14/12/13

Monopolios y competencia, réplica a los negacionistas



Warren Buffett (febrero 2011): “La decisión más importante a la hora de evaluar un negocio es su poder sobre el precio. Si consigues el poder de aumentar tus precios sin perder cuotas de mercado con respecto a tus competidores tienes en tus manos un gran negocio

Déficit tarifario y oligopolio

En España, tras la privatización total del sector eléctrico, cinco compañías eléctricas (Endesa, Iberdrola, Gas natural Fenosa, E.ON y HC Energía, controlan el 70% de la generación, el 90% de la distribución y el 80% de la distribución) en colusión la gran banca y la participación interesada de ministros de puerta giratoria, inventaron un particular sistema oligopolista de sobreprecios a partir del año 2000. El gobierno interviene en el mercado de la energía, un sector “muy sensible”, alegando hacerlo en supuesto “beneficio del consumidor y de la competitividad”. La intervención consiste en la fijación de una tarifa. La diferencia entre este precio y la “tarifa” cobrada a los consumidores pasa a ser endeudamiento del consumidor con las eléctricas (déficit tarifario) que es inmediatamente intermediado por la banca, un enorme negocio redondo en intereses y comisiones (la partida correspondiente a amortización e intereses en 2012 fue de 3.182 millones de €).

Durante más de una década, como el consumidor no notaba las subidas en su recibo de la luz, seguía consumiendo lo mismo y no se le ocurría protestar por los abusos puesto que el recibo no subía,… hasta que subió (un 70% en 5 años y va a seguir subiendo a un ritmo infernal mientras dure el oligopolio). La pobreza energética afecta ya a millón y medio de hogares españoles.

La negación del monopolio

A pesar de la evidencia, hay una nutrida serie de autores que niegan sistemáticamente la existencia de sobreprecios de monopolio y afirman que la existencia de monopolios es algo transitorio y poco o nada significativo para el análisis del sistema capitalista.

Buena parte de los negacionistas son neoliberales de derechas a sueldo de los monopolios pero, paradójicamente, existe un considerable número de negacionistas entre los pensadores de la izquierda y de la crítica marxista del capitalismo.

Negacionistas de derechas


Ronald Coase (Escuela de Chicago)

R. Coase (1937): "Dentro de una empresa, las transacciones de mercado son eliminadas y la complicada estructura del mercado con operaciones de cambio es sustituida por el empresario que dirige la producción (queda suprimido el mecanismo de los precios)".

Las corporaciones no pretenden conseguir posiciones de monopolio para fijar precios. Las razones para la integración corporativa son optimizar costos y eficiencia (bueno para el consumidor) internalizando operaciones (integración vertical) y reduciendo así “costes de transacción”. La gran corporación estaría detrayendo grandes lonchas del mercado competitivo en pro de la máxima eficiencia. Demasiada concentración generaría ineficiencias marginales que conducirían, a partir de cierto punto, al adelgazamiento de la corporación.

Oliver Williamson (1975) adaptaría las aportaciones de Coase respecto a los costes de transacción y la eficiencia para combatir la legislación anti-trust.

George Stigler, reconocía en 1988 que su afán y el de sus colegas de la Escuela de Chicago tenía por objetivo la destrucción del concepto de monopolio en todos sus aspectos. Cuando una corporación adquiría posiciones cercanas al monopolio por motivos de “eficiencia”, y obtenía beneficios de monopolio a corto plazo, estos beneficios quedaban rápidamente disipados por los costes relacionados con la obtención y defensa de la posición de monopolio. El monopolio era pues una situación naturalmente inestable y transitoria que retornaba pronto al estado natural competitivo y por lo tanto podía ser ignorado por los analistas.

William H. Baumol (1982: teoría de los mercados disputados). Según esta teoría, un mercado monopolista u oligopolista se asemeja bastante a una estructura de mercado competitiva por la amenaza de potenciales candidatos a entrar en el mercado y usurpar sus posiciones. Para evitarlo el monopolista no tiene más opción que tomar medidas cercanas a la competencia perfecta, bajando precios e innovando. Es decir, el peligro exterior reprime su instinto natural a fijar precios de monopolio. Para Baumol no existen barreras de entrada insoslayables. Los mercados, incluso con monopolios, son inherentemente competitivos siempre y cuando se consigan excluir la interferencia del estado o de los sindicatos.

La teoría de Baumol se utilizó en los años 1980s para promover la desregulación en las líneas aéreas consiguiendo unos resultados totalmente opuestos a los que planteaba la teoría.

Robert Bork, un jurista norteamericano, alegó en su libro The Antitrust Paradox que la legislación antitrust estaba desencaminada puesto que se hizo para mejorar el bienestar del consumidor y, en la práctica, poniendo trabas a los eficientes monopolios, perjudicaba al consumidor al proteger a competidores ineficientes.

