como divisa de referencia internacional. Se trataba del mercado de eurodólares.
El mercado de eurodólares y los paraísos fiscales
Para que los modernos centros financieros offshore entraran en escena hacía falta la aparición previa de un andamiaje institucional que permitiera mantener cuentas "privadas" en dólares fuera de EEUU y fuera de las regulaciones financieras de EEUU. Esta "privacidad" quería decir cuentas numeradas bajo secreto bancario.
El mercado de eurodólares apareció durante la guerra fría. A finales de los 50 la URSS necesitaba mantener cuentas en dólares para sus operaciones comerciales con el resto del mundo pero temía tenerlas en cuentas de bancos situados dentro de EEUU sometidas a posibles represalias (como las que sufrieron las cuentas iranianas tras la caída del Sha) . Los bancos ingleses, ávidos de las suculentas comisiones a deducir, se prestaron al negocio abriendo cuentas denominadas en dólares fuera del alcance de las regulaciones norteamericanas, en sucursales creadas especialmente para ello. Había nacido el mercado de eurodólares.
Pronto fueron las mismas empresas norteamericanas las que advirtieron la conveniencia de mantener cuentas en dólares al margen de las regulaciones de su gobierno o autoridad monetaria. Los mismos bancos norteamericanos establecieron sucursales con cuentas secretas numeradas en Londres y en otros centros financieros para no dejar escapar el negocio. La ventaja de estas sucursales offshore era que los depósitos en dólares acumulados quedaban al margen de las regulaciones monetarias de la Reserva Federal, no requerían crear reservas legales adicionales en el banco matriz y podían prestarse a tipos de interés al margen del sistema de la RF.
Cuando las autoridades monetarias norteamericanas establecieron medidas restrictivas (los controles en los movimientos de capitales de 1964) para corregir el déficit de su Balanza de Pagos y frenar la caída del dólar (a causa de la guerra del Vietnam), los grandes bancos norteamericanos disponían de dólares no sometidos a estas regulaciones que pudieron prestar a las multinacionales norteamericanas que querían evitar aquellas restricciones.
El desregulado y opaco mercado de eurodólares animaba a los capitales de origen dudoso o inconfesable a financiar el déficit de EEUU. Una vez los EEUU eliminaron los controles de capitales en 1974, las transnacionales norteamericanas empezaron a financiar sus operaciones a través de este mercado.
Los principales centros financieros consiguieron un acuerdo trascendental para el afianzamiento del patrón dolar: los países de la OPEP se comprometieron a realizar todas las transacciones petroleras exclusivamente en dólares. El petróleo substituía en cierta forma al oro como base de la divisa internacional.
El reciclaje de los petrodólares tras el choque petrolero de la OPEP en 1973 dio alas a la consolidación de la nueva deriva financiera mundial. Las propuestas de canalizar estos superávits a través de los circuitos oficiales del FMI fueron desechadas y los petrodólares acabaron engrosando las cuentas en dólares de los bancos y paraísos ofshore.
El crecimiento exponencial de los mercados ofshore señaló el definitivo final del sistema de regulaciones de Bretton Woods y el afianzamiento definitivo del patrón dólar.
La financiarización del sistema
A partir de 1979, Paul Volcker, director de la Reserva Federal, para combatir la inflación y el déficit exterior, adoptó medidas de austeridad endureciendo la política monetaria y subiendo los tipos de interés. Las altas rentabilidades de los depósitos dieron pie a la proliferación de fondos de pensiones, mutualidades y aseguradoras que se convertirían (con la incorporación de los fondos hedge y los fondos private equity en los 90) en los principales actores del nuevo panorama financiero mundial.Entretanto los grandes bancos norteamericanos se habían sumado a los fondos de petrodólares en la concesión de préstamos a los gobiernos sudamericanos. La crisis de la deuda de 1982 sobrevino por la caída de los precios de las materias primas pero también por la huida de capitales en busca de los altos rendimientos que ofrecían los depósitos en dólares en EEUU.