Negacionistas de izquierdas

Robert Ross y Kent Trachte (Global Capitalism. The New Leviathan. 1990): Afirman que el capitalismo actual se caracteriza por una vigorosa competencia de precios entre firmas globales. La entrada de competidores extranjeros en el mercado norteamericano implica que el mercado automovilístico ha dejado de tener características oligopolísticas.

John Weeks (Capital and Exploitation,1981): En este libro pretende explicar la reciente evolución del capitalismo en términos "puramente" marxistas, en una especie de relectura del Capital adaptada a los tiempos actuales. En la nueva y reciente versión de su libro el término monopolios sólo aparece para negar su existencia:  “Los monopolios que llenan las páginas de los escritos de Baran and Sweezy no existen más allá del trabajo de estos autores.”

Giovanni Arrighi (El largo siglo XX)

En toda su larga argumentación sobre el desarrollo del capitalismo a lo largo del siglo XX no hay una sola referencia al poder monopolista o al capital monopolista. El crecimiento de las grandes corporaciones multinacionales es descrito en términos del coste de transacción derivados directamente de Coase y Williamson

Robert Brenner (Competition and Class, 1999)

La financiarización, en lugar de favorecer al monopolio, lo que hace es incrementar dramáticamente la competencia. “Los bancos evidentemente, pero también otras entidades financieras, proporcionan de inmediato cualquier volumen de capitales necesarios para penetrar en un sector que esté registrando una tasa alta de beneficio”

“En la actualidad mantener posiciones de monopolio más allá del corto plazo en muy difícil sin el apoyo de los gobiernos para controlar la entrada de nuevos competidores y obviamente la tendencia en los últimos años ha ido en dirección opuesta, hacia más desregulación”

Rolando Astarita (El monopolio en el marxismo del siglo XX, 2013)

Ronaldo Astarita es el negacionista que va más lejos. Según él el capital monopolista no ha existido nunca puesto que su mera existencia invalidaría la ley del valor por la cual se rige el sistema capitalista.

Para Astarita, en lo que respecta al capital monopolista, Hilferding, Lenin, Trotski, Sweezy, Baran, Dobb, Mandel y compañía estaban fundamentalmente equivocados.

Astarita reconoce que los trabajos de Sweezy, Mandel, Baran o Dobb reflejaron un largo período de relativo aquietamiento de la competencia entre los grandes grupos empresariales pero lo atribuye a otras causas que nada tendrían que ver con el monopolio.

Para Astarita (como en el caso de Brener), la escalada financiera no favorece al monopolio sino todo lo contrario. Suministra pólvora en forma de capitales para romper sus barreras de entrada. Incluso la misma existencia de la bolsa, desde sus orígenes, habría jugado un papel perjudicial para el desarrollo del monopolio porque moviliza y concentra capitales en su contra. Parece olvidar el papel clave de la bolsa en la constitución de grandes monopolios en los EEUU entre finales del s.XIX y principios del s XX (Thomas R. Navin y Marian V. Sears, “The Rise of a Market for Industrial Securities, 1887-1902)

En la línea de George Stigler (no hay barreras de entrada significativas), Astarita afirma que “a la par que avanzan la concentración y centralización, también aumenta el número de capitales que entran en competencia” que neutralizarían la constitución de monopolios.

Según este autor, los estudios sobre el monopolio constituyen nada menos que “análisis populistas izquierdistas, que ponen el énfasis en la oposición monopolio – pueblo y similares”.

Réplica a los negacionistas


Capitalismo monopolista 1.0 vs capitalismo monopolista 2.0


Ninguno de los autores citados tiene en consideración una evidencia empírica trascendental: El capitalismo evoluciona rápidamente y en su fase monopolista también.

En 1960, David Lilienthal, acuñó el término “corporaciones multinacionales”, término que sería recogido por la revista Business Week en un special report de abril de 1963.

Dough Dowd, en Capitalism and Its Economics (2000) y Inequality and the Global Economic Crisis (2009), analizó el cambio que se estaba generando desde mediados de la década de los 1970s. El cambio era profundo y trascendental. El Capitalismo monopolista I estaba mutando hacia una nueva forma o estadio del sistema: el capitalismo monopolista II.

El capital monopolista ha perforado y roto el marco nacional donde nació y se desarrolló adoptando ahora una nueva forma más evolucionada y una estrategias muy distintas de las que estudiaron y analizaron Hilferding, Lenin, Trotski, Sweezy, Baran, Dobb, Mandel y compañía.No atender a este profundo cambio evolutivo conduce a confundir y a errar en el análisis.

El rápido avance del capitalismo monopolista globalizado 2.0

Evidentemente para conseguir posiciones de monopolio hay que liquidar a los adversarios. En la fase actual globalizadora, el objetivo actual del monopolista 2.0 ya no es el dominio exclusivo de un mercado nacional, sino el del mercado global.

Desde los años 1970s, los antiguos monopolistas nacionales se ensartaron en una lucha sin cuartel por la supremacía global, con frecuentes guerras de precios, de forma que el proceso de monopolización total de la economía parecía traer nuevos y saludables aires competitivos en forma de bajos precios para los consumidores. Los eficientes gigantones multinacionales parecían estar reavivando la competencia perfecta en beneficio de un respetado consumidor con derecho a voto en la democracia del mercado global.

Las escuelas de negocios neoliberales junto a los negacionistas, entonaban cantos enfervorizados a la recién descubierta competencia monopolista, mientras que la Academia sueca repartía Premios Nobel de economía a los más significados negacionistas neoliberales por su notable aplicación en favor de la "bondad" de los monopolios: Coase, Williamson Hicks, Hayeck, Fridman, Stigler,…

Pero el tránsito desde el monopolio 1.0 al monopolio transnacional 2.0 ha sido mucho más rápido y fugaz de lo que muchos negacionistas hubieran deseado.

Una vez consolidadas y aseguradas sus posiciones monopolistas u oligopolistas con insalvables barreras de entrada, la competencia desaparece. El mercado queda en manos de unos pocos que fijan precios a placer para asegurar pingües rentas de monopolio.

Los negacionistas escriben sus artículos con la ayuda de un Apple, sobre un escritorio de Ikea, publican sus trabajos en Amazon, leen uno varios de los periódicos de una cadena monopolista, comparten sus perfiles en Facebook o realizan sus búsquedas con un i-phone en Google mientras beben una CocaCola o una Budweiser (Anheuser-Bush y MillerCoors controlan el 80% de la industria cervecera mundial).

La globalización monopolista avanza exponencialmente: El proceso de fagocitación global está ya completado en casi todos los sectores (10 empresas del automóvil detentan el 77% del mercado; 2 aeronáuticas dominan el 100% del sector de grandes aviones; 5 operadores controlan el 83% de la telefonía fija, 3 operadores controlan el 77% de las infraestructuras de telecomunicaciones móviles, mientras que sólo tres controlan el 65% del mercado de móviles; 10 farmacéuticas controlan el 70% de los fármacos vendidos; 4 tabaqueras suministran el 75 % del humo encajetado; sólo 3 empresas fabrican cerca del 70 % de toda la maquinaria y equipamiento agrícola; ...).

El 90% de los medios de comunicación en EEUU están controlados por solo 6 grandes corporaciones (en 1983 eran más de una cincuentena). En 20 años, 37 bancos USA se han concentrado en solo 4: JPMorgan Chase, Bank of America, Wells Fargo and CitiGroup.

Hay sólo 3 principales operadoras de telefonía móvil (wireless) en los EE.UU., (AT & T, Verizon y Sprint) con un tercios de la cuota de mercado cada uno y precios en alza para los consumidores, muy superiores a los que se pagan en Europa (no en España, por supuesto, donde la Comisión Nacional de la Competencia ha multado simbólicamente al oligopolio formado por Telefónica Móviles, Vodafone y Orange con 120 millones de euros por el abuso en sus tarifas sobre SMSs) .

Costes de transacción externos más baratos que los internos. Compañías fabless

Negacionistas laureados con el Nobel afirmaban que el objetivo de la concentración corporativa no son los superbeneficios y las rentas de monopolio sino la optimización de costos y la eficiencia (bueno para el consumidor) internalizando operaciones (integración vertical) y reduciendo así “costes de transacción” externos.

Pues bien, resulta que, tras una fase inicial en la globalización en la que predominó aún la antigua verticalidad en las estructuras empresariales monopolistas 1.0 (IBM, Ford, …),  el modelo actual de monopolio es la compañía fabless consistente en una estructura monopolista hueca que no fabrica nada por ella misma (fabless significa, literalmente que no fabrica nada).

Los primeros experimentos se desarrollaron en el sector de las TIC, el sector más fácilmente desintegrable. Antes de la década de 1980, la industria de los semiconductores estaba verticalmente integrada. Las empresas del sector dirigían sus propias factorías de fabricación de semiconductores y desarrollaban sus propios procesos tecnológicos para la fabricación de sus chips. El montaje, los tests de funcionamiento y el servicio de reparaciones, también estaban integrados en la cadena.

Tras los primeros experimentos de externalización total del proceso de fabricación (fab-less), en 1994, se constituyó la asociación "Fabless Semiconductor Association" (FSA), para "promover el modelo de negocio "fabless" a nivel mundial" y, en la práctica, organizar un marco de control operativo en base al poder oligopsónico de los asociados.