El FMI acudió al rescate de los arriesgados acreedores imponiendo drásticos ajustes deflacionarios y medidas “liberalizadoras”, la famosas “terapias de choque” que dejarían en pelotas a las economías del subcontinente. (la “década perdida” para los latinoamericanos y ganada por las multinacionales que adquirirían a precios de saldo la mayoría de los activos de estos países)
Finalmente el Plan Brady significó la conversión de la deuda soberana (de los estados) en bonos negociables con lo cual se repartía y diluía el riesgo en los mercados financieros internacionales. Se iniciaba una nueva etapa en la que serían los mercados financieros internacionales, fondos de pensiones, fondos hedge, ... los que a partir de ahora suministrarían crédito directamente a los gobiernos.
Entre 1985 y 1987 ante el peligro de una carrera contra el dólar, se acordó una devaluación ordenada del dólar (Acuerdos Plaza y Loubre respectivamente) con el compromiso de los bancos centrales de los países firmantes de defender el dólar.
El acuerdo del Plaza de 1985, implicó una drástica revalorización del Yen con respecto al $ para corregir el enorme desequilibrio comercial con Japón. La respuesta del capital japonés (los keiretsu en connivencia con el gobierno) fue la de crear una gran plataforma exportadora en el continente. Entre 1985 y 1990 más de 15.000 millones de $ en inversión directa desembarcaron en el Sudeste de Asia. A la carrera lanzada por Japón se sumarían pronto Corea de Sur y Taiwan. Esta deriva abriría la oportunidad para el renacimiento del capitalismo en China (comentada en otro post de este blog).
Crisis financieras en la periferia y huidas hacia el dólar
A mediados de los 90 se produjo una nueva carrera de prestamos a los “países emergentes” esta vez con dólares provenientes de fondos privados. Cuando finalmente se produjo la corrección (crisis asiática 1997 y crisis argentina 2001) a finales de la década, la huida de los capitales hacia EEUU significó un nuevo fortalecimiento del $ a pesar de la enorme deuda exterior y el déficit corriente norteamericanos.
Así pues la sucesión de crisis financieras y la enorme volatilidad de los mercados financieros han fortalecido la posición del dólar a pesar de la debilidad creciente de la economía norteamericana.
La financiarización de la economía internacional ha fortalecido la divisa americana y ha permitido a la economía de EEUU vivir por encima de sus posibilidades. Lo que para un país que no sea EEUU implicaría un correctivo cuando no una terapia de choque - déficit exterior y endeudamiento - , para los norteamericanos se ha convertido en la operativa normal de su economía en la que los ricos no pagan impuestos, las multinacionales obtienen suculentas tajadas de los presupuestos públicos y se permite embarcarse en guerras interminables.
Además, la aparición de economías con enormes superávits pero con monedas sin significación internacional (Japón en su momento o China en la actualidad) no ha hecho más que consolidar la preponderancia del dólar al ligar sus superávits a los déficits y endeudamiento norteamericanos.
En la actualidad, a causa de los precios del petróleo y las materias primas, los países en desarrollo han acumulado grandes cantidades de reservas en dólares. Bancos centrales y fondos soberanos han emergido como operadores prominentes en los mercados financieros interviniendo en operaciones de reflote como la de Merrill Lynch y el City Bank, actuando como recicladores de dólares hacia el gigante en apuros.
Los buitres pronto podría planear sobre el dólar
Normalmente la penúltima burbuja antes del colapso suele ser la burbuja inmobiliaria.
En plena debacle y descalabro, el instinto especulador permanece intacto y atacará cualquier cosa que pueda subir o bajar. El agiotaje criminal, con la participación y la connivencia manipuladora de los oligopolios (generadores de escasez artificial) que dominan esos sectores, se lanza sobre los bienes escasos e insustituibles como alimentos, petróleo, gas, ..., profundizando aún más la crisis y la depresión.