El deterioro de las condiciones laborales del sector “no monopolista” y la generalización de las legislaciones pro-monopolio, significan un incentivo para la subcontratación y externalización puesto que ahora los “costes de transacción” internos resultan más elevados que los del mercado externo.

Boeing construye su moderno 785 Dreamliner externalizando el 90% del valor del avión (solo retiene el ensamblaje final en su planta de Everett, Washington. Coca-Cola, por ejemplo, no posee u opera ninguna planta embotelladora en Colombia. No hay beneficios a “repatriar”. Coca-Cola captura sus rentas de monopolio vía pagos por patentes, materias primas y franquicias.

El control monopolista del sector digital

El sector de las nuevas tecnologías de la información, dada su especial naturaleza, podría ser el más indicado para confirmar las hipótesis de los negacionistas. Microsoft y Goggle claman que la justificación de sus tácticas y estrategias en orden a levantar enormes barreras de entrada, se debe a que en el mundo digital la competencia está a un clic de distancia y temen por su supervivencia si alguien desarrolla un algoritmo mejor en su garaje.

En una época de enorme fluidez tecnológica, los monopolistas digitales contienden agresivamente en ciertos momentos con escaramuzas o ataques sobre el territorio controlado por sus colegas, pero la momentánea sensación de competencia exacerbada en el sector no se debe a la supuesta competitividad de los monopolios entre sí, sino a temporales escaramuzas entre ellos para apoderarse o neutralizar posibles vías emergentes. Es decir, no se trata de “competencia” sino más bien de operaciones de control y afianzamiento de barreras de entrada en un medio muy proclive a las sorpresas.

En 2012 Apple lanzó diversas escaramuzas contra el mercado cautivo de Google, al tiempo que Google hacía lo mismo con respecto al campo protegido de Microsoft (aplicaciones office para iPads), el cual había lanzado, a su vez, un ataque contra Apple (una tablet de Microsoft).

A golpe de talonario los monopolistas “compiten” entre si expandiéndose hacia áreas adyacentes para monopolizarlas o crear nuevos servicios monopolizados. Apple ha creado así todo un imperio. Google también se expande fuera del negocio de los buscadores (g-mail, You Tube, …), Amazon pretende ampliar sus dominios hasta hacerse con el monopolio de todo el negocio minorista en la red. Muchos de los grandes sitios de Internet (You Tube, Pay Pal, Skype, Hotmail, …) ya están controlados por los grandes. Entre 2000 y 2011, Amazon, Apple, Comcast, AT&T, eBay, Google, IBM, Intel y Microsoft se gastaron alrededor de 200.000 millones de $ en adquisiciones superando de lejos al segundo en la lista, el sector financiero norteamericano (66.000 millones de $)

Como resultado, en la actualidad, Internet está dominado por un puñado de firmas de tamaño colosal. Estos gigantones (Microsoft, Google, Faceboock, Apple, Amazon y los cárteles de operadores) nadan en un océano de cash flow que utilizan para adquirir cualquier cosa que pudiera llegar a hacerles la más mínima sombra.

Cambio tecnológico y monopolios

Para algunos negacionistas el cambio tecnológico representa la antítesis del monopolio. El monopolista no estaría interesado en un avance tecnológico descontrolado que podría dejar obsoletas muchas inversiones aún no amortizadas. Además, las nuevas tecnologías representan una amenaza a sus posiciones de monopolio.

Evidentemente, están hablando de los monopolios 1.0 pero sin decirlo, y por tanto confundiendo al personal. En el mundo globalizado actual, para las grandes compañías transnacionales, una vez establecidas posiciones de monopolio, el cambio tecnológico deja de ser un factor de competencia y pasa a ser, sobretodo, una barrera de entrada monopolista para la cual destina ingentes cantidades provenientes del flujo de caja permanente de sus rentas de monopolio.

Precios bajos y monopolios

Otro de los argumentos de los negacionistas es que los bajos precios en diversos sectores son la demostración de la persistencia de las guerras de precios.

Pero resulta que en la mayoría de los casos, los precios más bajos en determinados sectores fuertemente monopolizados no suelen ser el resultado de supuestas guerras de precios sino, como en el caso de WalMart, Amazon o Ikea, una barrera de entrada contra los pequeños comerciantes basada en su enorme poder monopsónico de contratación con respecto a sus proveedores.

Finanzas y monopolios

Algunos negacionistas aducen que la escalada financiera (de cuyos orígenes o causas no hablan) inhibe la formación de monopolios suministrando de inmediato capitales a los competidores en cuanto aparezcan sobrebeneficios en algún sector.

Aunque se supone que existe alguna una especie de feed back entre financiarización y globalización, no es habitual relacionar específicamente el proceso de externalización monopolista con el avance de la financiarización, procesos curiosamente paralelos en el tiempo.

Sin embargo, se trata de dos fenómenos que, no sólo son coetáneos y se influencian mutuamente, sino que están estrechamente interconectados. La escalada financiera es la otra cara de la externalización monopolista.

Fueron las grandes corporaciones transnacionales las que propiciaron el desarrollo de los centros financieros "offshore" y los mercados monetarios internacionales para facilitar sus operaciones globales. La globalización de la producción jugó un papel primordial en la integración internacional de las finanzas.

La progresiva asimetría de las cadenas globales de valor permite desviar los enormes flujos de capital capturados por los monopolios en la esfera de la producción hacia la esfera de la intermediación y la especulación financiera que, a su vez, retroalimenta la asimetría y constituye el combustible de las redes transfronterizas de producción corporativa de la globalización monopolista.

En un análisis exhaustivo sobre un conjunto de 43.060 compañías transnacionales, se ha aislado la existencia de un núcleo interrelacionado de 1.318 multinacionales que acaparan el 80% del total de las ventas de la muestra, y un núcleo duro de sólo 147 multinacioneles estrechamente vinculadas entre sí, todas ellas con participaciones cruzadas, que concentran más del 40% de la riqueza del total de la muestra. El 1% del 1%. Una situación similar a la del juego del Monopoly en la que un jugador posee el 40% del tablero y ya no tiene sentido continuar la partida.


La importancia de las redes transfronterizas de producción corporativa explica por qué los monopolios transnacionales 2.0 (a diferencia de sus antecesores 1.0) son tan declarados partidarios de los acuerdos de libre comercio (TPP, TTIP).

Monopolios y ley del valor

Entre los negacionistas de izquierdas la generalización de los monopolios negaría la ley del valor que rige el destino del capitalismo. Al internalizar los costes de transacción por un lado, y pactar sobre-precios de monopolio por otro estarían cargándose literalmente la ley del valor. Como esto no puede ocurrir en capitalismo, ergo el capitalismo actual es "no monopolista".

Aunque monopolio y competencia constituyen un oxímoron, la globalización monopolista ha exacerbado y ampliado la competencia y el jugo de la ley del valor a nivel mundial y por tanto el nivel de explotación de la clase obrera.

Los hiper-beneficios monopolistas no son resultado de la "competitividad monopolista" sino de su “eficiencia” en fomentar la competencia entre los "no monopolistas", es decir, son el resultado de la deslocalización, la subcontratació, la externalización, la informalización de sectores enteros, la explotación de las pequeñas y medianas empresas, la evasión de impuestos, los subsidios y exenciones resultado de la corrupción y manipulación de los gobiernos y las instituciones nacionales e internacionales, la colusión con tráficos ilícitos y la especulación financiera.

No se trata de puras teorías sino de hechos cotidianos (como las subidas en el recibo de la luz). Cuando una gran superficie se instala en tu barrio tienes un monopolista que se va a cargar todo el tejido comercial de proximidad de la zona. Los precios son más bajos y por eso la gente acude a llenar sus carritos. Pero son precios que no responden a una hipotética lucha competitiva. Sólo hay una gran superficie en el barrio (no caben más). Los bajos precios responden a una típica barrera de entrada para anular al comercio tradicional de proximidad.

¿Cómo se las arregla este monopolista para poder ofrecer precios tan bajos? Resulta que los monopolistas, a menudo, suelen ser monopolios “capicúa”. Por un lado fijan sobreprecios (monopolio comercial o único vendedor) y por el otro fijan costes (monopsonio o único comprador). Como en nuestro caso, la gran superficie, convertida en el único comprador para los proveedores de la zona, les fuerza a bajar sus precios si o si (además de otros abusos en términos de crédito comercial), es decir les fuerza a aumentar la explotación de sus trabajadores vía ley del valor. Se convierte en el puto amo de la ley del valor. Reúne a los proveedores y les insta a negociar subastas inversas. El monopolista queda exento de la ley del valor, pero la ley del valor sigue cortando cabezas en beneficio del monopolista.

El mercado "competitivo" es para las empresas subcontratadas, para los antiguos empleados convertidos en autónomos, para los flexi-trabajadores amenazados por el paro o la deslocalización y para el creciente sector informal.

Su carácter multinacional-global les permite poner en competencia sueldos de aquí y allá, regulaciones medioambientales, laborales, mercantiles, fiscales, penales, financieras, etc. De ahí su cacareada “eficiencia” y “competitividad”. Eficiencia en explotar y competencia suicida entre sus flexibilizados explotados y subcontratados.