Las monedas débiles constituyen también una presa apetecible. Ya ha ocurrido con la corona islandesa hasta que han provocado la bancarrota del país.
El archipiélago parásito de paraísos fiscales offshore, que han colaborado significativamente en el mantenimiento de los déficits norteamericanos y participado en todas y cada una de las sucesivas burbujas que han mantenido operativo el sistema capitalista en su fase final de hipertrofia financiera, es un tumor descontrolado que puede acabar incluso con la vida de su huésped. Los fondos hedge, private equities, ... constituyen un enorme enjambre de billones de dólares de voracidad extrema dispuestos a atacar cualquier cosa que muestre signos de debilidad, incluido el dólar.
A medida que se agudice la depresión la administración norteamericana recurrirá, sin duda alguna, a la monetización de la deuda. A partir de cierto momento podría producirse una estampida contra el dólar y una retirada desordenada hacia un conjunto de bloques regionales con sistemas monetarios diversos para saldar sus transacciones.
Mientras quede algún atisbo de recuperación de la economía norteamericana, el dólar puede fortalecerse temporalmente dado el penoso estado de sus posibles competidores o incluso permanecer devaluándose paulatinamente, pero la época del patrón dólar tiene los días contados.
Huir del dólar?
Se está desarrollando una relación "amor - odio" con respecto a la divisa norteamericano. Por un lado una tendencia a desprenderse del billete verde a medida que crecen los défits USA. Pero, por otro lado, a medida que se expansiona la depresión y se hunde el comercio internacional, los países exportadores (y todos son exportadores) recurren a las devaluaciones competitivas con lo cual el dólar se aprecia.
China, el acreedor más pillado, está comprando todo activo que esté en venta y compraría cualquier cosa en los EEUU si la dejaran (mira por donde que la doctrina neoliberal de la "libertad" de movimientos de capital tiene excepciones). Mientras tanto realiza enormes adquisiciones e inversiones en África que en pocos años ha dejado de depender del FMI gracias a la provisión de fondos de la banca china. Las dudas respecto a la vida que le queda al dólar (que es todavía la moneda internacional para el comercio de alimentos) está provocando que los gobiernos saquen los alimentos del mercado ya que sencillamente no confían más en la forma en como se valoran. El gobierno de Malasia, por ejemplo, ha anunciado que está dispuesto a intercambiar bilateralmente aceite de palma por arroz con cualquier país que quiera cerrar el trato, mientras que varios otros países han prohibido la exportación de alimentos.
La inseguridad del patrón dólar está haciendo del comercio internacional un medio inseguro para proveerse de alimentos y muchos países lo están dejando de utilizar para asegurar la alimentación de su población.
Japón ha adquirido 12 millones de hectáreas de tierra en el sudeste asiático, China y América Latina, para producir alimentos para Japón, lo que significa que los cultivos japoneses en el extranjero tienen ahora el triple de tamaño de las tierras arables japonesas. El gobierno de Libia arrendó 200.000 hectáreas de tierras de cultivo en Ucrania para atender sus propias necesidades de importación de alimentos, y los Emiratos Árabes Unidos están comprando grandes propiedades de tierras en Pakistán . El 2007 Filipinas firmó una serie de acuerdos con Beijing para permitir a las empresas chinas el arrendamiento de tierras para la producción de arroz y maíz con destino a China. Las empresas chinas estan adquiriendo tierras en África y otras partes del mundo. Corea, que importa el 90% de alimentos que consume, está comprando tierras a la desesperada donde puede.
La inflación de dólares mundial afecta también a las cuentas y a la contabilidad nacional de los países con superávits con EEUU. La escalada en los precios de las materias primas aumentó considerablemente las reservas de divisas de muchos países en desarrollo que hasta hace pocos años estaban endeudados hasta las cejas. Estos países (desacoplados, según los economistas) han experimentando una bonanza económica - en dólares - sin precedentes.
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