A mi entender, y en esto discrepo profundamente con los negacionistas de izquierdas, los estudios sobre el monopolio constituyen el fundamento esencial para el análisis marxista que pone el énfasis en la oposición capital-clase obrera.

Más información:

J.B. Foster, R.W. McChesney y R. Jamil Jonna: Monopoly and Competition in the Twenty-First Century Capitalism

8/12/13

El final de la Transición española


España, brotes “verdes”

La acción puntual de los “indignados” del 15M de 2011 parece que representó más bien una especie de despedida “# twitter” de los jóvenes resignados a emigrar (a los pocos meses los españoles votarían en masa a favor de la derecha más recalcitrante).

La España de los indignados que atemorizaron al capital autóctono e internacional durante la anterior gran depresión de los años 1930s yace denostada y olvidada bajo tierra en fosas comunes en los márgenes de las carreteras. La España resignada de la actual depresión  sigue prestando atención a sus sucesivos ministros PP-PSOE atisbando desde lo alto del palo mayor los brotes verdes de la recuperación que nos librarán del naufragio de la transición.

El ruter se me estropeó. Llamé a Telefónica y a los dos días vino un técnico a cambiarlo. Era búlgaro. Inmediatamente advertí que tenía un alto nivel formativo. Resultó ser ingeniero de telecomunicaciones (telecos). Había trabajado para una empresa subcontratada de Telefónica ganando más de 2.000 €/mes a base de reparaciones a destajo. Ahora trabajaba para una subcontratada de la subcontratada. Seguía haciendo horas a destajo pero el sueldo final no llegaba a los 800 €. Conversamos mientras manipulaba el ruter. Había estudiado en una universidad búlgara (Bulgaria era una especie de “Silicon Valley” del COMECON, que suministraba más del 40% de los sistemas informáticos y micro-ordenadores que se utilizaban en los Países del Este). Le pregunté cómo se vivía allí antes de la transición. No eran ricos pero todos tenían trabajo. Los servicios públicos funcionaban bien y cubrían todas las necesidades básicas (la universidad era “obligatoria”, vivienda de propiedad asignada por el estado, calefacción, sanidad, transporte, pensiones, …). Me confesó que la transición había sido una estafa.

El final de la transición en Bulgaria

 
Bulgaria está llegando ya al final de su transición. Se comportó como el mejor alumno de la transición neoliberal y como recompensa fue admitido en la UE en 2007 (no entró en el euro pero mantiene la paridad de su moneda fijada al euro).

Desde el año 2000 hasta 2007, tras las terapias de choque neoliberales del inicio de la transición, Bulgaria experimentó un milagro económico semejante al español, con un boom en el crédito y la construcción y tasas del 6% de crecimiento del PIB.


El capital extranjero se hizo dueño del país. Todas las palancas políticas y económicas están en manos de las corporaciones transnacionales. Bulgaria es una república con un alto grado de centralización política, administrativa y económica.

Aunque la deuda privada supera el 75% del PIB (la mayoría en manos de la banca griega), la deuda pública era inferior al 18,5% del PIB en 2012 (la 2ª más baja de toda la UE) y las exportaciones han crecido a una media del 10% anual desde la crisis.


Obsérvese que, a diferencia de España, el endeudamiento público no pasó a sustituir al privado (rescate bancario) puesto que la mayor parte de la banca era extranjera.

Las finanzas (la banca está en manos extranjeras) están saneadas. Como en Rusia, el el pequeño sector controlado por los autóctonos está en manos de la mafia búlgara (TIM, por las iniciales de los tres capos principales, controla, además de los tráficos ilegales, medios de comunicación, cadenas de TV, un banco, la compañía aérea Bulgaria Air, parte de los aeropuertos, …) .. Las contribuciones a la seguridad social por parte de empresas y trabajadores están por los suelos. Bulgaria detenta el IRPF y el impuesto de sociedades más bajo de la UE.

Las “recomendaciones” de la Comisión y el FMI, fielmente seguidas, han conducido al país al austericido. Como manda la Troika, la salida de la crisis ha de ser vía exportaciones; lo malo es que las exportaciones no pagan IVA y sin otros ingresos el estado sigue adelgazando. El sueldo medio ronda los 350 euros. Los pensionistas cobran 75 euros al mes.600.000 hogares ingresan menos de 100€ al mes. La economía informal ronda el 32% del PIB.

Como en España, tres operadores extranjeros se reparten el sector eléctrico que, pese a una demanda en caída libre, sigue forzando subidas continuadas de las tarifas que dejan en la pobreza energética a la mayoría de la población.

En un solo año la población ha disminuido en un 5,5% y aún así el paro supera el 12% oficial. Según una encuesta encargada por la BBC británica, el 37% de los búlgaros ha considerado mudarse a otro país comunitario en los últimos cinco años (la mafia controla el boyante sector empresarial del tráfico migratorio).


Su situación macro-económica, en comparación con la española, es envidiable. Bulgaria está “haciendo los deberes” pero el país se está literalmente muriendo. La “transición” está acabando con Bulgaria.

La transición en España


Orígenes

Los orígenes de la transición “económica”, irónicamente, hay que buscarlos en el franquismo. La alternativa frente a los desequilibrios macroeconómicos y la falta de competitividad de la industria naciente española fue el plan de estabilización de 1959 (que desató la primera gran ola migratoria) con la entrada en el gobierno de los ministros del Opus Dei, la progresiva apertura económica y la fuerte dependencia respecto al turismo y la construcción. La consigna falangista de un "capitalismo de propietarios" se adelantó en dos décadas a la del "capitalismo popular" de la Sra. Thatcher.

La severa crisis económica de 1973 se entrelazó con la crisis política de los últimos años del franquismo. La transición política se fundió con la transición económica colaborando en profundizar el modelo y readaptarlo a las nuevas circunstancias económicas internacionales.

El perfeccionamiento

Con la entrada en la CEE, el gobierno de Felipe González cedió a los intereses de los grandes grupos industriales europeos pactando la desindustrialización del país a cambio generosos subsidios del orden del 1% del PIB, buena parte de los cuales irían a infraestructuras vinculadas a potenciar el turismo y la construcción. Multinacionales francesas, alemanas e italianas fueron convidadas a la subasta por el control de las posiciones claves de la estructura productiva del país que se privatizaba por momentos. La veda se levantó excepto para los bancos y las constructoras que continuaron en manos de la oligarquía patria. El sector eléctrico y las telecomunicaciones quedaron momentáneamente al margen de la ola de privatizaciones.

Esta entrada en tropel de capital exterior disparó la especulación: la bolsa se revaluó en un 200% entre 1986 y 1989 y el sector inmobiliario se convirtió en el más rentable del planeta. El modelo de la transición se había “perfeccionado” demostrando que podía generar crecimiento a partir del consumo interno estimulado por la burbuja de precios y activos financieros, al margen del sector industrial.

Lamentablemente el creciente déficit exterior y la falta de una base sólida para el crecimiento terminaron desatando ataques especulativos contra la peseta. Los juegos olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla no consiguieron frenar el crash de los mercados.

España en la "Champions League"

Sin embargo, a la transición le quedaba aún un cierto margen: el “euro-perfeccionamiento” del modelo en conexión con la desregulada escalada especulativo-financiera neoliberal globalizada y la gentil colaboración PP-PSOE (ley del suelo de 1998, incentivos fiscales a la vivienda, desregulación bancaria, …) alargarían el experimento hasta el crash definitivo en 2008.

De golpe, los españoles pasaban de sufrir unas tasas de interés entre el 18 y el 20% a ser literalmente perseguidos por los oferentes de crédito barato que los convertirían en los ciudadanos más endeudados del continente. El efecto riqueza generado por la escalada de precios de la vivienda se traducía en un 7% de incremento anual del consumo privado (según cálculos del FMI) y el empleo registraba un crecimiento acumulado del 36% (7 millones de nuevos empleos).

En la euforia del “década milagrosa”, el país se autocomplacía en su papel de punta de lanza del nuevo orden económico mundial. Éramos los más europeístas, firmábamos a ciegas cualquier tratado o constitución neoliberal que nos fuera presentada y estábamos dispuestos a privatizar cualquier cosa a precios de escándalo. Se construían AVEs, puertos, aeropuertos, autopistas y circuitos automovilísticos por doquier. En pocos años la población se incrementó en un 18% gracias a la entrada de 6 millones de inmigrantes mantenidos artificialmente en la exclusión para explotarlos mejor.

Para mayor orgullo patrio, los nuevos campeones privados surgidos o reforzados con las privatizaciones, apalancándose en los mercados globales, adquirían, también a precios de saldo, los restos del naufragio de la crisis de la deuda latinoamericana. España jugaba ya, de pleno derecho, en la champions league económica mundial.

El fin del círculo virtuoso


En 2006 se iniciaron las obras para 0,9 millones de viviendas pero las ventas empezaron a caer. En 2008 había más de 1 millón de viviendas sin encontrar comprador. De golpe, el "efecto riqueza", el círculo virtuoso de precios de la vivienda - consumo, se invertía en “efecto pobreza” y se iniciaba la debacle.

El PiB cayó en un 7,7% y el superávit fiscal del 2% en 2006 se convirtió en un déficit del 15% para socializar las pérdidas de los bloques oligárquicos del país (ACS, Ferrovial y FCC exigiendo que el estado en crisis mantuviera en pie sus contratos en infraestructuras). Luego vino el rescate financiero. De golpe los contribuyentes asumiendo las deudas de sus cajas y bancos con respecto a la banca centroeuropea.

Endeudamiento exterior con respecto a la banca centroeuropea

El final de la transición española


La última fase de la transición española (el eurocidio) ha dejado al país ahogado en un mar de deudas impagables.

En 2002 la deuda externa neta (lo que debemos menos lo que nos deben) apenas superaba los 303.000 millones de €, a finales de 2012 la deuda neta había escalado hasta los 976.400 millones de € (92,9% del PIB). En marzo de 2013 debíamos al exterior 1,75 billones de € (167% del PIB).

 
Deuda exterior en dólares: 2,57 billones de $

La deuda no ha hecho más que crecer al ritmo de los sucesivos déficits de la Balanza de Pagos.

Evolución del déficit por cuenta corriente

El final de la transición exige, "para salir de la crisis", que el país produzca domésticamente mucho más de lo que importa, convirtiendo el déficit en superávit y volviendo a la senda del crecimiento para poder reducir así el nivel de endeudamiento exterior. 

La trampa de las exportaciones

Como no paran de propagar los ministros y portavoces del gobierno, las exportaciones españolas se han recuperado rápidamente al nivel de pre-crisis (demostrando su creciente competitividad).

Pero el problema es que el sector exportador es demasiado pequeño en relación al tamaño de la economía. El sector exportador alemán es 5 veces mayor que el español, incluso si incluimos el turismo en el cómputo.

Azul: Alemania. Marrón: España

Para aumentar el peso del sector exportador de bienes transables (comercializables en el exterior) es preciso aumentar la inversión en bienes de equipo específicos. Como, salvo contadas excepciones, los únicos que pueden hacer esto son los grandes grupos monopolistas transnacionales, es preciso que las “reformas” (ahora lo de “terapias de choque” ya no se lleva) se sucedan a un ritmo frenético hasta convertir a España en un país lo suficientemente “atractivo” para el capital internacional. Esta es la hoja de ruta y la esperanza del gobierno actual que con la mayoría absoluta de la resignación es capaz de encadenar reformas laborales y sociales a placer, con el objetivo de unos sueldos, seguridad social, pensiones y servicios públicos acordes con los deseos de los inversionistas (las exportaciones no generan IVA).

Sin embargo, de momento tal estrategia aún no acaba de funcionar como muestra la siguiente gráfica.

Inversión en equipo industrial

El problema es que el capital monopolista internacional ha puesto en competición mortal a una multitud de países que pretenden exactamente lo mismo y todos ellos están encadenando reforma tras reforma. Además, como la crisis global no remonta (ni remontará) hay pocos incentivos para que los inversores internacionales acaben aterrizando en España.

El retraso en la transición

Si finalmente las reformas del PP-PSOE acabaran teniendo éxito y el capital internacional desembarcara en España, estaríamos en una situación semejante a los países que ya han realizado este tipo de transición (Polonia, Hungría, Letonia, Bulgaria, …), países dotados ya de un poderoso sector exportador (y sin apenas endeudamiento externo) en los que la democracia anda secuestrada en manos del capital exterior y sectores neonazis o mafiosos, países con los cuales estamos convergiendo de forma cada vez más notable, incluso en lo que atañe a resignación.

El austericidio es pues la receta para la conclusión de la transición española. España deberá salir del oscuro pozo de la deuda y la depresión vía exportaciones. Para atraer al capital exterior es preciso bajar los sueldos y las cotizaciones sociales con un continuum infernal de reformas para “competir” con las reformas de nuestros vecinos.

El nivel del paro formal es una "ventaja comparativa" frente a nuestros competidores y deberá permanecer bien alto para administrar con éxito las sucesivas dosis de reformas laborales hasta que el salario medio resulte competitivo (400 €/mes ?).


Como en el caso de nuestros sufridos competidores “exportadores” de la periferia, la pobreza energética, los desahucios, la pobreza de la dependencia, la pobreza “sostenible” de los pensionistas, la pobreza sanitaria, la pobreza educativa, la polarización social extrema, la privatización de lo público, el adelgazamiento administrativo, …, acaban expulsando población joven a mansalva, indignados y resignados sin distinción. 

Austericidio o rebeldía


Como en el caso de la década perdida latinoamericana, el problema de la deuda no tiene solución económica. La salida de la crisis vía terapias de choque (reformas) y exportaciones es una distopía. La única solución posible es la política, es la rebeldía, es la indignación en masa, es la denuncia de la ilegitimidad de una deuda instrumentada por el capital para someter a la gran mayoría del país a un mayor grado de explotación capitalista.

Más información:

I. López, E. Rodríguez : El modelo español

E. Hugh: El rosario de la aurora